Crónica: Ghost (Madrid) 11.12.2019

SETLIST: Rats/ Absolution/ Faith/ Mary on a Cross/ Devil Church/ Cirice/ Miasma/ Ghuleh/Zombie Queen/ Helvetesfönster/ Spirit/ From the Pinnacle to the Pit/ Ritual/ Satan Prayer/ Year Zero/ Spöksonat / He Is/ Mummy Dust/ Kiss the Go-Goat/ Dance Macabre/ Square Hammer/

Ghost son una de esas bandas por las que uno siente ese pequeño sentimiento de pertenencia, pero también síntoma de debilidad. Si me limitase a escribir sobre ellos de la misma forma que lo hacen otras webs que todos conocemos, poner la directa y a volar, la experiencia resultaría mucho más sencilla tanto para mí, como para el que lee estas líneas, pero siendo Ghost, resulta muy difícil escribir en automático y no hacer algo más personal con lo que disfrutar. Los descubrí con "Opus Eponymous" (2010) y no porque sea más auténtico que nadie sino, simple y llanamente, porque un año antes se anunció su presencia en el ya extinto festival noruego Hole in the Sky en su edición de 2011 y el peregrinaje a aquel era cita obligada para todo amante del black, imagino también que poco o nada sabía la organización sobre Ghost para ser confirmados en un festival así, en un entorno tan fundamentalista, ocho años antes de que grabasen una canción tan descacharrante como “Dance Macabre”. Los disfruté en aquella gira y por partida triple en "Infestissumam" (2013), además de conocerlos, hasta su coronación con "Meliora" (2015) -también tres veces en aquella gira- hasta "Prequelle" (2018) y si disfruté también de su actuación con Metallica es porque salieron a por todas y Forge, sabedor de la oportunidad, saltó al escenario derrochando ilusión; exactamente igual que en estas dos últimas fechas españolas en las que, sin embargo, no he sentido lo mismo.

Ver a Tribulation en directo es una maravilla y así lleva siendo años, la banda de Johannes Andersson está en auténtico estado de gracia y no sólo lo ha vuelto a hacer en el estudio con “Down Below” (2018) sino que conservan toda la magia en directo. Abrieron con “Nightbound” y esa guitarra heredera de todo el pop gótico de los ochenta, para teñirse de hard rock y llevarnos a su mundo con “Melancholia”. Su delgadísima estampa sobre el escenario, las luces verdosas y el humo, la voz bronca de Andersson y las guitarras de Zaars y Hultén sonaron repletas de encanto, en un repertorio con canciones como “The Lament” o “The World”, todas de “Down Below” (a excepción, claro, de “Melancholia”), metiéndonos de lleno en su mundo, “Cries From the Underworld”, para despedirse con “Children Of The Night” y dos de sus mejores bazas; “The Motherhood of God” y esa que también sintetiza a la perfección el alma de la banda, “Strange Gateways Beckon”, y su emocionante introducción. Curioso fue ver a Andersson, Zaars, Hultén y Leander pasear por el recinto sin que nadie los reconociese o constatar que Tribulation deberían haber tocado después de All Them Witches. Sólo espero volver a verlos en directo, de nuevo, en poco tiempo…

Y es que no tengo nada en contra de los de Nashville, pero la noche fue sueca, no sólo creo firmemente que merecían haber abierto la tarde y dejar a Tribulation justo antes de Ghost, sino que "Effervescent" (2014) es su mejor disco y "Lost and Found" (2018) es quizá lo peor que han grabado, aún estando a buen nivel. Entraron al escenario a ritmo de Black Sabbath y su “War Pigs”, mala elección; las comparaciones son odiosas. Sonaba "Funeral for a Great Drunken Bird" y sentí que ya había visto lo mismo mil veces antes, no puedo decir que Staebler, Mcleod y Parks sonasen mal; tuvieron más volumen que Tribulation pero su mezcla de stoner con toques de doom polvoriento, más cercano al desierto que a Birmingham, y psicodelia de manual resulta monótona porque es poco original, cayó de manera plomiza sobre todos nosotros. Me gustaron "1X1" o “Workhorse” pero al llegar a "Blood and Sand / Milk and Endless Waters" sentí que se me repetían, sentí que deseaba que aquello acabase, me aburrí mortalmente en "When God Comes Back" o "Swallowed by the Sea" y, por lo que pude ver a mi alrededor, el resto también; ghouls de calle mirando sus móviles, decenas de niños y niñas (lo siento, cada vez me gusta menos la asociación de Ghost con tiernos infantes y padres celosos hasta la náusea protegiéndolos en la primera fila de lo que se supone que es un concierto de rock. Siento exactamente lo mismo en Springsteen o cualquier concierto en el que los progenitores fuercen a asistir a sus hijos y estos sirvan de incordio al resto o se mida el carisma del artista si interacciona o lanza púas a los críos), en definitiva; All Them Witches es una banda para ver en sala, no en un frío pabellón a medio llenar y lo que Tribulation superaron, a la banda de stoner se le atragantó y vino grande.

