Crítica: Winterfylleth "The Reckoning Dawn"

Qué verdad es que hay discos que no entran o no llegan porque lo hacen en el momento adecuado y no me arrepiento escribir esto de “The Hallowing of Heirdom” (2018), un álbum que disfruté moderadamente porque me siento incapaz de no hacerlo de cualquier obra de Winterfylleth pero que si he logrado digerir la decepción que supuso fue por el tiempo de escucha que le dediqué. Pero uno sabe bien cuando una canción, un disco, llega a las entrañas y tampoco me avergüenza reconocer que "The Reckoning Dawn" (2020) es quizá el mejor disco de los ingleses desde "The Ghost of Heritage" (2008) y "The Mercian Sphere" (2010), que si las ocho canciones de "The Reckoning Dawn" entran como un tiro y produce auténtico placer escucharlas es porque la banda parece haber atravesado un estado de gracia que, honestamente y pese a la calidad inherente a sus producciones, ni siquiera yo mismo podría haberme esperado.

Quizá sea por el estallido que supone "Misdeeds of Faith", tan negra y tan nórdica, tan coral y tan potente en sus voces, sus gañidos y la solemnidad de su melodía, que Winterfylleth sorprenden en su primera dentellada con una agresividad que nunca más pensé escuchar en los surcos de uno de sus discos. Pero la gran sorpresa es "A Hostile Fate (The Wayfarer Pt. 4)", siete minutos en los que la banda toca de nuevo el cielo; difícil de explicar que no están haciendo nada nuevo, que la mezcla entre los pasajes más épicos y la gloriosa melancolía sigue presente pero más cerca de Enslaved que de la languidez por la que Winterfylleth se convirtió en la banda preferida de miles de ‘instagramers’ y su eterna pena esnob. Siete minutos de arremetidas, de bandazos eléctricas, de guitarras que te cogen por el cuello y no te sueltan hasta internarte en el bosque y abandonarte a tu suerte.

Pero también hay poesía, como la bella introducción de “Absolved in Fire” y el estallido black o esa recta final en el que las guitarras cogen tanto cuerpo que sorprende estar escuchando a Winterfylleth con tantos graves y un resultado tan bronco. Momentos honorables, como la propia "The Reckoning Dawn", en la que cabalgan sobre un ‘blast beat’ y saben bajar de tempo cambiando de compás y engalanando el resultado con majestuosos riffs que pasan del trémolo, de la mano derecha, a la parsimonia de la mano izquierda para sacudirnos una vez más con “A Greatness Undone”, u ofrecernos algo de descanso con la sutil y delicada “Betwixt Two Crowns” (que Mikael Åkerfeldt mataría por firmar, a sabiendas de su gusto por las piezas acústica, como él mismo ha asegurado en más de una ocasión). Miradas al pasado de la banda, “Yielding the March Law”, con reminiscencias a Woods of Ypres y un final a la altura del álbum, “In Darkness Begotten”, en la que hay drama, mucho drama, pero también intensidad y, de nuevo, esos coros y arreglos que parecen despejar las nubes de cualquier montaña y arrojar algo de luz sobre nuestras cabezas, además de una interpretación vocal realmente magistral.

Lucas, Naughton, Wallwork, Deeks y Capp han logrado lo que nadie esperaba y es que muchos giremos la cabeza y volvamos a esperar lo más grande de Winterfylleth, cuando estos han firmado uno de los grandes discos del año. Quién nos iba a decir a estas alturas del año que el aislamiento más duro no está en las bucólicas y perdidos paisajes de sus portadas sino en el anterior del ser humano.


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