Concierto: Dream Theater (Madrid) 16.01.2014

SETLIST: False Awakening Suite (intro)/ The Enemy Inside/ The Shattered Fortress/ On the Backs of Angels/ The Looking Glass/ Trial of Tears/ Enigma Machine (solo de Mangini)/ Along for the Ride/ Breaking All Illusions/ The Mirror/ Lie/ Lifting Shadows Off a Dream/ Space-Dye Vest/ Overture 1928/ Strange Déjà Vu/ The Dance of Eternity/ Finally Free/ Illumination Theory (outro)/

Si que un concierto sea un éxito no es exclusividad de los músicos es porque -alrededor de un evento en el que se congregan miles de personas- hay muchos elementos que condicionan el resultado final. Desde el tiempo metereológico, pasando por el equipo técnico, los roadies, los promotores, el recinto, los músicos y hasta el propio público pero entre medias hay aún más manos y condicionantes, tantos intermediarios y con tanta burocracia que seguramente podríamos darnos con un canto en los dientes la cantidad de conciertos que se celebran sin incidencia alguna. Dream Theater llegaba a España, con su recién estrenada gira europea, presentando "Dream Theater" (2013), un disco que ha levantado la polémica entre sus seguidores ya que para algunos carece de sentido y se muestra como un álbum que no termina de cuajar y para otros es la enésima cuadratura del círculo a la espera de confirmar a Mangini como el sustituto definitivo de Portnoy. Pero volviendo al concierto de Madrid, puedo asegurar que pocas veces he tenido tantas ganas de ver al grupo en directo para, poco después, estar deseando largarme del recinto.

El Palacio de Vistalegre es un desastre lo miremos como lo miremos, no argumentaré si está o no mal comunicado porque eso es tan subjetivo como lo lejos que viva el respetable del madrileño barrio de Carabanchel pero sí haré hincapié en su horroroso sonido. Vistalegre podrá albergar cualquier espectáculo pero ninguno musical, es una aberración ver un concierto allí; la disposición de plaza de toros, los materiales y la horrenda cúpula que lo coronan, hacen del recinto un auténtico caos en el que imagino que probar sonido es una locura, rebota por todos lados y se forma una extraña burbuja de feedback que pocos técnicos podrán sortear con éxito.

Pero ya no es el sonido (como si eso fuese poco) sino la desastrosa organización de la que no sé si es culpable la Dirección de Vistalegre, la promotora (Rock N Rock) o las dos a la vez. Según Vistalegre, el grupo no vendió suficientes entradas  y la promotora decidió cerrar la gradas y destinar a todos aquellos que habían comprado su entrada a la pista. Así, cuando después de hora y media de espera, tuvimos acceso al recinto, el "amable" personal del Palacio no dudaba en indicarte que para acceder debían cambiarte la entrada de grada por pista y que, por supuesto, después podrías poner una queja con tu entrada de grada ¿pero cuál si te la habían cambiado por una de pista?

La otra opción era devolver la entrada y quedarte sin concierto y, por supuesto también había que esperar para ello, así que cuando la gente se empezó a impacientar y entrar, las primeras notas de "The Enemy Inside" atronaban desde dentro. "Es música de fondo" aseguraban desde la puerta mientras cambiaban las entradas. ¿Quiere poner una queja? Claro, deme su entrada y alegue la hora y media de retraso, que el espectáculo ya ha empezado y justifíquelo todo con esa entrada que le hemos cambiado (¿qué sentido tiene cambiar grada por pista si las gradas están cerradas?). ¿Cómo enmascararlo? Problemas técnicos. ¿Por qué le llamarán así a cubrir con una lona las gradas?