Y llegó el momento de Ghost tras la clásica “Miserere Mei, Deus” y, por supuesto, “Ashes”, la ambientación es fantástica y “Rats”, “Absolution” y “Faith” son disparadas a traición, Tobias Forge es inteligente y sabe cómo impactar, pero me sobró “Mary on a Cross” (no me parece digna de su talento y no puedo evaluar su calidad a fuerza de escucharla una y otra vez y creer que si soy capaz de tararearla es que es, indudablemente, buena o “tiene algo”), como tampoco me convencieron las instrumentales enlatadas (ni las tres iniciales, ni “Devil Church”) pero, claro, lo solucionaron con “Cirice” a la que, honestamente, también le sobró la larga introducción de los nuevos Nameless Ghouls y su supuesto duelo de guitarras. “Miasma” se confirmó como la genialidad que es pero tras ella y ese magnífico solo de Papa Nihil, “Ghuleh” rompía ligeramente el ritmo de un concierto que sobre el papel funciona pero que, en pleno directo, tiene más de teatrillo que de actuación; así agradecí el traqueteante e irresistible ritmo surf de “Zombie Queen” hasta que otro interludio (en este caso, “Helvetesfönster”) nos separaba de singles como “Spirit” (magnífica, como siempre), “From the Pinnacle to the Pit” y las únicas paradas en "Opus Eponymous"; “Ritual” o “Satan Prayer” (lo siento, me parece inconcebible un concierto de Ghost sin “Con Clavi Con Dio”, como otras muchas inexplicables ausentes) pero supieron levantar a todo el mundo tras “Ritual” con “Year Zero” hasta otro interludio (¿ha contado el lector cuántos llevamos?), como “Spöksonat”, y el momento de móviles y mecheros en alto con “He Is” (de nuevo, otra genialidad de Forge), “Mummy Dust” y una recta final mediocre con “Kiss the Go-Goat” (me repatea que, sin haberlos escuchado, muchos menten a Jefferson Airplane para justificarla), la mencionada “Dance Macabre” y quizá el mejor de sus últimos singles, “Square Hammer”, una barbaridad de canción que funciona en la posición que la sitúes, verdadera catalizadora de Ghost en concierto, el infinito y más allá.

Por el camino, Tobias entrando y saliendo entre bambalinas (hasta en tres ocasiones en algunas canciones), constantes cambios de vestuario y una voz aún más nasal y débil en directo que en últimas ocasiones, en un concierto en el que no hay cambio alguno entre noches y todo está perfectamente cronometrado. ¿Fue un desastre? Para nada, un buen concierto, un notable espectáculo para niños de todas las edades, padres y madres, pájaros y pájaras, gentes de cien mil raleas, cientos de camisetas, máscaras y tipos y tipas maquillados y maquilladas. ¿Saben lo mejor? Todo eso me parece bien, pero he visto un gran concierto de Ghost y no ha sido este precisamente. ¿Volveré? Por supuesto que sí, esa debilidad que siento por su música, asociada a muchísimos grandes recuerdos y emociones, además de la constatación del genio de Tobias Forge y su capacidad para reinventarse en diferentes personajes (al final, el fantasma que se reencarna en unos y otros, es él mismo, magnífico concepto y elucubración propia), me aseguran la misma diversión que Kiss en directo (ojo, sin la gloria de su discografía de los setenta), pero es la primera vez que en un concierto de Ghost siento que algo falla y miro la hora, la primera vez…


© 2019 Blogofenia
pics by © 2019 @ryancphoto