Crítica: Cryptopsy "As Gomorrah Burns"

Pinchas el nuevo disco de Cryptopsy, "As Gomorrah Burns", y es como si introdujeses veinte paquetes de Mentos en una botella de Coca Cola, la agitases, cerrases y se la dieses a beber a tu pareja, con los ojos vendados, sin saber qué será más extremo; si la explosión de bebida o la reacción que vendrá después, cuando te toque compartir custodia de tus hijos o mascotas. Así es "Lascivious Undivine" y ese torrente de death metal técnico procedente de Canadá, con Matt gruñendo como un oso herido y Flo saltando al hiperespacio a lomos de su batería. No es casualidad, Cryptopsy llevan tres décadas grabando con desigual fortuna; por un lado, "Blasphemy Made Flesh" (1994) y "None So Vile" (1996), discos auténticamente clásicos, atemporales y seminales, por otro lado, "And Then You'll Beg" (2000) y "The Unspoken King" (2008) , otros mucho menos acertados -que no horrendos- pero que palidecen comparados con los anteriormente citados, para una formación en la que únicamente queda Flo Mounier tras el abandono definitivo hace ya tiempo, por motivos de salud, de Lord Worm y un verdadero desfile de músicos que no ha ayudado a que Cryptopsy consoliden su propuesta; Christian y Matt llevan desde 2005 y 2007, y Olivier desde el 2011, habiendo grabado discos aceptables como “Once Was Not” (2005) o “Cryptopsy” (2012), pero resultando una flaca muestra de su enorme talento cuando tenemos que esperar once años para paladear este "As Gomorrah Burns" (2023) que, evitando cualquier absurda comparación con "Blasphemy Made Flesh" (1994) y "None So Vile" (1996), suena lo suficientemente sólido y solvente como para acompañarnos durante los próximos meses de caluroso invierno en nuestro país, cada vez más parecido al trópico.

“In Abeyance” es uno de los grandes aciertos, sus tres minutos de abigarrados compases son la clara muestra del talento de estos cuatro músicos, tres minutos y a la yugular, sin introducciones, ni mierdas por el estilo, un riff brutal y Flo haciendo de las suyas. Lo mismo que ocurre con “Godless Deceiver”, sonando más veloces que Archspire pero con mucho mayor groove, no tan sincopados, pero igual de acelerados y técnicos. “Ill Ender” y “The Righteous Lost” poseen las mismas cualidades, pero con un tempo menos exagerado, quizá sea por eso que la segunda se convierte en una canción mucho más machacona y con menos gracias o dinámica que “In Abeyance”, por ejemplo, y el disco pierde algo de vuelo, ese mismo que recuperan con “Flayed The Swine”, pero pierden de nuevo con “The Righteous Lost”, a pesar del bajo de Olivier, hasta mis dos favoritas; “Obeisant” o la mejor de todo el disco; “Praise The Filth”, injustamente relegada al último puesto o quizá, mucho mejor pensado; el acierto definitivo de Cryptopsy, cuando despiden “As Gomorrah Burns” de una manera tan jodidamente épica, con una canción que es un verdadero monumento.

Quizá sea por eso, por la portada de Paolo Girardi o el buen saber hacer de los canadienses que el álbum deja mucho mejor sabor de boca que aquel que grabaron hace poco más de una década. Igualmente, Cryptopsy (si eres amante del metal extremo) no necesitan presentación, como tampoco emular lo que ya lograron hace treinta años o demostrarte nada que no sepamos ya aquellos que sí les hemos disfrutado en directo, a las duras y a las maduras, pero han grabado un disco que, sin ser sobresaliente, entra como un tiro. No es perfecto, pero sí es brutal y eso, hablando de death metal, es ya decir mucho, amigos míos.

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