Crítica: Firespawn “Abominate"

No es ninguna sorpresa que disfruté muchísimo de “The Reprobate” (2017) y todavía sigo pinchándolo con asiduidad, me parece superior a “Shadow Realms” (2015) y esperaba con ganas la nueva entrega de Firespawn. La cuestión es sencilla, la banda no pretende innovar, no hay una gran propuesta tras ellos, las canciones son sencillas pero efectivas en lo que parece un oficio artesanal por parte de unos músicos que aman el death metal y lo único que pretenden es interpretar el que a ellos les gusta escuchar, punto. Mientras, por mucho que me duela, no puedo decir lo mismo de Entombed A.D. los cuales me gustan, pero siempre siento que les falta algo…

Volviendo a Firespawn, pocas sorpresas, Lars-Goran Petrov vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer y lo hace con prestancia, con una voz profunda y llena grano, con la garganta a puntito de romper, en ese tono suyo tan característico, a medio camino entre el death y el bourbon, la cerveza y lo gutural. Sólidamente respaldado por Victor Brandt y Fredrik Folkare, Alex Friberg y Matte Modin, músicos con un currículum brillante y nombres de la talla de Necrophobic, Unleashed, Fireborn, Satyricon, Entombed o Dimmu Borgir entre otros. Y lo cierto es que “The Reprobate” no baja el nivel, Friberg y Modin son una base rítmica perfecta y Petrov está enorme pero no puedo decir lo mismo de Brandt y Folkare, grandes guitarristas pero poco imaginativos en este disco; su trabajo es correcto pero poco creativo, las guitarras cumplen su papel pero los riffs son genéricos, siento que los he escuchado una y mil veces antes, los solos son predecibles y, en general, desmerecen levemente el resultado de un álbum que, sonando potente, debería ser un salto cualitativo respecto al resto de bandas de la escena si somos conscientes de que Firespawn, como Bloodbath, son una superbanda (cómo odio este término) de death metal; cinco músicos con una carrera impresionante a sus espaldas y un talento desbordante que, traducido al metal, debería ser un auténtico bofetón en la cara.

“The Gallows End” es una buena introducción de la mano de Friberg que nos hace sentir lo mismo que si estuviésemos en pleno concierto, una fortísima base entre él y Modin, exactamente lo que Petrov necesita para hacer sonar su rugido. Pero es en ella, desde el comienzo, en la que sentimos que las guitarras están en segundo plano, “Death And Damnation” lo confirma cuando Firespawn le prestan más atención al groove y convierten la canción en toda una estampida. “Abominate” es una de mis favoritas, suena como unos Entombed (sin la A.D.) de este siglo, quizá aún más potente, como si Firespawn le hubiesen dado la vuelta al denostado término de death and roll y fuese más roll que death, con ese groove que caracteriza a todo “Abominate”, la garganta de Petrov alcanza una gravedad plenamente cavernosa mientras Brandt y Folkare le acompañan rítmicamente con el único aderezo de algún que otro armónico artificial, hasta un solo templado que desluce por completo al resto de la canción.

El enlace con “Heathen Blood” es estupendo y natural, en ella Firespawn derrochan testosterona y las guitarras cobran algo más de protagonismo, algo que se agradece, mientras “The Great One” desata toda su furia sobre nosotros y Petrov, ahora sí, parece devorarnos como Saturno a sus hijos. Rompen por la mitad, de manera bella, con la acústica “Cold Void” en la que demuestran que los interludios pueden ser un recurso magnífico cuando no se convierten en un cliché y sirven para cambiar de tercio como, en efecto, ocurre con “The Hunter”, dividiendo el álbum en dos. Sin embargo, dura poco la alegría, “Godlessness” tarda en combustionar, algo que ellos mismos parecen saber cuando se arrancan con la directa “Blind Kingdom”, situándola inteligentemente en una recta final que corría el riesgo de entrar en punto muerto, brillantemente ejecutada por un Petrov monstruoso que no duda en desenterrar de Brandt y Folkare uno de los mejores riffs del álbum en “The Undertaker”, hasta una final “Black Wings of the Apocalypse” en la que no cabe la menor duda de que Firespawn, como ellos mismos dicen, hacen la música que les gusta escuchar y punto, con una canción que suena puramente a death metal, con un riff maligno e intrincado que sirve de brecha para una banda que entra en tromba.

Pese al pequeño detalle de las guitarras y alguna que otra canción que tarda en llegar porque da la sensación de haber sido escuchada antes, Firespawn siguen sin decepcionarme; puede que no sea una brutalidad del calibre de “The Reprobate” pero si amas el death, es completamente imposible que un álbum como “Abominate” te decepcione. Petrov en estado puro…


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