Crítica: Mastodon "Hushed And Grim"

Me cuesta un poco escribir sobre Mastodon y no ponerme un pelín emocional; son casi dieciocho años siguiendo a una banda que siempre pensé que jamás me podría defraudar y, a diferencia de otras, sigue sin hacerlo tras ocho discos de estudio, dos directos y hasta ocho EPs. Y afirmo que me cuesta porque, como podrá intuir el lector, son ya muchos los conciertos a mis espaldas de los genios de Atlanta, desde la gira de “Blood Mountain” (2006), siendo la primera vez que los escuché con “Leviathan” (2004), y las innumerables veces que les he disfrutado, defendido ante conocidos que aseguraban que les defraudaban en directo, que la voz de Hinds era un maullido, que Dailor estaba sobrevalorado, que lo que hacen no es o era metal, que “Crack The Skye” (2009) no era para tanto, “Emperor Of Sand” (2017) su peor disco y sandeces por el estilo. Dieciocho largos años en los cuales, por supuesto, les he llegado a conocer en persona, fugazmente (no soy de esos que se hacen una foto y asegura algo muy diferente, soy un simple seguidor más), pero lo que importa es la cantidad de veces que he escuchado sus canciones hasta memorizarlas y el buen sabor de unos directos que he visto como han ido creciendo, tanto en sala como en festival. Mastodon han dejado de ser la gran promesa para convertirse en una de las mejores bandas del panorama actual, primera fila y primeras posiciones en los festivales.

 

Para entender “Hushed and Grim” debemos remontarnos inmediatamente a septiembre del 2018, cuando Mastodon lloraban la pérdida de su mánager, Nick John. El grupo le rendía homenaje con la publicación del single “Stairway To Heaven” (“Stairway to Nick John”) para el Record Store Day, pero la herida era demasiado profunda y el diagnóstico de aquel cáncer se sintió retumbando en “Emperor Of Sand” (2017) y, lógicamente, en un álbum como “Hushed and Grim”, no sólo por ser el más extenso hasta la fecha, el más personal y profundo en cuanto a su carga emocional sino en las diferentes evidencias que perlan el álbum a lo largo y ancho de su surcos, cuando, por ejemplo, cantan; “We live and breathe all your thousand words. Now you sleep we’ll finish your work…” y entendemos ese puño en alta, esas lágrimas, esa sangre.

 

Para el oyente casual, para el seguidor de la banda, para ti y para mí, seguramente Nick John no pudo significar nada y si lo hemos llegado a conocer es por Mastodon (y ya es suficiente como para que le estemos agradecido), pero “Hushed and Grim” no es un disco en el que se miren el ombligo; la pena, la rabia, la melancolía por el duelo siempre ha estado presente en la banda (por ejemplo, en “The Hunter”, 2011) y, por suerte o por desgracia, son sentimientos o emociones lo suficientemente universales como para que cualquier ser humano los entienda, empatice con las canciones y las haga suyas. Lo que proponen Mastodon en “Hushed and Grim” es un viaje a través de las emociones más básicas, esas que todos deberíamos experimentar o albergar, esas que deberían venir instaladas en el software de cada persona y, por desgracia, no siempre ocurre.

 

El dramatismo se masca desde la introducción de Dailor en “Pain With An Anchor”, no es que suene pretendidamente progresiva, no es que canten; "Oh, my dear! The damage is done here. I disappear. A love with no anchor. In the depths of the sea...." es que parecen tensarse cuando entra Hinds y tras la segunda estrofa y estribillo las guitarras se estrangulen y Mastodon suenen de nuevo a salitre, a mar y tormenta, antes de embravecerse y acercarse al death más fangoso. “The Crux” es una absoluta genialidad desde sus primeros segundos y las guitarras amenazando temporal para dejar a Dailor que rompa y llegue el músculo, las arremetidas y Hinds, sonando más grave pero igual de agreste, un puente tremendo con él y Kelliher demostrando que el cambio de tercio (y de tempo) les acerca más a los Floyd que a High On Fire, melódicamente impoluta y cortante como un cuchillo, pesada y evocando la languidez de los Alice In Chains más existenciales, la parte central de “The Crux” merecería por sí sola la compra del álbum.

