Crítica: This Gift Is A Curse "A Throne of Ash"

De entre todos los subgéneros nacidos del rock, es quizá el metal y todos sus hijos bastardos el que más escucho. ¿Recuerdas la primera vez que escuchaste Cannibal Corpse o Napalm Death, o esa otra que vez que perdiste la virginidad con un álbum de black y no entendiste nada, pero te atraía como un imán? El metal tiene mucho de gusto adquirido pero, como reza el dicho; “Once you go black, there’s no turning back” Y digo todo esto porque descubrí a This Gift is A Curse con “I, Gvilt Bearer” (2012), cuando estaban a puntito de publicar “All Hail the Swinelord” (2015) y me encantaron pero entiendo que no es música para todo el mundo porque a todo aquel al que se los recomendaba, tardaba en llegar a ellos. ¿El motivo? Sinceramente, creo que la música que graban This Gift Is A Curse tiene una dimensión más profunda y personal que la que firman otros artistas actuales, se trata de algo más visceral con lo que tienes que conectar a un nivel más animal. A menos que seas un alma torturada, oscura o con tendencia hacia lo siniestro -que no lo diestro (un día hablaremos de los lunáticos y los rasgos apolíneos y los dionisíacos, prometido)- la música de aquellos que firmaron “All Hail the Swinelord” no te llegará como debe. Escuchar a This Gift Is A Curse es como asistir a un ritual mágico de trasgos y seres nacidos de un culto ancestral que llegan a tu dimensión a través de un vórtice de electricidad, pueden parecer seres humanos, pero rinden culto a The Swinelord en las recónditas profundidades de los bosques y su música es un alarido, una herida sónica de la que tardarás en recuperarte porque esto no es black al uso, no es death o grind, no es sludge, es todo y más, una auténtica descarga que conecta, como antes afirmaba, con la parte más primaria de tu ser. Puede sonar cursi, lo entiendo, pero así es; ríete de aquellos que veneran al señor de las tinieblas porque a los ídolos de This Gift Is A Curse nunca los conocerás y ya se sabe, no hay nada más temible que lo desconocido…

"Haema" nos introduce en ese mundo de manera obsesiva y enfermiza, es una introducción que debe mucho al industrial pergeñado en los noventa pero, claro, cuando This Gift Is A Curse desatan la furia con "Blood Is My Harvest", uno sabe que no hay vuelta a atrás y que cualquier referencia para catalogar su música, carece de sentido. Holmberg suena agresivísimo, mientras el resto de la banda no se queda corta y resulta aún más caustica que en “All Hail the Swinelord”, cuando pensábamos que ya no era posible. "Thresholds" y, en especial, "Gate Dweller" nos hacen viajar a toda velocidad por ese vórtice que antes mencionaba para sí tener la sensación de llegar a algún lugar desconocido e inhóspito en "Monuments for Dead Gods” en la que, como oyentes, agradecemos el respiro y cómo la canción crece poco a poco, en lugar de destriparnos desde el primer compás, como en anteriores.

Es esa calma tensa, la misma que logran en "Wolvking", la que produce aún más intranquilidad, o las convulsiones de "I Am Katharsis", las que logran que “A Throne of Ash” sea tan variado a pesar de que la propuesta de la banda sea tan marcada, y en sucesivas escuchas uno detecta la melodía de "I Am Katharsis" o la impresionante "In Your Black Halo" tras capas y capas de agresivo ruido con Andersson y Deravian arrancándote el corazón a dentelladas de sus guitarras o atraerte a un auténtico espiral descendente en "Wormwood Star", a modo de brillante cierre.

Absolutamente terrorífico (en el mejor de los sentidos), de principio a fin. Ahora que Internet está poblada de mediocres moradores del ciberespacio que hablan de “follar mentes”, pero no saben escribir menos de cien caracteres sin faltas de ortografía, la música contenida en “A Throne of Ash” es una auténtica perversión de tu cerebelo. No puedo asegurar que sea un cinco estrellas, porque estoy seguro de que la obra maestra de This Gift Is A Curse está por llegar, pero confesaos antes de escucharlo más de una vez si lo que pretendéis es vivir durante un tiempo y no pasar por él con el simple propósito de afirmar que lo habéis escuchado, esto hay que vivirlo…


© 2019 Jak Ermeister