Crítica: Arch Enemy "Deceivers"

Podría suscribir todas y cada una de las palabras escritas en mi crítica de Will To Power (2019), como también estoy seguro de que el nuevo álbum de Arch Enemy que nos ocupa, Deceivers, será recibido por los mismos seguidores con el mismo entusiasmo. Como canta nuestro querido Julio Iglesias; “La vida sigue igual”. Y es que, pocas sorpresas aguardan al oyente en una banda que parece haber encontrado la fórmula del éxito y ellos mismos pensarán que no hay motivo para cambiarla. Tal y como escribí en aquella ocasión, antes mencionada, si sigo respetando a los suecos es por títulos como Black Earth (1996), Stigmata (1998), Burning Bridges (1999) -mi disco favorito- o Wages Of Sin (2001). Una banda de metal con una mujer al frente tras la salida de Johan Liiva pero qué mujer, siento repetirme, Angela Gossow; capaz de cantar y mostrarse más agresiva que cualquier otro cantante de death, la clara demostración del poderío y del respeto ganado a pulso en un mundo tan machista como es el de la música en el que Gossow nunca tuvo que explotar su físico. Tal y como también insistía en aquel escrito, mi gran crítica a todas las formaciones con una mujer al frente, hecha realidad y constatable en cada uno de los videos de Arch Enemy; no hay uno sólo en el que la figura de Alissa no se recorte a contraluz y su cuerpo y su sola silueta sea la protagonista de muchas de las tomas. Pero ese no es mi problema, que cada uno haga uso de sus armas de la mejor forma que pueda, sino que el excesivo protagonismo estético de una, relega a Amott, Erlandsson, D'Angelo y el genial Loomis a meros comparsas mientras admiramos una y otra vez el último modelito de Alissa, sus lustrosas extensiones y su forzadísimo headbanging a cámara lenta, una y otra vez, una y otra vez, sobre unas canciones simples como el funcionamiento de un chupete, en la mayor parte de las ocasiones. ¿De verdad alguien que escuche Deceivers no siente haberlo escuchado ya antes en Will To Power o War Eternal? Es como si el tiempo no hubiese pasado…

Producido por Jacob Hansen, Deceivers abre con “Handshake with Hell”, una composición efectista a más no poder, sonando tan potente como de costumbre y con una guitarra con la dosis justa de riesgo, mientras Alissa canta alternando guturales (ultra procesados, todo hay que decirlos), sonando mucho mejor cuando canta melódica, pero sonando inevitablemente añeja. Lo que demuestra que la fórmula de Arch Enemy es tan vieja como la usada por cientos de bandas en los ochenta y noventa con una chavala al frente y lo único que les salva es su pericia musical (por desgracia, desaprovechada, al servicio del fanservice). El puente es quizá lo mejor, también porque da paso a dos brevísimos solos que acaban abruptamente para regresar al riff principal y atacar de nuevo la canción allá donde la dejaron. “Deceiver, Deceiver” gana enteros cuando Arch Enemy pisa el turbo, pero palidece como single frente a “In The Eye Of The Storm”, igual de poco original pero mucho más efectista y con un riff mucho más robusto.

No es que no sea capaz de apreciar las bondades de “The Watcher”, Arch Enemy funcionan mucho mejor a más revoluciones, cuando se olvidan de los riffs facilones y dejan su vertiente más azucarada. Mal el medio tiempo de “Poisoned Arrow”, como la evolución de "Sunset Over The Empire" que, en lugar de convertirse en una canción con épica de garrafón en sus puentes, debería haber tirado del melodeath que administran con mejor gusto en “House Of Mirrors” (a pesar de la introducción). Disparos muy alejados del centro de la diana y los mismos defectos que estamos escuchando en muchos discos últimamente y es la sensación de agotamiento en las últimas posiciones cuando guardan sus mejores bazas para las primeras; sólo así se puede entender una canción como “Spreading Black Wings" y ese abuso en los coros, el auténtico interruptus que supone “Morning Star”, o el relleno que son “One Last Time” (a pesar de las guitarras) y un final tan deslucido como “Exiled From Earth”, en el que es inevitable mirar una y otra vez la contraportada cuando once canciones se hacen eternas ante la sensación de repetición. 

Deceivers no es un disco criminalmente malo, es uno tan prefabricado que asusta, con una banda repleta de talento supeditada la pura y dura imagen. Es todo papel celofán de colores brillantes y ropa gótico-metalera de venta on line. Te lo repito, no te dejes engañar. 

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