Crítica: Nick Cave & The Bad Seeds "Skeleton Tree"

Cada vez me causa más frustración recibir un disco de manera promocional, completamente virtual, junto con la petición de evitar cualquier tipo de reseña hasta el día de su publicación o una semana antes como mucho, escucharlo hasta hacerlo propio y respetar el pacto de caballeros para, horas antes, ver como el álbum se ha filtrado y corre de manera viral mientras uno sigue esperando con su texto, deseando contarle al mundo lo que ha sentido con esas canciones, mientras es testigo de otras críticas –escritas a vuelapluma- sin ningún sentimiento o conocimiento pero es el juego en el que nos hemos metido, sin saberlo, desde hace menos de un año; ¿de qué servía acostarse con Ava Gardner si uno no podía contarlo? Además, con este álbum hay un morbo añadido y es que todo el mundo quiere ver el documental 'One More Time with Feeling', todos quieren escuchar “Skeleton Tree”, dando igual si han escuchado o no antes al australiano, y así ser turistas de lujo en la desgracia ajena, comer palomitas mientras escuchan con pretendida profundidad canciones que quizá nunca lleguen a comprender por el contenido confesional de un Nick Cave que, estoy convencido, ni él mismo asimilará hasta que no pase mucho, mucho tiempo y pueda escucharlas o interpretarlas, hilando los acontecimientos, con la perspectiva que le dará el tiempo y que, aún anestesiado por el paso de los años, nunca podrá olvidar el día en que perdió su hijo y se convirtió en noticia por algo que, por primera vez en décadas, no era su música para terminar de elaborar un álbum que ya existía antes de la muerte de Arthur Cave pero al que ha marcado la desgracia y, por supuesto, ha originado el documental 'One More Time with Feeling' de Andrew Dominik (con quien ya había trabajado anteriormente)

Y es que estamos ante un caso único en el mundo de la música y, claro, en el de la carrera de Nick Cave porque, por primera vez, un artista decide elaborar un documental que, además de mostrar el proceso y contexto de su obra, es toda una maniobra de distracción con la que evitar la morbosa atención de unos medios que por supuesto no dejarían pasar la oportunidad de meter los dedos en la herida de Cave y, además de hacer extrañas piruetas para adivinar entre las líneas de sus canciones dónde reside el dolor, sonsacarle en las entrevistas cómo se siente y algún detalle que eleve al periodista y caricaturice el duelo. Y Cave; el monstruo, el narrador truculento de temibles dramas, de la ascensión del asesino en serie a los altares del personaje de ficción, de las relaciones tormentosas y los flotantes cuerpos de estrellas del pop transformadas en la Ofelia de Millais, no se sentía capaz ni con fuerzas de enfrentarse a todo eso y lo entiendo y alabo su postura porque nos demuestra, una vez más, un saber estar y un respeto que cualquier otro artista habría mancillado con la excusa de una curación, de una catarsis que sólo puede llegar con el tiempo y no con la palabra. Por lo que con 'One More Time with Feeling' el hito es aún mayor cuando Cave sitúa a su público y a los periodistas en la misma posición, sin ninguna ventaja, a todos por igual y convierte el documental en una rueda de prensa mundial con la que evitar decenas de agotadoras y estériles entrevistas que sólo desgastarían aún más a un artista que ha demostrado ser más humano de lo que muchos creían.

Porque hubo un tiempo en el que Nicholas Edward Cave se creyó su personaje y éste devoró a la persona haciéndonos creer a todos que Nick Cave era real y este “One More Time With Feeling”/ “Skeleton Tree” es la humanización de un autor que se enfrenta a algo tan antinatural como la muerte de un hijo (porque estamos mentalmente preparados para la lógica aunque dolorosa pérdida de nuestros progenitores pero no para la de nuestra descendecia) y le hace bajar del Olimpo en el que el público creemos que viven aquellos que admiramos (en el que no hay dolor ni preocupaciones terrenales porque estúpidamente entendemos que hay reconocimiento, fama y dinero para paliar el mal de la existencia) pero, por contra, lo que nos encontramos es a un Nick Cave que afrontando el duelo, aún con la misma incomprensión que cualquiera de nosotros, sigue poseyendo un genio que le eleva por encima del resto de los mortales como se demuestra en “Jesus Alone” y esos versos en los que parece evocar el trágico accidente con el que perdió a su hijo o quizá no pero en los que tampoco nos ahorra pensar en ello; “You fell from the sky, crash landed in a field. Near the river Adur, flowers spring from the ground. You're a young man waking, covered in blood that is not yours. You're a drug addict lying on your back in a Tijuana hotel room” o en los versos, aún más intensos, en los que Cave profundiza en esa fe a la que todos nos agarramos de alguna forma cuando estamos desesperados para encontrarnos la callada por respuesta; “You believe in God, but you get no special dispensation for this belief now. You're an old man sitting by a fire, hear the mist rolling off the sea. You're a distant memory in the mind of your creator, don't you see?” y finalizar con un estribillo como un mantra; “With my voice I am calling you”

Una canción tan densa e intensa que recuerda levemente al colchón de “We Real Cool” y que parece que vaya a romperse en algún segundo pero que mantiene la atmósfera gracias a ese genio llamado Warren Ellis que no dudará en crear un loop sobre el que la sección de cuerda formada por Ellie Wyatt, Charlotte Glason y Joe Giddey, según la nota de prensa y créditos, aderezará con su arte añadiendo aún más emoción. No hay clímax, no hay punto de inflexión porque son casi seis minutos de puro sentimiento en el que no hace falta cima alguna cuando lo que se plantea es el juego hipnótico y la repetición hasta llegar uno mismo a entender que esto es lo que quiere Cave, llevarnos a su terreno; ese paraje desolado y terrorífico en el que podemos incluso llegar a entender que, dentro del infierno y teóricamente hablando, prefiere lo ocurrido a su hijo a verle convertido en un yonki tirado en un hotel de Tijuana y en el que parece digerir que no hay posible reencuentro con él en el hipotético cielo cuando ha quedado más que claro que tampoco hay un creador al que recurrir y si lo hay se ha olvidado de su obra; el hombre.

