Crítica: Exumer "Hostile Defiance"

Poco se ha hablado de la amarga cancelación de la gira española de Exumer y a pocos les ha dolido más, aparte de a la banda, que a aquellos que teníamos entrada para verles defender en directo "Hostile Defiance" (2019) y así se lo hice saber a Mem von Stein a través de las redes sociales porque pocas cosas hay más dolorosas en la industria que el que a una banda humilde y trabajadora le intenten quitar el poco dinero que se ganan cada noche en pequeñas salas, allá donde se cuecen las grandes batallas, tras recorrer miles y miles de kilómetros en la carretera. Además, Mem von Stein, aparte de ser una leyenda, es un tipo sencillo que disfruta mostrando su colección de discos y compartiendo lo que más ama en la vida y se muestra accesible a todo aquel que se dirija a él. Con la firme promesa de regresar a nuestros escenarios y todavía caliente “Hostile Defiance”, es el momento perfecto de reseñar el que, sin exagerar, quizá sea su mejor álbum desde “Possessed by Fire” (1986) en una discografía breve, tras la ausencia de "Rising From the Sea" (1987) y el posterior regreso con "Fire And Damnation" (2012) y "The Raging Tides" (2016) pero notable como pocas. Un álbum breve, como mandan los cánones del thrash, con canciones de ráfaga; cortas y escupidas sin descanso, en la que las de mayor duración (“Raptor” o “The Orders Of Shadows”) pasan en un santiamén y, lejos de querer ser alargadas en el ejercicio progresivo sin sentido alguno de nuestros días, son resueltas con maestría, sabiendo que, a veces y en el buen thrash, se cumple la máxima; “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

Producido por Dennis Koehne (Almanac, Caliban, Lacua Coil, Melechesh, Moonspell, Sodom pero también los últimos dos trabajos de los alemanes), parece que en “Hostile Defiance” todo encaja a la perfección, desde la salvaje “Hostile Defiance” en la que su riff de apertura nos lleva al mejor thrash (ese que sólo puede y debe iniciarse con ese lamento helador) y los codazos y patadas de unas primeras filas bien cargadas. Sabor a Exodus, Kreator y, por supuesto, Sodom; Exumer suenan “old school” pero no son un acto nostálgico, están repletos de mala leche y buen hacer, las guitarras de Mensh y Bräutigam atronan y, a veces, se doblan en los solos; repartiéndose tareas rítmicas con excelentes riffs y licks, sin darnos tregua alguna hasta “Raptor” o esa cuchilla giratoria que es “Carnage Rider”, hasta esos momentos en los que nos harán viajar en el tiempo y hacernos creer que la Bay Area está más viva que nunca y ahora se encuentra en Frankfurt o encontrar también algo de Slayer en el riff y el fraseo de Stein en “King’s End”.

Una de las gratas sorpresas es esa dosis de negrura que le saben imprimir a “Descent” o la sensación de estar centrifugando las guitarras en “Trapper”, thrash de alta graduación, pero sin perder sus señas de identidad, pero sin resultar agotador o repetitivo en su escucha. Buen ejemplo de ello es la introducción de “The Order Of Shadows” y cómo un riff tan melódico puede mantener el nivel de agresión en una canción repleta de rabia, a pesar de no pasar de revoluciones. Por si acaso, “Vertical Violence” y su pegadizo corte, nos empujan a un final a la altura de los más grandes del thrash, “Splinter” y toda la mala leche y rapidez, la violencia de Matthias Kassner maltratando sus parches y un solo evocando a Hanneman abusando del puente de su ESP.

Un disco de thrash como los de antes pero que, sin embargo, sigue sonando actual. A Exumer se les quiere por su honestidad y pasión, han vuelto a demostrarlo con “Hostile Defiance” y lo seguirán haciendo sobre las tablas si promotores sin escrúpulos les dejan subirse al escenario. Han prometido volver y así lo han hecho siempre, los últimos treinta años dan fe de ello.


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