Concierto: Portishead (Madrid) 18.07.2014

SETLIST: Silence/ Nylon Smile/ Mysterons/ The Rip/ Sour Times/ Magic Doors/ Wandering Star/ Machine Gun/ Over/ Glory Box/ Chase the Tear/ Cowboys/ Threads/ Roads/ We Carry On/

Dieciséis años han pasado desde la última vez que vi a Portishead sobre un escenario y veinte los que han tardado en venir a Madrid pero es que todo en la carrera de los de Bristol es una larga espera o una tranquilidad y una escasa prisa por pisar el acelerador y quemar de un fogonazo una carrera como la suya que llega a desconcertar; con tan sólo tres discos en veinte años (uno de ellos, “Third” once años más tarde que el homónimo “Portishead” del 97) y un directo, el trío se ha convertido en todo un referente, una banda que tras el éxito arrollador de sus dos primeros discos, decidió sumergirse en su propio mundo bajo sus propias reglas y no aceptar la presión de la industria o sus propios seguidores, prolongando un largo hiato o descanso y dando espacio a un disco en solitario tan maravilloso como el de Beth Gibbons con Rustin Man (que no es otro que Paul Webb, bajista de Talk Talk) llamado “Out Of Season” en el 2002. 

Dieciséis años que a todos nos pesaron el viernes en Madrid cuando comprobamos que por Geoff Barrow, Beth Gibbons y Adrian Utley no han pasado y no sólo siguen pareciendo el mismo grupo con una solidez en directo auténticamente impresionante sino que su propuesta sigue resultando tan innovadora y atractiva dos décadas después simplemente porque sigue siendo original (nadie suena como Portishead, ni aún sus imitadores) y porque en tan sólo tres discos han sabido componer más de una docena y media de canciones capaces de abarcar todo el espectro emocional suficiente para tocar una hora y media y dejar satisfecho a un público que, a pesar de la racanería con los minutos, quedó en estado catatónico tras un concierto en el que todo el mundo se llevó un pedacito de angustia, de emoción y de vida en la catarsis de la sobria celebración de la vida que resulta la música del trío.


Hace dieciséis años, el grupo presentaba en España precisamente “Portishead” con un single como “All Mine” tan fuera de lugar en aquella época que causaba estupor el mismo videoclip. Tan sólo tres años después de la muerte de Kurt Cobain no sólo se quedó huérfana toda una generación, la mal llamada “equis”, sino toda la crítica que tras el último gran cisma alternativo en Seattle, buscaba desesperadamente el nuevo movimiento a llenar las portadas; llámese electrónico con Prodigy, The Chemical Brothers, Underworld y Orbital a la cabeza, Britpop con Oasis y Blur o -la etiqueta más ridícula del mundo- Trip Hop con Massive Attack, Tricky y sí, Portishead a la cabeza. En aquella ocasión no había pantallas gigantes que valiesen, tan sólo una pequeña tras ellos que proyectaba una y otra vez imágenes desenfocadas y crepitantes figuras geométricas, Adriant Utley utilizaba su guitarra como un pintor abstracto con un mar de efectos y mucho estilo, Geoff se mantenía en un discreto pero vital segundo plano y Beth Gibbons dio lo mejor de sí misma con una interpretación sobrecogedora entre copa y copa. Pasan los años y uno se encuentra sentado en el Palacio de los Deportes de Madrid ante una pantalla gigantesca mostrando una enorme “P” mientras el grupo toma el escenario siendo Gibbons la última y atacando a la audiencia con una canción como “Silence”, de su disco “Third”, con la que no parecen pedir silencio precisamente pero con la que todo el mundo calla incluso en las partes más delicadas. Complicado describir el efecto de una canción que gravita entre la electrónica, el rave, el pop, el soul e incluso un género tan inclasificable como es la música industrial y que resuena en Madrid como brillante apertura de un disco publicado hace ya seis años. Gibbons se aferra al micrófono como si se fuese a desplomar, vestida de manera espartana y sencilla, su cara se muestra en blanco y negro y llena de ruido sobre las pantallas, tras “Nylon Smile” y el mar de móviles y tabletas inmortalizando el momento, llega el primer clásico de la noche con “Mysterons” y todo Madrid parece sofocarse con el calor de la interpretación, “The Rip” sonó deliciosa (quizá una de las mejores del concierto) acompañada de los inquietantes dibujos animados del videoclip en la pantalla y otra vez de nuevo a 1994 con “Dummy” y esa maravilla que es “Sour Times” pero fue “Magic Doors” o el dramatismo e intensidad del infinito abismo en mitad de la noche en el que no hundieron durante “Wandering Star” con Gibbons a solas y Adrian en primer plano, las que nos atraparon en las redes de su música. “Machine Gun” nos ametralló a todos y el siniestro comienzo de “Over” sumados a los “scratches” de los platos desembocaron en un “Glory Box” que hizo que todo Madrid, diese igual el pelaje, cantasen al unísono y con el corazón en un puño “dame una razón para amarte”.

Pero todavía quedaba mucha oscuridad, demasiada, con “Chase The Tear”, la alucinógena “Cowboys” y “Threads” para cerrar un concierto que se reanudó con la emocionalidad de “Roads” y cerró la noche con una rave como “We Carry On”. Por el camino, imágenes en blanco y negro, ondas, un cuentakilómetros, la guerra y hasta un enorme amanecer con un sol rojo intenso y desolador como una bomba atómica. Gibbons apenas se dirigió al público, abandonaron el escenario y el público tardó en recuperar el pulso. No fue una actuación histórica porque no esperábamos menos de ellos y nos tienen acostumbrados a estas cotas de intensidad pero ninguno de los que estuvieron en Madrid podrá nunca olvidar la primera vez de Portishead en Madrid; toda una experiencia.

© 2014 Jim Tonic