Crítica: Mastodon "Emperor Of Sand"

Que el auténtico “Emperador de Arena” con el que Mastodon han decidido bautizar a su séptimo álbum es, nada más y nada menos, que el tiempo es algo tan innecesario de aclarar como escuchar “Show Yourself” y aceptar que, tal y como ellos mismos declararon ante las críticas a su vídeo "The Motherload" y esa oda al twerking más celulítico, si la han grabado es porque a estas alturas de su carrera pueden permitirse casi cualquier lujo y más aquellos con los que parecen disfrutar cuando su base de seguidores más ortodoxa y con menos sentido del humor se enerva. Es a esos otros seguidores púberes a los que engancharán con “Show Yourself” y a esos adolescentes y veinteañeros a los que con la historia de una muerte de pacotilla que se equivoca con sus clientes a los que perderá para ofrecernos su mejor buqué a esos otros más veteranos que encontraremos en “Jaguar God”, esa oda metálico-progresiva de tintes épicos con la que cierran el disco y ese sólo de Kelliher que vale su peso en oro, una de las muchas e infinitas razones por las cuales amamos a los de Atlanta. Y, sin embargo y pese a “Show Yourself”, “Emperor Of Sand” no es un disco feliz ni uno de fácil digestión; la historia de un vagabundo que pierde sus pasos en el desierto con una condena de muerte pesando sobre sus hombros y que hace referencia a los diagnósticos de cáncer de familiares y amigos cercanos al grupo, no puede componerse de canciones fáciles, divertidas e intrascendentes por mucho que en su desenlace el protagonista sea salvado a través de la muerte y Dailor quiera hacernos creer en un final feliz que encierra la morrisoniana verdad por la cual, en efecto, expirar significa la ausencia de dolor y, por ende, no hay que temerle.

Tampoco significa un punto de ruptura con su pasado y el más inmediato “Once More 'Round the Sun” (2014), es cierto que en “Emperor Of Sand” sentimos el camino recorrido por una de las pocas bandas de la actualidad que todavía ha sido incapaz de grabar un disco mediocre tras diecisiete años de carrera, pero contiene tantos elementos de álbumes pasados como para hacernos sentir como en casa. Un curioso cruce entre “Blood Mountain” (2006), instrumentalmente hablando, y el toque más accesible de “The Hunter” (2011), sin olvidarnos del resto de su catálogo porque, sin ir más lejos, “Sultan's Curse” posee en su robusto riff y sus primeros segundos todo el sabor de “Blood And Thunder” de “Leviathan” (2004) y sus ecos de mar gruesa.

De vuelta con Brendan O’Brien (bendito donde los haya para todos los que crecimos en los noventa) y cuyo trabajo se dejará sentir en el amplio abanico de sonoridades que las guitarras eléctricas y acústicas desplegarán en sus once canciones pero también esa densa atmósfera con la que construirán todas sus canciones, “Emperor Of Sand” podría ser el mejor álbum de Mastodon si no existieran “Leviathan” y “Crack The Skye”.

Algo en lo que poca gente parece reparar es en la evolución del juego de voces (tanto en directo, como en estudio) que la banda ha sufrido en los últimos años o la madurez en sus letras, algo atípico en nuestros días y que nos regala versos como; “My sweet mirage, I bathe in sacred waters, I kiss the sky. Floating in sultan's daughters. Memories of loved ones are passing me by. Memories of loved ones are passing me by. Oceans of sand and rust give way and yield my wake. Oceans of sand and rust give way and yield my wake. They're waiting inside. They're waiting to wash your eyes out. Their hands are alive. Alive with a fervent anger, your feet have been tied and your tongue in your hand. Death of a thousand ravens. You're down on your knees. You're blind as the Ancient Kingdom. Relive the ages of the moon. Reeling the water close to you” Una profundísima carga de presión en “Sultan's Curse” para la que necesitaremos la melódica voz de Dailor y el juego con Hinds en “Show Yourself” (delicioso y simpático vídeo) en el que juegan a lucirse con la corona de rey de onda media alternativa que es Grohl, con la que ya se vieron bien en “Blasteroid” de “The Hunter” y que aquí se transforma en un canción accesible pero nunca popular o vulgar, uno de los pequeños placeres que se pueden permitir sin perder ni un ápice de integridad, ¿desde cuando la ligereza puede entenderse como una traición?

