Crítica: Windhand "Eternal Return"

El lector seguramente me mate cuando le descubra que Windhand siempre me han parecido un cruce entre Electric Wizard y My Morning Jacket. Quizá porque de los primeros toman prestados esos monolíticos riffs con un puntito de psicodelia y, de los segundos, esta misma pero mezclada con la lisérgica voz de Dorthia Cottrel, más cerca de Jim James que de los Wizard, Saint Vitus o Cathedral. Pero la única verdad, la que encierra “Eternal Return” es la de una banda con una discografía tan sólida como cualquiera de sus guitarras. Desde “Windhand”, pasando por “Soma” (2013), quizá el mejor, a “Grief's Infernal Flower” (2015) o este último, los de Virginia no han firmado un solo disco mediocre. Para colmo, en “Eternal Return” repiten con Jack Endino (sí, el mítico Endino de Sub Pop) que también les produjo “Grief's Infernal Flower” (a mi gusto, un poquito superior) y vuelven a desplegar sus pesadísimas alas, lo que se traduce en pesadísimas guitarras, densos desarrollos, en una producción minimalista que -tampoco nos engañemos- es la que pide la propuesta de Windhand, una propuesta tan sencilla e identificable que es por eso que sorprende tanto la voz de Cottrel, acostumbrados, como estamos, a guturales, rasgadas o abisales gargantas de ultratumba.

Ocho minutazos nos dan la bienvenida en “Halcyon”, Morris deja caer su guitarra y Chandler frasea, mientras Wolfe se limita a acompañarles y Cottrell y su acolchada y dulce voz parece cantarnos al oído, con un poquito de reverb; ecos de Jim James pero también de J Mascis o Kevin Parker. Un puente estupendo y al estribillo, es doom pero es un doom accesible (que no fácil) que se cierra con lo que parece un flanger a todo trapo, centrifugando nuestras emociones. El rumor de “Grey Garden” tiene más del grunge de los noventa que de la obra de Dorrian, la de Iommi o Bobby Liebling, la garganta de Dorthia suena más suave que nunca y el estribillo es de verdad pegadizo, como bonito y todo un punto y aparte, su bonito puente. Como decía, la deuda con el rock alternativo es evidente, pero es el contraste entre Cottrell y la música que practican, lo que hace que Windhand resulten tan atractivos.

La demostración de que se puede hacer doom en acústico y seguir resultando, es "Pilgrim's Rest" y sus aires de western, una ensoñación sólo rota por el crujido, el chasquido del fuzz en "First to Die", siete minutos de una tormenta eléctrica procedente de los dedos de Morris. Sus quintas suenan tan pedestres como deben sonar; creando un muro de estática entre su música y tus oídos. La cargadísima "Light into Dark" es capaz de crear una atmósfera de tintes psicodélicos que sirve de puente a “Red Cloud”, y la banda parece arrancarse, improvisando, en una enfebrecida carrera hasta “Eyeshine”, en la que no nos cuesta nada en absoluto imaginarnos cantándola a Layne Staley e incluso a Chris Cornell en las notas más altas.

Lo único que puedo echar en falta en este “Eternal Return” es que su segunda cara acusa la falta de canciones como “Halcyon” o “Grey Garden” cuando las composiciones, aunque brillantemente interpretadas y sin perder su capacidad para llevarnos a otros mundos de conciencia alterada (madre mía, qué frase pero qué acertada…), parecen no poseer la inmediatez de los estribillos o los riffs de las mencionadas y no es hasta “Diablerie” que no encontramos una melodía a la que nuestra memoria sea capaz de aferrarse o el dramatismo de “Feather”, otra muestra acústica (aunque luego las eléctricas les tomen el relevo) de lo que Cottrell, Morris, Chandler y Wolfe son capaces de hacer.

Mientras la escena metal de Virginia no puede quejarse, Windhand siguen a lo suyo y, sin armar mucho ruido y lejos del calor de los focos y la popularidad de las redes sociales y portadas digitales, siguen construyendo una carrera con tanta calidad, como cercana a la obra de culto. Me cuesta mucho elegir entre uno de sus discos o asegurar que “Eternal Return” no esté a la altura de anteriores entregas porque, aunque “Soma” me siga pareciendo su obra más acertada, entiendo su carrera como un todo.


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