Escuchando el nuevo disco de Joss Stone he recordado este "Emotion & Commotion" del gran Jeff Beck que, si bien no es ninguna novedad, sí que veo necesario que aparezca en estas páginas. Jeff Beck es uno de los grandes de la guitarra, un músico esencial, vital, para entender el desarrollo del instrumento en el rock de hoy en día. Infinitamente menos mediatizado que Eric Clapton, Beck sigue paseándose por los escenarios de medio mundo interpretando las canciones que le gustan, aquellas que despiertan a sus dedos sobre el diapasón de su stratocaster. Con los Yardbirds tras la escapada de Clapton, con Rod Stewart o en solitario, siempre ha demostrado su valía. Recuerdo la primera vez que vino a España. ¡Fue en el 2007! ¿Cómo es posible que uno de los grandes guitarristas de la historia haya tardado tanto en pisar nuestros escenarios? Allí estuve, con un sol de justicia, disfrutando de su forma de tocar. ¡Y qué manera! Horas después tomaría el escenario Al Green con una actuación rácana pero que tampoco nunca olvidaré (¡El reverendo Al Green!). Un doble cartel curioso pero histórico que pasó de puntillas por la capital mientras otras propuestas mucho más mayoritarias agotaban entradas y se llevaban la atención de los medios. Mejor así.
"Emotion & Commotion" no es el disco aburrido que se le presupone a todo un virtuoso de la guitarra, suena y lo hace de maravilla pero ésta no es la protagonista del álbum sino que está al servicio de las canciones, algunas veces más acertada que otras pero siempre inconfundible e inolvidable. Es por eso un disco que puede ser disfrutado por principiantes y aficionados, no hace falta ser músico o un estudioso de las seis cuerdas o de Beck en profundidad para apreciar su arte. Vaya por delante que es su primer disco en siete años pero que esto no le obliga a hacer concesiones y meter más temas de cosecha propia que los que él quiere, como lo mismo pasa con las versiones, no es un "grandes éxitos" al uso, ni siquiera un disco de "estándares" sino de algunas canciones que a Beck le gusta interpretar, el resultado es desigual pero no por ello deslavazado ya que su marcadísima personalidad inunda la grabación por completo creando la unidad necesaria. Producido por Steve Lipson y Trevor Horn, siendo éste último poco de mi agrado ya que, salvo su divertida faceta con The Buggles, no me suele gustar tras los mandos (soy consciente que de algo hay que comer pero me disgusta su poco criterio a la hora de aceptar a según qué artistas), "Emotion & Commotion" comienza a sonar con "Corpus Christi Carol", un himno ingles interpretado desde el siglo diecinueve en honor a los caídos (y que rescató Jeff Buckley de manera excelsa en su "Grace" y no será la única referencia que de él encontraremos aquí)
La paz acaba con "Hammerhead"; la aniñada Tal Wilkenfeld al bajo, Jason Rebello a los teclados y Vinnie Colaiuta tras la batería acompañados de una orquesta de sesenta y cuatro integrantes bajo la batuta de Pete Murray, comienzo a golpe de riff hendrixiano para acabar surfeando en punteos llenos de vibrato y trémolo sobre el acolchado mar orquestado. Otra instrumental más como "Walk Alone" de Rebello, una de las mejores de cosecha propia de todo el disco que enlaza con "Over The Rainbow" en la cual podemos imaginar a Judy Garland sobre las notas de Beck. Curioso que a Clapton también le guste interpretarla...
"I Put A Spell On You" que dista mucho de la genialidad de Screamin' Jay Hawkins o la Creedence Clearwater Revival pero que la voz de Joss Stone y la guitarra de Beck suben hasta el sobresaliente. "Serene", sin embargo, no pasa de ser una composición amable sobre una batería que en algunos momentos roza desagradablemente el chill out, sin Beck no sería nada. Y llegamos a la intepretación de "Lilac Wine" (al estilo Jeff Buckley) de la voz de Imelda May, poco aporta a la versión de Buckley y a la de Nina Simone pero siempre es una maravilla escucharla. El dislate llega con la ópera "Turandot" de Puccini y su "Nessun Dorma" en donde escuchamos a un Beck siempre magistral pero terriblemente autocomplaciente, el momento de catársis y belleza del clímax es abandonado por el guitarrista que abandona el "bending" demasiado pronto dejándonos a solas, sin su strato, todo un interruptus que le perdonamos por ser quien es.
Joss Stone vuelve a lucirse en "There's No Other For Me", esta unión que al principio me parecía chistosa, disparatada y de mal gusto, encaja a la perfección; las cuerdas de uno se adaptan de maravilla a las cuerdas vocales de la cantante. En "Elegy For Dunkirk" de Darío Marianelli suena magnífica en la voz de la soprano Olivia Safe a la que ya habíamos disfrutado anteriormente en "Serene", pero siempre en segundo plano. "Poor Boy" de nuevo con Imelda May nos devuelve a los sesenta mientras "Cry Me A River" cierra el disco con una sensación de buen gusto, de haber disfrutado de una delicatessen, que pocos discos llegan a producir en estos días.
© 2011 Jesús Cano