Crítica: Katatonia “City Burials”

No es que uno recurra al mismo argumento una y otra vez, pero el gran problema actual de muchos discos es la composición, así de claro. Y me duele escribir esto de la banda de Jonas Renkse porque, si escucho las canciones de “City Burials” por separado, encuentro grandes momentos en esa suerte de post-metal melancólico y teñido de nubarrones, de pesadumbre y sensibilidad en el que Katatonia tienen pocos rivales pero es en ese terreno precisamente en el que se han afincado y parece ser del que no quieren volver a salir, el que me preocupa. Tal y como escribí de "The Fall of Hearts" (2016), la última vez que sentí palpitar de verdad mi corazón fue con "Night Is the New Day" (2009) y, claro, con "The Great Cold Distance" (2006) pero, a partir de "Dead End Kings" (2012), las cosas parecen torcerse. No es que los de Estocolmo sean capaces de grabar un mal álbum, es que, simplemente, no están al nivel que se espera de ellos y siempre hay algo que falla, a pesar de contener grandes momentos. Y la composición falla, no como ocurre en otras bandas; no porque no haya ideas o no estén inspirados, sino porque parece que Katatonia prefieren jugar sobre terreno ganador y jugar allá donde se saben victoriosos, evitando el riesgo (o administrándolo con cuentagotas) sin ganas de avanzar o desmarcarse.

Líneas arriba, mencionaba el problema de muchos discos actuales porque, obviamente, una banda que está habituada a trabajar con Jen Bogren y, en este caso, decide hacerlo en casa con los propios Anders Nyström y Jonas Renkse a los mandos, denota el poco interés por desmarcarse de las coordenadas habituales pero, por otro lado, dado el nivel de los propios músicos, es imposible que “City Burials” suene mal. El cambio respecto a "The Fall of Hearts" es obvio en la crudeza del ambiente que este nuevo álbum transmite pero, en el fondo, y recurriendo a Lampedussa, Katatonia acarician la idea de "cambiar todo para que nada cambie" o, en su caso, cambiar un poco -lo justo- para que nadie les acuse de inmovilismo pero ahí están Nyström y Öjersson, la programación de Eriksson y las inflexiones de vocales de Renkse para que nadie se olvide de que la infinita tristeza de Katatonia sigue presente.

De esta forma, no sorprende que abran el álbum con “Heart Set to Divide”, en la que ellos se sienten fuertes a lo largo de sus cinco minutos y medio, la voz de Renkse nos invade hasta que entran las guitarras. Algo parecido a lo que hacen en “Lacquer” que parece concebida como un claro single (al más puro estilo de “Serein”) y con toda la precaución que el termino “sencillo” implica en una banda del calado y la comedida repercusión comercial de Katatonia, pero el lector me entenderá cuando escuche “Lacquer” y sienta haberla escucha ya con anterioridad, agradeciendo algo de la virulencia impostada de “Behind The Blood”. Magníficamente interpretadas, qué duda cabe, con excelente sonido (aunque “Rein” sirva como continuación de la anteriormente citada y uno sienta estar escuchando su segunda parte), lo mismo que ocurre con “The Winter of Our Passing” en la que, además de la programación, no hay un solo segundo genuino que Katatonia no haya facturado antes.

Bonita es “Vanishers” con Anni Bernhard como invitada, formando un bonito dúo con Renkse, marcando la diferencia con canciones genéricas (no sabe nadie lo que siento escribir esto) como “City Glaciers” o “Flickers”. Por suerte, “Lachesis” es tan bella que rompe desde su tono elegíaco y, lo peor de todo, la triada final demuestra lo que Katatonia podrían haber logrado en “City Burials” si se hubiesen olvidado, precisamente de eso, de quiénes son. “Neon Epitaph” es brillante en su desarrollo y “Untrodden" es todo lo valiente (no sólo por su compás) que “City Burials” necesita, como afilada “Fighters”. Quedándosele a uno las ganas de preguntarle a Renkse, ¿cuáles llegaron antes, las canciones con riesgo y ganas de jugársela o aquellas en las que hacéis de vosotros mismos? Katatonia siempre tendrán un huequito en mi corazón y acudiré presto a sus discos y directos pero, honestamente, siento que desde "Dead End Kings" han puesto el piloto automático como cuando en su gira por festivales europeos, presentando "The Fall of Hearts", vi a Renkse más preocupado del reloj que de la propia actuación y eso, por mucho que ame su música, duele en lo más profundo.


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Pic by © Esther Segarra