Los arpegios de Kelliher nos recordarán a “Quintessence” hasta que entra Hinds y ponen la directa en “Precious Stones” y rematan con un estribillo tan propio de Mastodon que es inevitable llorar de alegría; “Don’t waste your tiiiiiiiiiiiiiiiime, don’t let it slip away from youuuuuuuu” y un desarrollo auténticamente magnífico que rematan con Kelliher en uno de sus solos más acelerados del álbum y Dailor golpeando con furia la pandereta, un elemento que nunca había estado en la configuración de su set y que en “Precious Stones” le añade un toque más hard.

Tras varias escuchas, sentía algo familiar en la agobiante y densa “Steambreather” (Kelliher y Hinds están soberbios en esa abigarrada mezcla de sus guitarras) y, por fin, tras escucharla una docena de veces me he dado cuenta de que posee tanta herencia de Sabbath como para que sus estrofas me recuerden al fraseo de Ozzy en “The Wizard” (basta escucharlas seguidas para entender de lo que hablo). “Steambreather” es una maravilla cósmica en la que juegan con varios tempos y cambios de ritmo, además de un puente con dos secciones bien diferenciadas; hay que estar muy sordo para no apreciar el esfuerzo compositivo de una canción de cinco minutos en la que parece contenerse lo mejor del nuevo álbum de la banda y su crecimiento como músicos.

Los primeros segundos de “Roots Remain” nos llevarán de vuelta a “Tread Lightly” pero pronto la canción evolucionará a algo mucho más bruto, salvaje y caótico y debemos entender que aquellas acústicas habrán sido sugeridas por O’Brien, como parecía indicar Kelliher. “Word To The Wise” nos recordarán a “Remission” con la sorpresa de una parte central en la que Mastodon se convierten en un auténtico gigante con unos arreglos que los vuelven a acercar sin ambajes al rock progresivo en el que se permiten bajar de tempo antes de adentrarse en una fusión de estilos en la que es de nuevo Kelliher el que nos demuestra estar desatado; una de las canciones con más sentimiento y emocionales de todo “Emperor Of Sand” y eso es decir mucho…

“Ancient Kingdom” es puro Hendrix y su popular riff de “Foxy Lady” hasta que vuelven a morderte en la yugular y Dailor pisa a fondo o la guitarra de Kelliher vuelve a ser la protagonista en primerísimo primer plano (la interpretación de Bill es impresionante y hay que prestarle atención) con ese toque de fusión como la voz de Sanders en “Clandestiny” justo cuando nos encontramos ante el primer álbum de Mastodon en el que, por primera vez en mucho tiempo (desde “Crack The Skye”, en mi opinión), posee una segunda cara en la que la banda parece crecerse y haber reservado algunas de sus mejores canciones, el estribillo de “Clandestiny” es tan épico y jodidamente perfecto como glorioso el uso de sintetizadores en el puente, a medio camino entre el prog más pedorro de los setenta, la psicodelia y sabor de “El Topo” de Alejandro Jodorowsky.

El único defecto de una de las canciones más monstruosas y directas de todo “Emperor Of Sand”, “Andromeda” (con la ayuda de Kevin Sharp), podría ser su duración y es que uno se queda con ganas de más tras escuchar; “Time watching as the sand flows through glass. Light calls to me from future and from past” y esos gritos cósmicos; “The Great Consolation has written a second lease on your life” o ese directo a la mandíbula con Scott Kelly de Neurosis en “Scorpion Breath”. Pero la auténtica joya de la corona (y mira que hay muchas y brillantes en este álbum) es la crepuscular “Jaguar God” por la que millones de bandas venderían su alma al diablo y que resulta increíble que Mastodon hayan sido capaces de regalarnos mientras los más bobos siguen debatiendo si “Show Yourself” es digna o no de Hinds, Sanders, Kelliher y Dailor; casi ocho minutos de viaje a un desierto por el cual todos, más tarde o más temprano y de una forma u otra, tendremos que caminar.

La sentencia de Henry Rollins sobre Black Sabbath, esa que ahora se ha popularizado y algunos ignorantes ajenos al legado de Dio o Martin llevan en sus camisetas, no podría venir más a cuento porque tan sólo puedes confiar en ti mismo y los siete primeros discos de Mastodon. Amén...

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