Crónica: Alice Cooper (Madrid) 07.09.2019

SETLIST: Feed My Frankenstein / No More Mr. Nice Guy/ Bed of Nails/ Raped and Freezin'/ Fallen in Love/ Muscle of Love/ I'm Eighteen/ Billion Dollar Babies/ Poison/ Roses on White Lace/ My Stars/ Devil's Food/ Black Widow/ Steven/ Dead Babies/ I Love the Dead/ Escape/ Teenage Frankenstein/ Under My Wheels/ School's Out/

La primera vez que vi a Alice Cooper en directo fue hace veintidós años. Lo que, en lugar de complacerme únicamente, me hace reflexionar sobre el rapidísimo paso del tiempo y cómo, una de las dos partes (la de nuestro amigo The Coop), no ha cumplido con el aparente pacto de envejecer; Cooper casi me dobla la edad y, con más de setenta años, posee más energía de la que yo pueda presumir algún día. Los más agoreros asegurarán que ha perdido voz, como si su clásico tono nasal arrastrado fuese algo achacable a los años o estuviésemos refiriéndonos al mismísimo Sinatra, mientras los más infantiles buscarán la excusa en los frecuentes descansos de Alice Cooper durante las casi dos horas de actuación con que nos deleitó en Madrid. Pero nada de eso importa, The Coop puede hacer lo que le venga en gana y cuándo le venga en gana. La primera vez que vi a Alice Cooper en directo, era la época de "A Fistful of Alice" (1997) y aquel School's Out for Summer '97 Tour en un festival en el que tuve la inmensa suerte de ver a Slayer con Hanneman y Lombardo pero también a los Megadeth de Mustaine, Friedman, Ellfeson y Menza o los Rage Against The Machine de “Evil Empire” (1996), casi nada. Sin embargo, entre aquella y la última vez que lo vi sobre las tablas, hasta antes de ayer por la noche en Madrid, fue con Joe Perry y Johnny Depp. Mentiría si dijese que Alice Cooper se ha quedado quieto, que ha vivido de su pasado más glorioso y apenas ha arriesgado porque lo cierto es que Vincent Furnier, más allá del maquillaje y las guillotinas, me sigue pareciendo el mismo artista de hace veinte, treinta o cuarenta años; valiente, acertado (algunas veces más que otras, por supuesto) pero tan brillante como entrañable, capaz de convertir un concierto de shock rock en una fiesta de Halloween de serie B y hacernos sonreír a todos porque lo que sustenta su espectáculo no es el papel celofán, las telarañas o las marionetas, sino canciones imperecederas por las que el resto de los mortales firmarían un pacto con el diablo.

Así el Ol' Black Eyes Is Back: Alice Cooper 2019 Tour recalaba en nuestro país, con Nita Strauss, Ryan Roxie, Tommy Henriksen, Chuck Garric y Glen Sobel como banda de lujo a la que abrió Black Stone Cherry. Pido disculpas al lector sino me detengo con los de Kentucky, presentando "Family Tree" (2018), Chris Robertson y los suyos hicieron lo que pudieron, sonaron razonablemente bien (todo lo que Vistalegre permite) y desplegaron una suerte de rock norteamericano de FM, con suaves tintes sureños que, honestamente, no resultaron de lo más apropiados para abrir a The Coop. Quizá si hubiesen hecho lo propio en una noche en la que Blackberry Smoke fuesen los protagonistas, el contraste no habría sido tal pero en esta gira, a Black Stone Cherry se les sentía como pez fuera del agua.

Y es que, claro, abrir con “Feed My Frankenstein” es ir a tiro hecho y Alice Cooper no ha dudado en descorchar sus clásicos a la primera de cambio en esta gira; “No More Mr. Nice Guy” es cantada por todo el recinto, miles de gargantas que se quedarán sin voz en “Bed Of Nails”, de un disco como fue “Trash” (1989) en el que Desmond Child metió mano y produjo a destajo, es verdad, pero que puso a Cooper en órbita. “Raped and Freezin'” o “Fallen In Love” calman ligeramente los ánimos hasta la ráfaga definitiva; “Muscle Of Love” magníficamente interpretada, el jodido clásico que es “I’m Eighteen” (auténtica piel de gallina seguir escuchándolo en directo) y un “Billion Dollar Babies” con florete en mano hasta el single definitivo, “Poison” y cientos de móviles en alto. El solo de Nita Strauss sirve de descanso hasta “Roses On White Lace” con Calico Cooper (hija del maestro) disfrazada de siniestra novia o Strauss, Roxie, Henriksen, Garric y Sobel atacando “My Stars” hasta “Devil's Food” y la jam de “Black Widow” con solo incluido de Sobel. “Steven” o la oscura “Dead Babies” y “I Love The Dead” logran que Cooper despliegue toda su imaginería; la célebre guillotina, cañones con forma de calavera escupiendo billetes, confeti y decenas de púas, el asesinato de un bebé o Calico transformada en enfermera y, cómo no, un Frankentein de dos metros recorriendo el escenario, completamente desencadenado y “Teenage Frankenstein” antes de unos bises de auténtico lujo como “Under My Wheels” y la mítica “School’s Out” con fragmentos de “Another Brick In The Wall” de Pink Floyd y toda la pista convertida en una fiesta con enorme globos sobre nuestras cabezas.

Alice y la banda se despiden, todos sonrientes; desde Nita hasta Sobel; otra ciudad, otra noche llevando su particular circo de los horrores a lo largo y ancho de este mundo. Cooper coge el puñal de juguete con el que ha estado jugando durante gran parte del concierto y lo lanza al suelo, sorprendentemente este se clava y su hoja permanece moviéndose, ensartado segundos después de que los músicos hayan abandonado el escenario. Habrá un día en el que Sabbath, Ozzy, Judas, Maiden, King Diamond o Alice Cooper, entre muchos otros, dejen de actuar y el mundo sea un poquito más triste, desde luego que sí…


© 2019 Lord Of Metal
Foto © 2019 Alice Cooper