Crítica: Rotting Christ “The Heretics"

Uno lee o escucha las críticas a “The Heretics” y es normal sentir la misma emoción que acompañó al lanzamiento de “Rituals” y el posterior jarrazo de agua fría, con casi toda la comunidad rendida a los pies de los griegos y la prensa internacional especializada (esa que cuenta con el respeto de muchos lectores, ajenos a que muchos de los que escriben en ella, son los mismos que los que escriben de manera anónima en blogs o con su propio nombre y, en ocasiones, mucho más arte y conocimiento que aquellos) deshaciéndose en alabanzas y, repito; ¿a ningún lector le parece sospechoso que en los medios más populares, la media de calificaciones sea casi siempre de ocho? ¿De verdad creemos que todos, absolutamente todos, los discos que se publican poseen semejante nivel? En el caso de Rotting Christ, los míticos Rotting Christ, con una carrera de casi treinta años a sus espaldas, semejante gesta valdría el doble y no porque no aprecie sus logros pasados, su grandeza y discos como “Triarchy of the Lost Lovers” (1996), “Sanctus Diavolos” (2004) o “Theogonia” (2007), entre muchos otros, sino porque, simple y llanamente, creo que su presente no está a la altura de su pasado y nombre, como le ocurre a cientos de bandas. ¿Quiere decir que “The Heretics” es un mal disco? Para nada, es más, agradezco profundamente el cambio respecto a “Rituals”, lo que en aquel parecía un chiste aquí ha sido enmendado gracias a una mayor presencia de las guitarras, se han eliminado los constantes mantras y cantos chamánicos, la instrumentación tradicional ha dado paso a una llena de épica y contundencia en la que el nivel instrumental, como siempre, está fuera de toda duda, pero el trabajo de composición me sigue pareciendo sencillamente correcto, seguimos encontrándonos abundancia de recursos de lo más efectistas como grandilocuentes coros a dobles voces y excesiva repetición (como en “Heaven And Hell And Fire”) voces narradas hasta en la sopa, una colaboración con Irina Zybina, la guitarra de Emmanuel suena bien pero domesticada y carente de toda originalidad, y la amarga sensación de que, pese a haber reparado lo que lastró a “Rituals”, Rotting Christ quieren esa parte dulce del pastel que Behemoth y otras bandas (sin entrar en comparaciones estilísticas, sólo en objetivos) están ahora disfrutando y que una como la suya, con su nombre, también se merece, claro que sí…

Y Tolis parece querer lograrlo a golpe de efecto, acudiendo al refrito y el auto-plagio, por ejemplo, en “Hallowed by The Name” (nada que ver con Maiden) y la enorme similitud con “Devadevam” de “Rituals”, en la que no sólo la armonía es la misma sino también el tempo de Themis Tolis o el ejercicio de estilo en “Vetry Zlye” o cómo recuperar el legado de Ulver y remozarlo en pleno 2019 bajo tu propia óptica, algo que no parece nada accidental cuando escuchamos “I Believe” y, de nuevo, una narración, alejándonos bastante de ese clímax que estoy seguro que quieren alcanzar pero se queda en experimento y así será en directo (que nadie me lo cuente, por favor, que en su última gira, he tenido el gusto de disfrutar de Rotting Christ hasta en cuatro ocasiones, con sus luces y sus sombras, claro está).

A todos los que disfrutaron de “Fire God And Fear” se encontrarán con un pequeño oasis en un álbum en el que, sonando muy bien, uno tiene la sensación de que se deshace entre los dedos con cada escucha. De ella, como canción, podría salvar la guitarra de Emmanuel en su magnífico solo (aunque tenga la sensación de que, por estilo, no encaja en ella) pero lo lento de su tempo y la excesiva reverberación de esos coros que parecen no cesar en toda la canción y esa constante y eterna repetición, produce la sensación de que a Rotting Christ se les acabaron las ideas, algo que parece confirmarse en “The Voice Of Universe” y un excelente, aunque manido, riff de guitarra que no parece terminar de arrancar, una vez más, por culpa de los coros y su enlace con “The New Messiah”.

Llegados a este punto, sí, en efecto, el oyente menos avezado (que los hay, hacedme caso) sentirá que está escuchando blasfemia pura, que se ha acercado al mismísimo abismo de la oscuridad y las tinieblas pero, musicalmente, tan sólo puedo salvar con algo de templanza, a la par que desconfianza, la despedida de “The Raven”, aunque suene a una versión de “Black Dragon” ralentizada y la estropeen con esas narraciones y recitados. ¿Qué es lo que está pasando con Rotting Christ y, lo peor de todo, porque nadie más parece ser testigo de ello? A estas alturas de la película, mis expectativas son casi inexistentes y, a pesar de haber dejado atrás el toque étnico, siguen necesitando guitarras, un mayor trabajo de escritura y olvidarse de los tópicos y recursos de los que tanto abusan. ¿En directo? Siguen siendo una apisonadora, mezclando con maestría pasado y presente, es en estudio en donde la falta de originalidad y pegada no se puede disimular. Si queremos a los hermanos Tolis es por todo lo que nos han dado hace tiempo, lo que es de ilusos es buscar o esperar algo que llevarse a la boca en una fuente que dejó de dar agua hace ya once años (“Theogonia”, 2007). Eso sí, "la portada mola mogollón" y miles de instagramers ya tienen algo con lo que hacerse una foto y obtener más likes.


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