Crítica: Downfall Of Gaia "Ethic Of Radical Finitude"

A menudo, recuerdo esa frase de “al final, uno se cansa de este viejo mundo…” y los que me leen encontrarán frecuentes referencias a ella y a su autor en mis críticas. Quizá sea ese hartazgo vital, esa apatía, lo que me hace mirar con ojos de agotado octogenario algunos de los lanzamientos más recientes y esa necesidad de muchos medios y miles de seguidores de que, a cada rato, muchas de las bandas del panorama actual, hayan hecho historia y publicado discos de gran calado que a todos nos afecten en nuestras vidas, a un nivel tan profundo que podamos tildarlo de epifanías. Nada me gustaría más porque soy de esos que todavía creen encontrar la respuesta a los grandes dilemas existenciales en un disco, un libro o una película, pero, lamentablemente, pocas veces ocurre, de ahí lo especial de esas ocasiones. Si atendemos a las críticas de la mayoría de medios, encontraremos que cada mes hay discos sobresalientes y trascendentes, grandes obras de culto y conciertos históricos cada fin de semana y todos sabemos que eso, por mera probabilidad, es del todo falso. Es de eso de lo que me harto, de lo que me canso, de que todo sea tan previsible. Y escribo todo esto porque, por suerte, hay bandas que llegan a ese grado de elevación sin buscarlo, lejos de lo pretencioso, como son Downfall Of Gaia. Sin que ningún disco de su carrera pueda ser calificado de prescindible (quizá “Epos”, 2010, como pecadillo de juventud e inexperiencia), los alemanes parecen haber casi tocado el cielo con “Ethic Of Radical Finitude” al que, si no le concedo la máxima puntuación es por su brevedad y un par de canciones que rompen la media, además de porque creo que todavía -por difícil que parezca- pueden hacerlo aún mejor.

No es que “Atrophy” (2016) no me parezca un gran álbum, que lo es, es que “Aeon Unveils the Thrones of Decay” (2014) era claramente superior, como “Suffocating in the Swarm of Cranes” (2012) y si “Ethic Of Radical Finitude” me parece la mejor obra de la banda hasta la fecha es porque en él no se complican, por suerte, no hay necesidad de trascender, no buscan innovar y convertirse en nada que no son, sino que es el claro perfeccionamiento de una propuesta, como la suya, que llevan trabajando ya una década. Por lo tanto, en “Ethic Of Radical Finitude” no hay sorpresas excepto su propia calidad y composición, no hay más ases bajo la manga que los de cuatro músicos seguros de su arte, documentando uno de sus mejores momentos.

No me gustan las introducciones y “Seduced By…” no iba a ser menos, “The Grotesque Illusion of Being” me parece, sin embargo, brillante y la tensión acumulada crea una maravillosa atmósfera emocional, quizá algo empañada por el manido recurso de un puente tras el que atacar con redoblada intensidad y subiendo aún más las cotas de sentimiento. El trabajo de repetición del riff en “We Pursue the Serpent of Time” sirve para dramatizar aún más la composición, Goncalves dos Reis y Marco Mazzola juegan a ello mientras Lisovoj y Kadnar se unen poco a poco. No es algo a lo que Downfall Of Gaia nos tengan acostumbrados pero el experimento les funciona por el magnífico trabajo de composición, ese que parece perder algún punto en “Guided Through a Starless Night” con la presencia de Nikita Kamprad (Der Weg einer Freiheit) y que se acentúa aún más con la que sigue, “As Our Bones Break to the Dance”; una auténtica maravilla de apenas cinco minutos en la que los alemanes hacen descargar a los cielos al ritmo de un enloquecido Michael Kadnar hasta que las guitarras parecen estrangularse, alcanzando el clímax, antes de sonar más thrashy que nunca. Un E-Bow abre “Of Withering Violet Leaves” hasta que la otra guitarra nos introduce a golpe de delay, no es una mala canción pero poco o nada tiene que ver con la potencia de las anteriores, acercándose a un post-rock descafeinado, impropio de ellos.

Como punto en contra, ese que le aleja del sobresaliente (quizá sea también su virtud pero, como seguidor, esperaba algo más de material que llevarme a la boca), la brevedad; seis canciones, apenas cuarenta minutos si excluimos la introducción “Seduced By…”, se me antojan insuficientes o un jarrazo de agua fría tras tres años. Aquellos que dicen; “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, es porque no conocen a Downfall Of Gaia y no se han quedado con ganas de más…



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