Crítica: Behemoth “I Loved You At Your Darkest”

Echas la vista a atrás, escuchas algunas canciones y piensas; ¿cómo es posible que todas esas bandas de los sesenta o setenta publicasen uno o dos grandes discos por año? Según los estudiosos, había algo en el ambiente, una efervescencia creativa, ansias por crecer y componer, los más pragmáticos aseguran que era una época en la que perder el tiempo en el estudio se traducía en un gasto de dinero y las discográficas presionaban para que compusiesen más y más singles de éxito, estaban para ganar dinero, no para perderlo. Según los menos listos y la perspectiva que les da el tiempo, pero no su cabeza; todavía faltaban cosas por inventar, no como ahora. Pero el caso, querido lector, es que aquellas bandas entraban a grabar y salían por la puerta con una obra maestra bajo el brazo y no nos referimos al caso que seguramente tengas en mente, sino que conocemos muchísimos artistas capaces de tal gesta. ¿Cómo es que ahora, que muchas bandas poseen sus propios estudios de grabación y cualquier mequetrefe puede armarse con software y una tarjeta de sonido externa, que nadie está grabando varias obras maestras cada pocos meses? Muchas bandas tarden cuatro y cinco años (cuando no, once) en grabar su nuevo disco, los factores son muchos, pero no vienen al caso si lo que queremos reflejar es la realidad de Behemoth, la banda de metal polaca por excelencia, cuyo líder, Nergal, volvió literalmente de entre los muertos para reclamar lo que era suyo.


Al magnífico “Evangelion” (2009) le tardó en llegar su continuación, el que para muchos es la obra cumbre de Behemoth, “The Satanist” y, tras una extensa gira, y la obligada publicación de “Messe Noire” (2018), además de las reediciones de todo el catálogo de Behemoth, singles y EPs, hay que sumarle la no tan resultona colaboración con John Porter, Me And That Man, que anuncia continuación ya sin Porter y planea seguir saqueando el élan vital de Nick Cave y King Dude. Porque si algo debemos tener claro es que el hedonista Nergal está encantado de conocerse y tras la estudiadas y pueriles publicaciones en sus redes sociales, sus estudiadas poses, vinos, libros y clases de yoga, parece que hace mucho tiempo que dejó de latir el corazón de un músico de metal extremo que ha visto como su banda pasaba de las pequeñas salas de conciertos a protagonizar los principales festivales europeos, si hay que comercializar comida para perros con forma de crucifijo, velas con su efigie y dirigir tus dardos contra una religión, como es la católica, que nunca te va a poner un petardazo en pleno concierto, no pasa nada; se hace. De poco importa que en nuestra actual realidad haya otros ismos contras los que un irredento y rebelde individualista como él quizá debería reparar y, por supuesto, cargar.

Y escribo todo esto porque si cinco años fueron los que tardaron entre “Evangelion” y “The Satanist” (además de la desgracia de la leucemia por la que Nergal tuvo que pasar) entre “The Satanist” y “I Loved You At Your Darkest” tan sólo han transcurrido unos meses (sí, así es…) desde que acabaron su gira y unos años en los que no han dudado en rentabilizar su nombre. Y Behemoth, al contrario que todos esos grupos de los sesenta y setenta en los cuales podías confiar en sus seis primeros discos, a pesar de lo que se nos venda y muchos escriban, puede que estén atravesando su mejor momento de popularidad, pero no creativo. Si entre “Grom “(1996) y “Satanica” Zos Kia Cultus (Here and Beyond)” (2002), por no hablar entre "Demigod" (2004) o "The Apostasy" (2007), parece haber eones y una banda que no reniega de su rabia pero es capaz de campar a sus anchas entre el black y el death con soltura, hasta llegar a “The Satanist”; ese pretendido ejercicio de madurez que, a pesar de su buen gusto, tan sólo encierra la ya vieja mezcla de metal con hard rock que les ha abierto definitivamente las puertas del gran público, en “I Loved You At Your Darkest” parecen haberse estancado en la fórmula de “The Satanist”, de nuevo con Matt Hyde, Nergal, Inferno y Orion suenan tan impresionantes como de costumbre (no es posible queja alguna) pero tampoco avanzan hacia ningún sitio; parecen estancados allá donde llegaron con “The Satanist”.