Significativo es el papel de Ellis, el silencioso Ellis, que admite reservarse con su amigo porque no sabe qué decirle y prefiere mostrarle su cariño tan sólo con su presencia y no con sus palabras, quizá por eso Cave haya encontrado en él a la compañía ideal, al músico auténticamente genial, pero también al compañero de batalla que no supo ser Blixa Bargeld cuando requería otro foco y su carrera con Einstürzende Neubauten parecía estar despegando para ahora darse cuenta de que no ha llegado a ninguna parte. “Rings Of Saturn” engaña a las primeras escuchas por su envoltorio, ese papel celofán que chilla al desenvolver el caramelo que es una canción en la que Nick Cave canta las estrofas con urgencia y la poesía del fraseo soul para llegar a un estribillo en el que la protagonista parece estar renaciendo, dándole la vuelta a la situación por primera vez o tomando las riendas de su propio tiempo; “And this is the moment, this is exactly where she is born to be. Now this is what she does and this is what she is. And this is the moment, this is exactly where she is born to be. This is what she does and this is what she is…”

Como la intimista “Girl In Amber” en la que son de nuevo el piano y los arreglos de cuerda los que vuelven a tomar protagonismo para encontrarnos a un Cave más intimista que nunca en el que vuelve a hablar a esa chica (¿Susie Bick?) a la que consuela “And if you want to bleed, just bleed. And if you want to bleed, not breathe a word. Just step away and let the world spin” cuando los teléfonos que antes insistentemente no dejaban de sonar, ahora han enmudecido y quizá uno se enfrente a la pérdida a solas. ¿Desde cuando me he convertido en objeto de pena o lástima? -se cuestiona Nick Cave, se enfada Nick Cave, cuando no sabe por qué está grabando ese documental, 'One More Time with Feeling', que servirá de soporte a este álbum frente a un director, Andrew Dominik, que prefiere también callar y seguir filmando. Cinta que toma su nombre de uno de los versos de “Magneto” en la que el artista parece descender ya humanizado cuando le escuchamos lamentarse en el recitado; “In love, in love, in love you laugh. In love you move, I move and one more time with feeling. For love, you love, I love, you love. Saw you in heart and the stars just splashed across the ceiling” casi a capella con una instrumentación minimalista, más propia de una banda sonora de Ellis, que parece el pasar de las agujas de un reloj mientras suena su piano y la mezcla otorga todo el protagonismo a la solitaria elegía de Cave que se suelta levemente en la experimental “Anthrocene” con un Thomas Wydler que se convierte en un arreglista y dejará el rol de batería para marcar los compases sobre el sintetizador de Ellis mientras Cave parece dialogar consigo mismo sobre la esclavitud que supone amar algo cuando uno sabe lo que puede doler su pérdida; “All the things we love, we love, we love, we lose. It's our bodies that fall when they try to rise and I hear you been looking out for something to love” o volverse más directo que nunca en “I Need You” cuando se da cuenta de que en esta vida no hay nada que importe realmente, todo es relativo,  y desde el umbral de la puerta le dice a esa persona a la que ama y se deja amar; “I need you, need you, cause nothing really matters…”, en una de las piezas más accesibles de todo “Skeleton Tree”.

“Distant Sky” con la ayuda de la soprano Else Torp a las voces y ese toque angelical en el que, tanto él como nosotros, parecemos ver la luz al final del túnel a pesar del amargo diálogo entre aquella que pretende darle consuelo y aquel que todavía no ha podido digerir; “They told us our gods would outlive us. They told us our dreams would outlive us. They told us our gods would outlive us but they lied…” es la la última parada antes de “Skeleton Tree”, mucho más tradicional, con Nick Cave reencontrándose con la vida, un domingo cualquiera con el ruido de fondo de la televisión como banda sonora de ese esqueleto de árbol que el otoño trae consigo y él ve a través de una ventana mientras asegura “And it's alright now, And it's alright now, And it's alright now” pero sin poder evitar la reflexión;  todo tiene un precio, nada es gratis....

No suelo leer nunca crítica alguna de un álbum del que no haya escrito antes por el simple hecho de que no me gusta que nadie me influya en algo tan íntimo como es descubrir las canciones y darles mi significado o entender, poco a poco, el del autor y que ello se traduzca en lo que escribo y con “Skeleton Tree” no ha habido excepción pero habiendo escuchado el álbum decenas de veces y habiéndola escrito en los últimos días me he permitido el lujo de leer algunas y todas fallan en lo mismo y es que lo encumbran debido a los acontecimientos cuando éste no es el mejor álbum de Cave, ni siquiera él mismo lo pretende, pero su éxito tanto para nosotros como para el artista es que nos demuestra que hay vida más allá del dolor como esa misma portada que, sin ser brillante, sí que es significativa cuando nos muestra el parpadeante cursor digital tras el título, esperando el pulso; que está aquí, que existe la vida y la identidad, que prosigue el poderoso drama y Nick Cave puede contribuir, una vez más y con emoción, con un verso…


© 2016 Jim Tonic