Crónica: PJ HARVEY (Madrid) 07.06.2024

SETLIST:
Prayer at the Gate/ Autumn Term/ Lwonesome Tonight/ The Nether-Edge/ I Inside the Old Year Dying/ A Child's Question, August/ I Inside the Old I Dying/ A Child's Question, July/ A Noiseless Noise/ The Colour of the Earth/ The Glorious Land/ The Words That Maketh Murder/ 50ft Queenie/ Black Hearted Love/ The Garden/ The Desperate Kingdom of Love/ Man-Size/ Dress/ Down by the Water/ To Bring You My Love/ C'mon Billy/ White Chalk/

Cualquiera que me haya leído en los últimos años, sabrá que, con el tiempo y de manera contumaz, he desarrollado una relación de amor-odio con el festival madrileño; la organización es buena, la localización atractiva y si vuelvo todos los años es porque siempre traen a un artista que justifica más que de sobra el paso por el botánico madrileño, pero si detesto acudir es por el público (no por ti, que lees esta crítica, seguro que por ti no, pero sí por el resto, ese rebaño cuarentón/cincuentón más preocupado de comprar un mojito que de las canciones). Y es algo para lo que no tengo explicación, no sé si fue antes el huevo o la gallina; si favorece la aparición de este tipo de público el ecléctico cartel del festival (sé categóricamente que no) o el rollito verbenero que trae por el que acude una media que peina canas y que parece a todo menos a la música. Pero, yendo a lo que importa, soy de aquellos para los que PJ Harvey fue una figura importante en los noventa, para mí lo resumía todo; tenía talento e imagen, escribía bien y congeniaba rabia con poesía, PJ Harvey era un cruce imposible entre la escena alternativa que reinaba en el momento y aquella otra atemporal cuyo único sustento es la calidad de sus composiciones. Además, no lo neguemos ser una artista femenina en los noventa era jodido, casi tanto como ahora en un momento en el que da igual tu talento.

Pero también es cierto que la carrera de Harvey sufrió un punto de inflexión con el mítico “To Bring You My Love” (1995) y los hijos de aquel hito; “Is This Desire?” (1998) y el notabilísimo “Stories From the City, Stories From the Sea” (2000) con aquel plantón madrileño la misma noche del concierto cancelando por supuesta enfermedad cuando lo que la esperaba era una actuación en televisión y la apertura de los conciertos de U2, desde entonces, Polly Jean no se ha prodigado demasiado por la ciudad, tan sólo aquella parada en el Summercase de 2007 y la sequía más absoluta que además ha coincidido con una etapa mucho más personal en su carrera, que es la que arranca con “White Chalk” (2007) y nos ha traído a la artista de “Let England Shake” (2011), “The Hope Six Demolition Project” (2016) y “I Inside the Old Year Dying” (2023), un disco mucho más directo, dentro de la tensísima calma acústica a la que nos somete, pero lejos del piano. 

Es precisamente con este disco con el que ha regresado a Madrid con unas primeras filas pobladas en su mayoría por aquellos que vivimos su carrera desde mediados de los noventa y queríamos comprobar -pellizcar en sentido figurado- si aquello había sido real, si todavía quedaban restos de esa energía insólita y rareza con la que nos deslumbró. Acompañada del sempiterno John Parish, con Giovanni Ferrario a la guitarra, James Johnston al bajo y Jean-Marc Butty tras los parches, Polly tomó un escenario sobriamente decorado, diseñado para las canciones de sus últimos cuatro discos; con varias sillas en las que a veces reposaba y tras la ensoñadora “Prayer At The Gate”, desgranaba un repertorio en el que poco se reconoce a aquella PJ Harvey que se caracterizó hace tres décadas y daba paso a una de voz más lírica, cercana a Beth Gibbons, y centrada en un álbum como “I Inside the Old Year Dying” (2023) que, mal que me pese por lo sobado de la expresión, sí es verdad que crece con cada escucha, interpretando sus canciones en su totalidad (a excepción de “All Souls” y “August”), esas tan bonitas y orgánicas hasta que ella desaparece y la banda hace de visagra con “The Colour Of The Earth” y Polly Jean regresa de nuevo triunfante con “Let England Shake” (2011), “The Glorious Land” bajo el brazo y la corneta de a la carga o “The Words That Maketh Murder” y su autoarpa, para dar un golpe sobre la mesa con “50ft Queenie” convertida en Patti Smith, y la bonita “Black Hearted Love”. A partir de ese momento, sentí que Polly Jean lo había planeado todo al milímetro; una primera parte en la que seducirnos y dejarnos rendidos con su voz e interpretación, gracias a sus nuevas canciones, para noquearnos en una segunda parte con otras como “The Garden”, intensísima y bella a partes iguales, la única parada en “Uh Huh Her” (2004) con “The Desperate Kingdom of Love”, que días antes había dedicado a Steve Albini en Barcelona (no obstante, gustándome tanto Albini, no puedo menos que reflejar en esta crónica el contrasentido de un público capaz de aullar cuando escucha su nombre, pero que cuando pasó por Madrid por última vez, con su banda Shellac, no llegábamos a treinta personas en la ya extinta sala Caracol), “Man-Size” del legendario “Rid Of Me” (1993) y la sabia dupla ganadora que fueron las coreadas “Down by the Water” y “To Bring You My Love”, tras “Dress” de “Dry” (1992) y toda su urgencia, para sorprendernos con el regalo de unos bises que incluyeron “C’mon Billy” y “White Chalk”.

Es inevitable sentir algo de pena porque todo haya pasado tan rápido y nunca sepamos cuándo volveremos a verla sobre un escenario (ese mismo por el que pasará Josh Homme dentro de unos días) y leer las crónicas de la prensa generalista escritas con lo que parece una plantilla, repletas de caminos comunes, pero dos días después todavía me cuesta quitarme de la cabeza a Polly sobre el escenario madrileño, su concierto fue tan especial que cuesta creer que vaya a haber uno en el mismo festival que sea capaz de igualarlo. Una de esas veces en las que uno siente que es parte de la historia, que está en el lugar y el momento adecuado, un sentimiento inefable en el que lo único que cabe es sumergirse de nuevo en su discografía como único remedio.

© 2024 Jota Jiménez
Video © 2024 David R.T. @derreteix