Crítica: Red Fang "Arrows"

Recuerdo la primera vez que vi a Red Fang en directo, corrían los tiempos de "Murder the Mountains" (2011) y la sensación que me produjeron fue de inmensa frescura, de genialidad mezclada con el lodo de su stoner. Pero también he de reconocer que, según han pasado los años, los de Portland parecen haber ido perdiendo lustre, "Whales and Leeches” (2013) era acertado pero inferior y “Only Ghosts” (2016) confirmaba la pérdida de altura. Obviamente, los tres discos son disfrutables, pero ninguno hacía sombra a su debut o continuaba la estela de aquel. Pero quizá, los dos signos más claros de su evidente despeñe han sido los cinco largos años que han pasado desde “Only Ghosts” (2016) y las declaraciones de Aaron Beam durante la grabación de este nuevo álbum, cuando comparaba el ambiente generado por sus canciones a lo vivido en "Murder the Mountains", sorprendiendo que un grupo tan joven (con apenas cuatro discos) se empeñe en aceptar que su obra maestra es "Murder the Mountains" y nos intenten vender las bondades de su nuevo retoño. De verdad, ¿es necesario?

 

Nada de esto importaría, nada de esto sería grave y podría acusárseme de cierta pretenciosidad intentando rebanar las expectativas de sus seguidores o menospreciar el trabajo de la banda sino fuese porque la maldita comparación con "Murder the Mountains" les pasa factura en “Arrows” de una manera que sí resulta dramática cuando Red Fang suenan ajados, mayores, como si estuviésemos hablando del vigésimo tercer álbum de una banda con cuarenta años de carrera sobre sus hombros y no de una que tan sólo está publicando su cuarto disco. No digo que la producción no tenga que ver con que canciones como “Unreal State” pierdan fuelle por culpa de un sonido tan opaco o que un tema como “Arrows” no suene indudablemente a stoner, pero se les ha ido la mano en la consola, en el ambiente polvoriento y cascado que quieren transmitir. Por poner un ejemplo al alcance de todos; si escuchas “Wires” de su debut da la sensación de que todo ese brillo se ha perdido, en aquel sonaban a stoner pero era una pedrada afilada, “Arrows” suena como si estuviesen cortando leña con el mango del hacha.

 

Es la producción la que impide disfrutar de las canciones, por supuesto, pero nada a lo que no esté acostumbrado el aficionado medio, el problema de “Arrows” radica también en las canciones, “My Disaster” o “Rabbits In Hives” poseen la urgencia punk y el óxido del desierto, son de lo mejor de un álbum en el que no abundan los directos y hay que brear con “Two High” o experimentos como “Anodyne” (en la que, paradójicamente, salen bien parados), dos introducciones o pasajes como “Interop-Mod” y la apertura que es “Take it Back” en un disco de tan sólo trece canciones, con buenos momentos (“Fonzi Scheme”) y otros insufriblemente lentos como la balada “Days Collide” o la aburridota y noventera, “Why”, dejando quizá lo mejor para el final con “Dr. Owl” y “Funeral Coach”, demostrando que en “Arrows” hay buenas ideas pero no vale todo.

Soy de los que valoran la evolución, el cambio, pero cuando este no implica perder las señas de identidad, Red Fang han hecho algo más difícil y extraño, tan sólo reservado a aquellos grupos que parecen estar pensando más en la jubilación, y es intentar el cambio, no lograrlo y colarnos canciones que no siempre funcionan o están acertadas, comparar la grabación con lo que sintieron durante "Murder the Mountains" y publicar un álbum cinco años más tarde cuando deberían haber publicado dos a la altura, mínimo, de "Whales and Leeches” (2013). Decir lo contrario, pillarse el vinilo y asegurar que “los de Portland han vuelto”, es no tener ni puta idea o engañar al que te lee.


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