Crítica: Nervosa "Jailbreak"

Venía con la escopeta cargada. Fundamentalmente, porque el último álbum de Crypta, “Shades Of Sorrow” (2023) me sigue pareciendo que roza el sobresaliente y las brasileñas han conseguido cierta estabilidad en el trío formado por Fernanda, Tainá y Luana, cosa que Prika no. Puede que sea mala suerte y la guitarrista cargue con una cruz por la cual está condenada a estar siempre sola ante el peligro, pero también puede que sea difícil trabajar con ella o que apunte mal y elija malas compañeras de filas cuando escoge a Mia (siempre tan ocupada en mil proyectos) o a Diva, estrellas en el underground, difíciles de mantener y contener en una empresa que no sea la suya propia (es tan sólo una suposición, que nadie lo tome al pie de la letra). Pero lo cierto es que Prika demuestra algo mucho más valioso y es que, esté quien esté tras los platos, el bajo o la guitarra, incluso en las voces, Nervosa sigue sonando como Nervosa, exhibiendo incluso más músculo que en anteriores entregas. Si “Perpetual Chaos” (2021) dejaba buen sabor de boca pero más incógnitas que otra cosa, cuando daba la sensación de oportunidad desaprovechada y, precisamente, lo que deseábamos era una continuidad de su formación para poder ver sus frutos y eso es justo lo que ahora echamos de menos, con “Jailbreak” (2023) parece confirmarse que Prika es como Mustaine y el sonido de su proyecto depende de ella misma y la dirección que quiera darle, pero lo que también está claro es que el último álbum de la brasileña es verdaderamente notable. Además, toma las labores vocales, tomando Nervosa un nuevo camino y es aquí, justo aquí, en donde la banda parece crecerse porque ya no es un combo en el que la guitarra trabaje tras la voz, con riffs pequeños y algunos licks, sino que Prika muestra su rasgada garganta y, cuando respira y la estrofa concluye, nos descerraja poderosos riffs que nada tienen que ver con lo escuchado en “Perpetual Chaos” (2021) sino que ganan en presencia y uso de la melodía. ¿El resultado? Canciones mucho más directas, más crudas, más contundentes y agresivas, quizá más primarias (que no sencillas) pero sí impactantes, como si Nervosa hubiesen transmutado en Kreator o Sodom. 

“Endless Ambition” es buen ejemplo de ello, el fraseo en las estrofas es genial, así como el caótico solo, sustentado por Hel Pyre y Naydenova, al bajo y batería respectivamente. La unión con “Suffocare” resulta orgánica, cuando parecen la misma canción, separada en dos partes bien diferenciadas, con esta última mucho más basada en el Groove, hasta la introducción de “Ungrateful” y su machacón tempo, además del uso nervioso del vibrato de Prika. “Seed Of Death” resulta memorable, un clásico inmediato de Nervosa, con uno de los riffs más reconocibles, además de un excelente trabajo de composición, como la espídica “Jailbreak”, que da título al disco, con su potente estribillo. Así, quizá es “Sacrifice” la menos agraciada por tomar la melodía de “Seed of Death”, de un disco que, al contrario de lo que estamos acostumbrados a ver, mejora aún más en su segunda mitad; “Behind The Wall” es una de las mejores de “Jailbreak”, una poderosa muestra de lo que Nervosa son capaces, o ese auténtico estallido de “Kill Or Die”, recordándonos a los Metallica de su primer disco en el riff y la forma de galopar de Naydenova, o el auténtico cañonazo que es “When the Truth Is a Lie” con la ayuda de Gary Holt (Exodus/Slayer) y su inconfundible guitarra en el solo, o Lena Scissorhands en “Superstition Failed”.

Acercándonos al final, encontrarás “Gates To The Fall” que parece un descarte (esos fade out o desvanecimientos en la producción para concluir siempre me han parecido que ocultan carencias de composición y estropean las canciones), mientras que “Elements Of Sin” parece más apropiada para cerrar que “Nail The Coffin” (a pesar del golpe de melodía en la guitarra) pero, como todo, es tan sólo mi opinión y pequeñeces que no ensombrecen el trabajo de Prika, a la que los acontecimientos han llevado a tomar el micro y, por suerte, ha sido todo un acierto. “Jailbreak” puede parecer tener menos relumbrón sobre el papel que “Perpetual Chaos” (2021) pero es el disco que tendrían que haber publicado tras el cisma con Fernanda. Un auténtico placer que cuesta dejar de escuchar y me ha cerrado la boca; la disputa artística entre Crypta y Nervosa sigue más viva que nunca cuando a sus seguidores, por el momento, nos sigue regalando doble ración.

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