Crítica: Architects "For Those That Wish to Exist"

Igual que no puedes culpar a alguien por tener ambición, tampoco puedes culparle cuando fracasa, pero sí cuando, para lograr algo más, se deja todo por el camino. Como tampoco puedes culparme por tardar en escribir de un disco que, según se publicó, perdió todo mi interés; si hubiese escrito sobre él, al segundo de publicarse o filtrarse, con el promo aún calentito, y escribo mal sobre sus canciones y la evolución de la banda, creerás que me faltan escuchas o que soy de esos inmovilistas que machacan a los artistas cuando no me ofrecen lo que quiero. Pero con “For Those That Wish to Exist” (2021) había un interés por parte del creciente público de Architects, por demostrar que han salido del agujero que provocó la muerte de Tom Searle para descubrir, meses más tarde, lo que muchos ya pensábamos en “Holy Hell” (2018) y es que la baja de Searle resta demasiado a una banda en la que uno adivina que toda la tarea compositiva corría a manos del malogrado guitarrista. Pero “Holy Hell” engañó a muchos, fundamentalmente a esos chavales y chavalas en su veintena que corrieron a tatuarse el logo de la banda y creían escuchar en ellos canciones con más calado del que realmente poseen. “Holy Hell” engañaba porque la herida era reciente, porque las orquestaciones enlatadas y, seguramente, las sobras de Searle hicieron el resto junto a miles de cabezas que dotaron a aquellas canciones de una carga de profundidad que ahora descubrimos que no existía; fue un engaño perpetrado por ambas partes.

 

Venga, sincronicemos nuestros gustos para poder seguir despellejando semejante lanzamiento, que sí, que "Lost Forever // Lost Together" (2014) es su mejor obra, "All Our Gods Have Abandoned Us" (2016) y  "Hollow Crown" (2009) discos notables que aguantan el tiempo, claro que sí, pero no nos quedemos en los logros pasados -aunque caídas a los infiernos también ha habido, el inicial "Nightmares" (2006) posee todos los pecadillos de juventud, "Ruin" (2007) aprueba justito y "The Here and Now" (2011) era su peor álbum hasta este último título que nos ocupa, tampoco nos emocionemos-, juzguemos el presente; mi querido Josh Middleton (Sylosis) se incorpora para echar una mano, no sólo en directo sino también en el estudio (lo que me sorprende y mucho, aunque comer necesitamos todos) y la banda, como muchas otras, comienza a ciscarse en el metalcore a causa de una forzadísima madurez que se traduce en una suerte de experimento que podríamos llamar Bring Me The Architects con un álbum como "For Those That Wish to Exist" (2021) y una plétora de colaboraciones y músicos que podrían augurar el “Abbey Road”  del subgénero y, sin embargo, se queda en un batiburrillo de guitarras gruesas pero domesticadas, voces melódicas que, en muchas ocasiones, en lugar de escuchar a Sam Carter con Josh y Adam en los coros, nos hacen creer estar escuchando a tres ardillas puestas de helio hasta las cejas. Sorprendiéndome, más aún, que el bueno de Dan Searle esté tras la producción vocal. ¿Qué ha pasado?

 

Pues algo tan sencillo como que Architects quieren su pedacito del pastel, ese mismo que se está comiendo una banda como Bring Me The Horizon por lo que, paradójicamente, están publicando los peores discos de su carrera, pero a nivel comercial les va estupendamente. Quince canciones, un disco innecesariamente extenso, con una introducción como "Do You Dream of Armageddon?" que anuncia una llegada épica que desemboca en "Black Lungs" y el melodrama elevado a la enésima potencia (por Dios, ¿qué ha pasado en la voz?). Si de drama andan sobrados, no en el apartado compositivo, las guitarras son sencillas y abusan de los efectos electrónicos, del colchón de Dan. Con todo "Black Lungs" y su efectista y ramplón riff es de lo mejor junto a “Animals”, imaginemos cómo es el resto cuando "Giving Blood” y “An Ordinary Extinction” son tan decepcionantes; la primera por facilona e infantil, sonando a descarte, y la segunda porque parecen Rammstein cuando se ponen pedorros y lentos. “Discourse is Dead” es otra de las agraciadas, no es que sea una maravilla, pero es de lo mejor de "For Those That Wish to Exist" junto con “Animals” y “Black Lungs”; sí, así está de bajo el listón, porque la canción per se es mala con ganas y su estribillo carece de emoción pero, al menos, no suena tan blanda y poco inspirada como el resto. “Dead Butterflies” es pegadiza por su electrónica, pero insustancial; imagino que a muchos chavales les encantará y hará sentir muy profundos, yo no puedo con ella porque es escuchar cuatro compases y saberme de memoria los siguientes cuatro minutos y tampoco me gustan las voces, más propias de NSYNC.

 

"Impermanence" cuenta con la ayuda de otro de esos artistas, ahora maduros, que han visto la luz y reniegan del metalcore, me refiero a Winston de Parkway Drive, aunque este no pueda sumar a una canción tan sencilla y horrenda, con Dan Searle marcando lo que parece el paso de una charanga. No será la única ayuda en un disco que no las necesita para hundirse en el fangoso fondo de la más profunda de las simas marinas; Mike Kerr de los casi-extintos Royal Blood (otro hype y de los buenos) trae su mediocridad a “Little Wonder”, como Simon Neil de los hiper-inflados Biffy Clyro hace lo propio en “Goliath”. “Demi God” demuestra que una de las pocas cositas buenas que incluye el disco, es el trabajo de Dan en los sintetizadores. Pero lo peor está por llegar y en este álbum es así siempre que metemos el pie hasta el fondo; si una canción tan horrososa, pornográfica en su búsqueda de los sentimientos y vergonzosa en su instrumentación como es la última “Dying Is Absolutely Safe” nos amarga el trago final, no es comparable a la sensación de estar escuchando pop del malo con “Meteor” y tener que comprobar que no estamos escuchando otro artista por error cuando este es el sonido de Architects buscando calderilla en los bolsillos de sus nuevos seguidores; esos que tras la pandemia y una regia dieta de música en directo, serán capaces de vivirlo todo como si fuese el fin del mundo.

 

En el anterior disco, “Holy Hell”, no faltaron los descerebrados que lamieron hasta el último esfínter de Sam, asegurando que podrían interpretarlo en el Albert Hall, pues bien, “For Those That Wish to Exist” es la clara constatación de que la muerte de ambas partes no supondría nada al mundo y que Architects se perdieron para siempre el día que Tom abandonó este mundo y ellos sacaron tajada a semejante dramón. Suerte, paciencia y estómago para los que se queden los últimos, presenciando un estertor tras otro…

 

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