La introducción de “Solve” y los coros infantiles suponen todo un escollo cuando el recurso es tan obvio como innecesario, por desgracia, no será la única vez que Nergal recurra a él a lo largo del álbum, como ocurre con el que fue su primer single. Tampoco es demasiado original que el disco comience con la referencia, esa máxima alquimista de “disolver y coagular” que viene a resumir todo aquello que primero debe ser descompuesto para luego poder componer o construir algo nuevo. No deja de ser irónico que un álbum tan continuista como “I Loved You At Your Darkest” comience y se despida así, provocando la clara sensación de que los conceptos que baraja Nergal tienen más de cosméticos que de carga de profundidad y de verdad los aplique en su obra.

“Wolves ov Siberia”, por ejemplo, suena como la hermana pequeña de “Furor Divinus”, a una producción casi calcada hay que sumarle la poca inspiración, Inferno y Orion están magníficos, como Nergal y su voz, pero la canción es sencillamente menor. Muchos confunden la forma con el fondo en una crítica en la que no corramos prestos al piropo fácil; “I Loved You At Your Darkest” suena estupendo y la banda tan compacta como siempre, pero es la clara continuación de “The Satanist”.

“God = Dog” suena monstruosa y su videoclip está a la altura de los polacos con una estética tan cuidada como su imaginería, pero ni el nudo, ni el desenlace de la canción guardan emoción alguna, si “Messe Noire” lo resolvía e incluía un solo que se servía del clímax, el de “God = Dog” nos lleva a coros infantiles y la ramplonería de; “I shall not the forgive! Jesus Christ, I forgive thee not!” La más agradecida en esta primera incursión en el nuevo álbum de Behemoth es “Ecclesia Diabolica Catholica”, en la que la banda juguetea de nuevo con el death más melódico y el black de bajo octanaje, los coros le conceden gran poder y las guitarras están mucho más trabajadas que en “Wolves ov Siberia” o “God = Dog”.

No puedo decir lo mismo de “Bartzabel” en la que consiguen de manera muy breve el espejismo de llevarnos al paganismo oriental y en sus voces y aires solemnes hay ciertos tintes exóticos que, a pesar del ambiente hipnótico, es todo un interruptus y no me gustaría escucharla en directo, a menos que sea un pregrabado y estemos abandonando la sala. Me gusta “If Crucifixion Was Not Enough…” por su pesadez y, de nuevo, por el trabajo de las guitarras pero los últimos minutos son tan imprecisos y aburridos que uno siente que Behemoth no sabían cómo rematarla y el resultado final pierde, mientras que de “Angelvs XIII”, al revés, únicamente me quedo con sus últimos minutos y “Sabbath Mater”, a pesar de ser una de las más accesibles del álbum y merecer la pena por la labor de Inferno, da la sensación de no estar tampoco a la altura.

Las acústicas de “Havohej Pantocrator“ quizá sean lo mejor de toda la canción, como esa alternancia entre el medio tiempo y el acelerón black de “Rom 5:8”, últimos estertores de un disco que se cierra con la gris “We Are The Next 1000 Years” o “Coagvla”, ligeramente superior a “Solve”, pero absurda como cierre.

Behemoth siguen exprimiendo “The Satanist”, aquí no hay experimentación alguna, ni un solo camino por el que tirar sino una huida al frente para salvar el síndrome del disco que sucede a aquel que sí fue un hito o significó algo en su carrera. Matt Hyde y Nicola Samori hacen el resto (por cierto, la portada es la misma que utilizó Nachtreich para "Retrospektive"), intentando capturar la misma esencia del anterior, pero algo malo ocurre cuando de un disco de diez canciones, uno mira el reloj y hay momentos de duda y bostezos. Hay una vieja frase que viene a decir que el diablo lo hace mejor cuando el resto de los mortales pensamos que no existe; Nergal podría tomar nota y dejar descansar a Behemoth, darle tiempo a que se recupere y regrese con canciones en las que sí podamos sentir que están avanzando o hay un trabajo de fondo de composición, una búsqueda. Ni disuelve, ni coagula, sino más de lo mismo.


© 2018 Conde Draco