"Sickle and Peace" me parece un buen adelanto de este álbum, me gusta cómo progresa la canción, la voz de Sanders con Hinds y cómo nos llevan hacia un estribillo que parece liberador. “More Than I Could Chew” suena cien por cien a Mastodon, es cierto que es la menos valiente pero la melodía y cómo canta Hinds, además del groove de las guitarras y su segunda parte la hacen subir enteros, los últimos dos minutos son toda una catarsis para la que es necesaria “The Beast” y su comienzo despreocupado, cambiar a una melodía (de nuevo, cercana a Pink Floyd mezclados con Neurosis), un puente brillante y un solo de guitarra repleto de sabor (04:04), alejándonos a otro lugar, para volver a la melodía inicial y un final ululante.

 

"Skeleton of Splendor" es otra de las cimas del álbum, su comienzo tenebroso, el trabajo del mellotrón y Dailor hacen el resto, evocadora y lisérgica por momentos, para llenarse de sentimiento en un final de libro, repleta de emoción y otro solo sabrosísimo, además de las dobles voces y desembocar en “Teardrinker” y la imaginería depechemodiana de ser capaces de devorar el dolor de aquellos que amamos para librarlos de sus tribulaciones; Dailor tomando el protagonismo y solo de Sanders, ¿quién podría pedir más? Claro single, como “Pushing The Tides” y de vuelta al sonido de los de Atlanta con todo el músculo del que son capaces, frenética y a todo gas hasta pisar demasiado el acelerador de la síncopa en “Peace And Tranquility”, tan proggy como noventera en su estribillo. “Dagger” recarga de electricidad estática el ambiente y parece abrir una tercera cara al disco, cuerdas y aires orientales, percusión y platillos, Mastodon parecen querer comunicarse con otra dimensión y la balada “Had It All” refuerza ese sentimiento, esos juegos de voces más propios de Staley y Cantrell, que ahora dominan Hinds y Sanders, mientras Dailor hace lo propio con “Savage Lands” y esa apertura tan clásica de uno de los mejores baterías de la actualidad. Los ocho minutos de " Gobblers of Dregs" parecen dividirse en dos partes clarísimas; los primeros cuatro y un puente hasta el solo del 06:49 que se alargará hasta el minuto para levantar vuelo por encima de las nubes en el último minuto y cerrar “Hushed and Grim” con “Eyes Of Serpants” y un trabajo excelente, de verdad que sí, en las seis cuerdas y el tono que son capaces de sacar, así como “Gigantium” y ese final a modo de broche de oro, diferentes partes articulando casi siete minutos que pasan en un santiamén y tras los cuales uno siente haber viajado de su mano. 

 

Tenía muy claro que Mastodon podrían haber grabado un disco continuista a “Emperor Of Sand” o haberse decantado por su vertiente más melódica, más comercial, explotando también su propio sonido, pero domesticándolo. Podrían haber grabado un disco mediocre, rompiendo la magia y la regla por la cual han sido incapaces de hacerlo, como también demostrarme que la cuarentena ha sido mal empleada y han grabado un mal álbum porque su problema no fuese el tiempo o la inspiración, pero no. Y yo, por mi parte, podría comparar “Hushed and Grim” con “Crack The Skye” o “Leviathan” como hitos de su discografía, como vara para medir, y afirmar que este último álbum no está a su altura, pero lo cierto es que Sanders, Hinds, Kelliher y Dailor han parido el mejor disco que podrían haber grabado ahora, en su tiempo y contexto y con ello me basta. Sobresaliente y para paladear lentamente, volver a él una y otra vez. No apto para personas sin sensibilidad o tiempo para escuchar discos…


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