Crítica: The Devil Wears Prada "The Act"

La vida es cambio y es esa capacidad la que hace que resulte excitante, por la que un día te sumerge en los abismos de la locura y, en pocas horas, te hace el regalo más grande de toda tu existencia. La primera vez que escuché “The Act” me gustó, pero no más que "Transit Blues" (2016) y, sintiendo una especial simpatía por The Devil Wears Prada, no pasó lo mismo con la crítica que tienes entre las manos, siendo desechada al poco de escribirla, quizá no había llegado mi momento, pensé. Hasta que hace poco, bendito día, me desperté y caminé hacia el fondo de la habitación y me encontré desnuda a mi pareja, recién duchada tras la noche anterior, maquillándose esos enormes ojos en los que perderse, mirándose en el espejo, cantando “Chemical”. Me miró sonriente y caí en su mirada, su olor y sus labios, mientras sonaba “The Act” y no pude menos que volver a dar las gracias por haberla conocido y abandonarme de nuevo entre sus besos, en su eterno abrazo. Así hice mío “The Act”, entre muchos otros discos que sonaron en aquella noche, ella cantaba; “There's a hole in my head and heart But I'm a long way from back when I couldn't move, was frozen I told myself, it's all good It's only chemical It's only chemical It's only chemical…”, con la aparente facilidad de aquella que se sabe querida y puede cambiar, a su antojo, el significado de una canción que habla de desarreglos químicos en el estado del ánimo. Pero, ¿acaso el amor no es eso mismo también, un puto desarreglo?

“The Act” dura apenas una hora y hace del eclecticismo su coherencia, me explico; en su séptimo álbum, The Devil Wears Prada se olvidan del metalcore o casi. Desde medios tiempos que rozan la balada a un post-hardcore en el que Mike Hranica se olvida de las voces más rasgadas para afincarse en las dobles voces del estribillo en un disco que tiende a la introspección pura y dura, y cuya piedra de toque es que ninguna canción es igual a la anterior, conformando una pequeña locura de la que es difícil salir. “Switchblade” poco tiene que ver con “Lines Of Your Hands”, la primera es más brutal y cortante, el caos se apropia de la banda y el propio oyente, mientras que en la segunda logran algo mucho más interesante. Por no mencionar “Chemical”, ese medio tiempo en el cual es la voz y la base rítmica la que precisamente logra la química y el crescendo hacia su estribillo. Canciones que conectan con las emociones, con las tripas y te agarran por el cuello para no soltarte y zambullirte en ese mar de sentimientos que The Devil Wears Prada logra en un álbum tan heterogéneo que parece un experimento o uno de transición entre “Transit Blues” y el que vendrá.

“Wave of Youth” y la guitarra nos rompe en otro medio tiempo que vuelve aún más farragosa la parte intermedia de “The Act”, mientras canciones como “Please Say No” demuestran que la banda funciona perfectamente bien a baja revolución, sin tener que renunciar a la calidad, aunque el estribillo posea grandes dosis de azúcar y sólo “The Thread” sea capaz de despertar al oyente, como los cambios de ritmo en “Numb” o la extravagante “Isn't It Strange?” con la que despedirán hasta al último fan del metalcore que quede en el edificio. Lo mismo ocurre con “Diamond Lost”, disparos en el pie o a bocajarro contra sus seguidores más antiguos, hasta una de las mejores canciones de “The Act”, que es “As Kids” y su chirriante armonía entre el desquicie más absoluto y la locura perfectamente programada en “Spiderhead” y el último aliento festivo tras “Even Though”.

Tengo tan claro que este “The Act” es una transición, como la disparidad de sus canciones y la sensación de que Hranica y compañía han querido apuntar a lo loco con un resultado tan desigual que resulta incluso atractivo. Mientras tanto, “The Act”, formará parte de mi pequeña historia, mientras todavía escucho la voz de mi chica cantando; “It's all good It's only chemical It's only chemical It's only chemical…” y vuelvo a ver sus enormes ojos, mirándome hasta el alma. Qué razón tienes que todo es cuestión de química…


© 2020 Jesús Cano