Crítica: Predatory Void “Seven Keys to the Discomfort of Being”

No es de extrañar que, en los últimos años, cuando alguien ha querido ver más allá en lo que a metal extremo se refiere, muchos hayan echado la vista sobre Amenra, uno de los secretos mejor guardados de Europa, por lo cual han publicado disco tras disco, en silencio y trabajando duro, para encontrarse, por fin, con un mayor reconocimiento. Así, no ha sido de extrañar asistir a los proyectos de Oathbreaker o Wiegedood, formaciones que, como los belgas, han intentado captar las emociones más oscuras del alma humana y darles forma musical. Predatory Void tienen las mismas ansias, siendo una banda formada por Lina (Cross Bringer), Lennart Bossu (Amenra), Thijs de Cloedt (ex Aborted), Tim De Gieter (Amenra, Doodseskader) y Vincent Vestrepen (Carnation), con la ayuda de Jack Shirley en las mezclas y Sven Harambašić en el arte de la portada. ¿Y el resultado? El oyente más avezado se encontrar con una mezcla de post metal que bebe del sludge y el doom, con canciones que oscilan entre el músculo y el sudor, pero también la pesadez y la alternancia de estados de ánimo; entre la desconsolación y el ensimismamiento en el sufrimiento, la melancolía convertida en rabia y la angustia llevada a sus últimas consecuencias, siendo "Seven Keys to the Discomfort of Being" un debut repleto de disonancias y fortísimos riffs, del descubrimiento de Lina R como una auténtica fiera en las tareas, pero también la amarga sensación de constatar que este álbum podría haber dado mucho más de sí.

“Grovel” y "*(struggling..)" son una brillante manera de abrir el álbum, es verdad que las reminiscencias a Amenra son evidentes y los amantes del combo veremos las bondades en cada uno de sus momentos, aunque también sintamos cierto regusto a Neurosis, y la segunda sea la que termine de hacernos entrar en el vórtice de Predatory Void. El trémolo de "Endless Return to the Kingdom of Sleep" confiere al disco un toque de oscuridad que se agradece tras los dos frenéticos números iniciales y el cambio de ritmo, a mitad de la canción, hace romper por completo la tónica hipnótica de un comiento más propio del doom que del sludge, pero es con “Seeds Of Frustration” que el álbum experimenta un bajón; no porque la canción no contenga la agresividad de las anteriores o no sea lo suficientemente intrigante sino porque no termina de llevarnos a ningún sitio y “The Hell Within” peca del error intrínseco de una banda que parece sacrificar la energía -cuando debería pisar el pedal- por momentos más doom, que les alejan de su propia naturaleza, con lo que acabamos teniendo momentos monolíticos que no lo son tantos, sludge que no termina de romper y una banda que parece dudar entre tomar una senda y otra.

Lo mismo que ocurren con “Shedding Weathered Skin” y “Funerary Vision”, y la pérdida de rumbo, particularmente en la última y sus casi diez minutos, en los cuales, como oyente, sientes cómo la propuesta de la banda no termina de cuajar y parece deshacerse, ¿qué es lo que quieren hacer, a dónde quieren llegar y llevarnos? Lo que, por supuesto, no significa que Predatory Void no hayan grabado un excelente debut y uno sienta que son una prometedora nueva banda nacida del underground, una especie de súper grupo formado por unos músicos con un currículum más que suficiente para augurar un jugoso futuro. Por el momento, "Seven Keys to the Discomfort of Being" se queda en un notable, demuestra la poderosísima garganta de Lina, pero no llega a todo lo que parecía prometer, seguiremos informando…

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