Crítica: Black Label Society “Grimmest Hits”

Lo que nadie podrá reprocharle nunca a Zakk Wylde es que sienta la música tan adentro de su corazón, corriendo por sus venas, como para darse un respiro, siendo este año en el que parezca converger todo su universo; no sólo homenajea a su banda favorita con Zakk Sabbath en unas noches de auténtico infarto, sino que tras culminar la gira de presentación de la secuela de "Book Of Shadows", vuelve a subirse al escenario con Ozzy en la que será su última gran gira mundial y ahora publica nuevo álbum con Black Label Society, "Grimmest Hits", su esfuerzo más notable desde "Order Of The Black" (2010), que fue una auténtica barbaridad de disco. Y, aunque no llegue a la altura de "The Blessed Hellride" (2003) o posea un emotivo y sentido tributo como "In This River", puede mirar de frente a "Mafia" (2005) en cuanto a solidez y calidad compositiva. Vamos a ver, no quiero engañar a nadie, "Grimmest Hits" es soberbio pero al que no le guste Zakk Wylde no encontrará ningún motivo por el que escucharlo porque se trata de Wylde en estado puro, ya sabemos; la pentatónica una y otra vez, saturada de fuzz, chorus y wah, sonido grueso de Gibson que no es tal sino Wylde Audio (su propia marca y casa en la que produce sus guitarras y amplificadores, según sus especificaciones más exageradas y vikingas, siempre con EMG activas, por favor), su voz nasal de encanto sureño, brutísimos y gruesos riffs con cuerpo y sabor a humo de Harley y cuero y, de vez en cuando, un pequeño respiro en forma de balada; acodado en la barra de un bar, con aliento a bourbon y mirada melancólica. Pero, a todos estos ingredientes hay que sumarle el definitivo asentamiento de los jóvenes Dario Lorina (como acertado reemplazo a Nick Catanese, ahora declarado culpable de corrupción de menores) y Jeff Fabb, o el fiel escudero y simpático John DeServio, una formación sencilla pero efectiva que parece haber cuajado definitivamente tras la gira de "Book Of Shadows II" (2016).

Pero hay algo más que me sorprende y es el cada vez menos cuidado que pone Wylde en disimular sus propios pasos en la arena; sin que sirva a modo de crítica negativa, Zakk ya no se preocupa por diferenciar su faceta acústica de la de una banda como Black Label Society. Cualquiera de los que acudimos a su anterior gira pudimos comprobar que aquello poco tenía de velada acústica con Zakk sentado al piano y acústica en ristre y lo que nos encontramos fue a Black Label Society al completo, aprovechando la ocasión para interpretar el repertorio de "Book Of Shadows II" pero también de toda su carrera. ¿Y esto cómo se traduce o interpreta? Obviamente ha beneficiado a Black Label Society porque lo que escuchamos en sus últimos discos y con más presencia en "Grimmest Hits" son una variedad temática o compositiva que les hace ganar enteros, hay canciones que son la auténtica combustión de Label Society pero también hay medios tiempos y baladas propias de Wylde en solitario, en definitiva; hay un mayor trabajo y lejos del personaje con tocado indio, botas militares, calaveras y larga barba rubia, se percibe la figura de un compositor serio que se esfuerza por alejarse de su propia caricatura y recurre a elementos expresivos poco habituales en él y su guitarra. Algo que ya se dejó sentir en el magnífico "Order Of The Black" pero, por ejemplo, no terminó de funcionar en "Catacombs of the Black Vatican" (2014)

El bajo de DeServio sirve de pesada introducción para cimentar el camino del explosivo riff de "Trampled Down Below", no será la única vez en que sintamos que el bajista es el compañero perfecto de Wylde en este álbum. "Seasons Of Falter" es un medio tiempo necesario que evoca a los noventa, con un estribillo calmado pero liberador de la tensión acumulada en las estrofas, parecida es la sensación en "The Betrayal" en la que confirmamos que Wylde sigue siendo Wylde pero ha decidido bajar las revoluciones en la música de Black Label Society y su propia vida. La más accesible (aunque el guitarrista se apresure a aclarar que ninguna de las canciones del álbum llegarán nunca a ser ningún tipo de éxito en las listas) es el single "All That Once Shined", de nuevo ese influjo noventero corre por los surcos y el sinuoso riff que la abre, hasta "The Only Words" y su tono otoñal, pudiendo haber pertenecido a "Book Of Shadows II"

Es por eso que Wylde parece querer romper con ello en "Room Of Nightmares", quizá más cerca de "Order Of The Black" pero con cierta moderación y su voz en primer plano, otorgando más importancia a la melodía de su garganta que a la rapidez habitual de sus dedos. El solo de "A Love Unreal" y su sabbathiano riff tras el puente me parece de lo mejor de "Grimmest Hits", como el ejercicio de estilo que es "The Day That Heaven Had Gone Away" en la que Wylde se despega de los ocres acústicos y deja que su guitarra eléctrica suene más bluesy, a puntito de romper, gracias a lo que parece un Tubescreamer o un fuzz, con más elegancia que añoranza por "Pride And Glory" (1994) y mucho más acierto que en, por ejemplo, "Angel Of Mercy".

"Illusions Of Peace" nos los devuelve a lomos de la electricidad (lejos de la pesadez doliente y emocional de "Disbelief"), mientras que "Bury Your Sorrow" parece falta de intensidad, justo lo contrario que a "Nothing Left To Say", canción repleta de magia, ideal para cerrar un álbum tan bien trabajado y equilibrado como "Grimmest Hits".

A pesar de que, con toda la ironía del mundo, muchos aseguren que su guitarra sigue sonando en Viveiro (en relación al larguísimo solo que se marcó en la edición de 2015 del Resurrection Fest), es todo un placer reencontrarse con Zakk Wylde; bien sea a solas, con su banda, con Zakk Sabbath o con su eterno amigo, Ozzy Osbourne. Claro que sí…


© 2018 Jack Ermeister