Crítica: Enslaved "E"

Amo el rock progresivo pero creo que en los últimos años estamos sufriendo un revival que está jodiendo las carreras de muchas bandas. En algunos casos, la transición de un subgénero a otro es de manera gradual (porque los músicos han coqueteado con diversos elementos a lo largo de sus discos y nos convencen en una forzada pirueta que no queda otra cosa que digerir) pero otras veces es de manera tan abrupta que uno no puede menos que despreciar el álbum o reírse cuando bandas de metal o, mucho peor, rock simplón, alarguen sus canciones sin necesidad alguna o se compliquen la vida con intros y outros que son un auténtico suplicio. Este bien podría ser el caso de Enslaved, una banda de metal (black, viking, como queramos llamarlo o complicarnos con etiquetas) que ha evolucionado perdiendo algunas de sus señas de identidad más clásicas y ha acabado siendo progresiva y con tendencia a las partes limpias o melódicas. Podemos enmascararlo como queramos y justificar que es un cambio que ya se masticaba en tal o cual álbum, pero es como es. Lo que ocurre con Enslaved, es que son grandes músicos y componen también grandes canciones y grandes discos con lo que el problema de la identidad o el elán vital de la banda puede dejarse de lado si uno no es demasiado auténtico como para pedirle a los noruegos que regresen a sus raíces y se olviden de sus, por ejemplo, diez o quince últimos años de carrera.

“E”, como tal, es un gran álbum; complejo (no demasiado para los que hemos seguido su carrera), continuador del camino tomado con “Axioma Ethica Odini” (2010) pero claramente superior a “RIITIIR” (2012), “In Times” (2015), que nadie se espere “Vikingligr Veidi” (1994). “Storm Son” es una composición valiente, once minutos de single parar abrir el álbum con una introducción que nos hace sentir toda la fuerza de Odín y el viento a favor cuando embarcamos en este viaje que es “E” en el que no falta el sonar de un cuerno ni un nórdico relincho de un caballo; no cuesta nada en absoluto imaginarse un cielo gris plomo, cubierto de densas nubes, sobre nuestras cabezas. Una guitarra, un cambio a rock moderado y lo siguiente es la épica majestuosa y coral que parece el clímax de “Storm Son”, tras la que atacarán con un nervioso riff y Grutle rugiendo, como si el tiempo no hubiese pasado. El mismo sentimiento en “The River’s Mouth”, como si hubiesen logrado congelar en un glaciar a los blackmetaleros que una vez fueron hasta que entra la parte más melódica por culpa o gracia de la voz; estrofas que podrían ser interpretadas por el mismísimo Hoest y un estribillo que es puro “In Times”, una fórmula agotada hasta la extenuación, pero magníficamente hilvanada e interpretada.

Pero en donde “E”, como álbum, crece es en esos momentos como “Sacred Horse” en los que la atmósfera, el sentimiento es tremendo, y se percibe un mayor trabajo de composición en esos desarrollos. Como en todo el álbum (como en todas sus últimas entregas), sin embargo, está la cruz de cada cara; y es que la forma en los que teclados arremeten a partir del puente son puro Jon Lord. No tengo nada en contra de que Enslaved tengan la lógica influencia de una banda tan icónica y necesaria para entender el rock como es Deep Purple pero, ¿cuál es el motivo de que una banda con unas señas de identidad tan marcadas tenga que recurrir a teclados que no son los suyos propios, a teñir de blues algunos de sus riffs o licks? (valga el ejemplo de esto último, una canción como “Axis Of The Worlds” con esa guitarra abriendo sus primeros segundos) No es una cuestión de ser más o menos abierto a los cambios y no querer entender o aceptar la evolución, se trata de pararse a pensar e intentar discernir si lo que uno está escuchando es el resultado de un proceso (algo auténtico, nada que objetar) o, por el contrario, es algo tan artificial como, en efecto, parece. “Sacred Horse”, por suerte, posee un desarrollo final hipnótico, en donde Enslaved dan lo mejor de sí mismos.

“Feathers of Eolh” es otro magnífico ejemplo de su maestría y cómo construir toda la tensión que la canción necesita sobre el riff de la introducción hasta que todo parece romperse en mil pedazos pero conservando un fuerte carácter hipnótico, el único punto negativo es de la canción es el conservadurismo musical cuando se apropia de ella y, por culpa de las armonías vocales, parece que estamos escuchando a Opeth. Ese mismo sentimiento de autocomplacencia que tenemos en “Hiindsiight” en la que, por mucho que no me terminen de gustar los metales en el metal (valga lo paradójico de la frase) y que nadie me pregunte por Shining (de Noruega, claro), el saxo me parece una auténtica maravilla y, aunque me cueste identificar su aterciopelado tono en contraposición con la garganta de Grutle, funciona a la perfección en el contexto del pasaje.

“Djupet”, como “Feathers of Eolh”, posee una introducción igual de elaborada que rápidamente se ve rasgada por una cuchilla. Suena fantástica, pero a estas alturas del álbum y de su carrera, no sorprende para nada; todo lo contrario que “What Else Is There” de Roÿksopp, una versión que dignifican hasta hacerla parecer de los Depeche Mode más sobrios, alejada de cualquier frivolidad.

No es que “E” satisfaga todas mis expectativas respecto a Enslaved porque hace tiempo que aprendí a no esperar nada de ninguna banda, pero sí me deja mejor sabor de boca que “In Times”. Me habría encantado que “E” hubiese sido más breve en el desarrollo de sus canciones, más directo, como tampoco me termina de convencer la producción; suena bien pero es demasiado estándar para una banda tan personal como ellos. A los nuevos proggies les derretirá porque, en efecto, es un gran disco pero falta algo, lo mismo de siempre…


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