Crítica: Chelsea Wolfe “She Reaches Out to She Reaches Out to She”

Si vives lo suficiente como para cansarte de este viejo mundo, como bien decía Apollinaire (tantas veces citado en esta web), descubrirás que, como señalaba Wilde, no hay nada tan peligroso como ser extremadamente moderno porque corres el riesgo de pasar de moda inmediatamente. Y eso es lo que siento cuando los cuatro de siempre, mentan a Chelsea Wolfe como adalid de la vanguardia. No porque la de Sacramento no tenga talento o no haya grabado cosas interesantes, sino porque su propuesta no tiene nada de innovadora y no creo siquiera que a ella misma le gustase que su principal baza a resaltar sea eso, sino su increíble habilidad para componer o salir casi indemne de casi cualquier coqueteo con muchos de los subgéneros con los que habitualmente juega. Pero, si has vivido lo suficiente como para que la supuesta sinapsis que debe ocurrir en la pecera de calcio que tienes sobre los hombros te haga recordar con detalle la afortunada experiencia de haber vivido una década como la de los noventa sin tener que recurrir a las experiencias ajenas o los estériles resúmenes de Wikipedia, entenderás que, desde el primer segundo en el que comienzas a escuchar el magnífico trabajo que es "She Reaches Out to She Reaches Out to She”, este le debe tanto tantísimo a aquella década como para descubrir la deuda de Wolfe, pero también el increíble esfuerzo que la norteamericana ha hecho. Desde la Inicial "Whispers in the Echo Chamber" y sus ecos a Reznor en las bases, al lamento herido de "House of Self-Undoing" por el que parece que estemos escuchando “Third” (2008) de Portishead, escuchar este nuevo álbum de Chelsea Wolfe remite a épocas musicales más fértiles que, por increíble que parezca, siguen siendo asociadas con la vanguardia, la modernidad, “lo extraño”, “lo oscuro”, “lo sombrío” y “lo retorcido”. Cuando Beth Gibbons cantaba “Half Day Closing” con su increíble voz o Reznor levantaba nuestras pasiones más lúbricas y animales tres años antes, eran verdaderos adelantados a su tiempo, tanto como para que ahora Wolfe o Kristin Hayter sigan pareciéndonos rompedoras tres décadas después.

Pero lo único cierto detrás de esto es que Wolfe posee el suficiente genio como para llevar todas esas influencias a su arte y grabar este "She Reaches Out to She Reaches Out to She" con Lomavista y la ayuda de Dave Sitek, Shawn Everett o Heba Kadry, además de la mezcla inmersiva de Seth Presant que, hazme caso, produce auténtico placer auditivo desde el primer segundo. Un disco del que me resulta muy difícil afirmar que es su mejor álbum porque, para mí, ese puesto siempre lo ocupará "Abyss" (2015), en menor medida “Pain Is Beauty” (2013) y, en tercera pero no deshonrosa posición, “Hiss Spun” (2017) que, para bien y para mal, fue con el que se dio a conocer en nuestro país (¿dónde estabas en su concierto de 2014 en Madrid? No te vi en aquel, ni tampoco en aquel de Porcupine Tree en una desangelada Sala Caracol, aunque ahora todo el mundo cite a Wilson o Wolfe…).

Pero, basta con escuchar "Everything Turns Blue" o la profundísima “Tunnel Lights” para comprobar que este álbum tiene un mayor trabajo musical, de composición, de producción, quizá sea aquel en el que mejor ha volcado toda su maestría y por eso suene así de sobresaliente; las guitarras se retuercen, las bases te rompen el pecho, los teclados entran para dar pinceladas y los arreglos de cuerda soportan la mezcla sobre electrónica con tintes orientales, mientras la voz de Wolfe se dobla sobre sí misma y pasamos del lamento al susurro más melódico. “The Liminal” es tan delicada que podría cortar el fino velo de la relación más estrecha, mientras que la abstracta "Eyes Like Nightshade" podría haber sido un descarte de Radiohead, “Salt” nos devuelve a Bristol y “Unseen World” se plantea como un viaje con esos arreglos de cuerda capaces de sumergir al oyente en el mundo que la compositora ha creado de la nada, para cerrar con la desoladora “Place In The Sun” o “Dusk”, una mezcla entre el rock industrial y el soul, resultando igual de maravillosa que las nueve anteriores, manteniendo un altísimo nivel a lo largo del álbum. Reznor, Gibbons o PJ Harvey sonríen, Chelsea Wolfe ha tomado el relevo y su música es tan seductora como si hubiésemos abierto una cápsula del tiempo cerrada hace treinta años y su aroma fuese el de un auténtico reserva. Si Wolfe te dice ven, déjalo todo. Brutalmente bello.

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