Por supuesto, huelga decir que al cerrar las gradas también condenaron sus accesos por lo que toda la pista (entre dos y cuatro mil personas) tuvieron que hacer uso de los mismos aseos, inundando el pasillo desde la primera canción. Y, si en Def Leppard los de Vistalegre se ahorraron lo suyo en pleno verano madrileño evitando poner el aire acondicionado, con Dream Theater lo repitieron no poniendo la calefacción en pleno mes de Enero. Respondiendo a los más críticos: ¿Puedo aguantarme pagando cuarenta euros por una entrada y acceder tarde al concierto después de esperar casi dos horas en la puerta, aguantar que me quiten la entrada y, por supuesto, el derecho a la reclamación, que no pongan la calefacción, los servicios sean casi impracticables y el sonido sea una mierda? Claro que sí, llevo veinte años asistiendo a conciertos de forma regular, no me voy a asustar a estas alturas después de haber soportado casi de todo pero sí indignarme, tengo derecho al pataleo como el resto de los asistentes a los que esta situación les afectó.

Conseguimos entrar y situarnos muy cerca de Petrucci, “The Enemy Inside” suena con fuerza y, aunque el sonido es deleznable, estamos en primera fila y con ello evitamos el pésimo sonido del que disfrutamos en la segunda parte del concierto cuando retrocedimos hasta el fondo de la pista, disfruto del solo pero soy incapaz de distinguir el resto de los instrumentos con nitidez, tan sólo la guitarra de Petrucci destaca poderosamente en los solos justo cuando sube el volumen. En “The Shattered Fortress” se aprecia la unión entre los músicos: Jordan, Myung y Petrucci disfrutan tocando y Mangini se esfuerza en darle unión, se miran constantemente y se les ve entregados, pena que las condiciones no acompañen. ¿Y James LaBrie? Me sorprende y me irrita, creo que de los cinco, a James se le notaba menos implicado, de voz bien (justo en las notas altas de las primeras canciones hasta “On The Backs Of Angels” pero, como siempre, genial). ¿Por qué creo que no tenía la misma entrega que el resto? No es mi primer concierto de Dream Theater y no voy a ser yo el que critique a LaBrie a estas alturas pero quizá todo lo ocurrido, además de mi posición en el lateral de Petrucci, me hizo ver las cosas de una manera muy diferente. Está claro que en los desarrollos de las partes instrumentales, LaBrie poco puede hacer si no hay intervención vocal (además, me sé de memoria cómo se mueve en el escenario, sus recursos y su presencia, no hay nada nuevo que descubrir) pero esas típicas ausencias en las cuales LaBrie desaparece para lucimiento de Mangini, Myung, Rudess o Petrucci, siempre había pensado que LaBrie permanecía en los laterales o el “backstage” del escenario, escuchando la canción, descansando y esperando a entrar de nuevo. 

Pues bien, desde la parte más cercana al foso y justo delante del técnico de guitarras, pude apreciar no sólo como LaBrie baja del escenario y se adentra en los pasillos del Palacio de Vistalegre sino como responde al móvil (recordándome esto también a cuando Steven Wilson lo consultó mientras cantaba, sentado al piano, en pleno concierto de Madrid. ¿Qué está pasando con los artistas de Progresivo de nuestros días? ¿Alguien se imagina a Roger Waters mandando un mensaje mientras Gilmour soleaba en “Shine On Your Crazy Diamond”? LaBrie corría por la rampa de subida al escenario justo un par de compases antes de que volviese al estribillo y señalaba al bajo de Myung o las manos de Petrucci para que el público, ajeno a todo, aplaudiese el solo que ni él mismo habría escuchado. 

Amo la música de Dream Theater y he pasado horas y horas escuchándoles, volveré a verles una y otra vez, compraré sus discos y les defenderé, con o sin Portnoy, pero estas cosas (además de la organización) terminaron por darme la puntilla en un concierto supuestamente para paladares exquisitos. “On the Backs of Angels” sonó razonablemente bien y es un gustazo, gracias a la cámara sobre el teclado, verle las manos en acción. La verdad es que si a alguno no le convenció está canción como adelanto de “A Dramatic Turn Of Events”, pasado el tiempo y en directo, gana bastante. En “The Looking Glass” y sus arremetidas AOR puedo, por fin, apreciar el bajo de Myung, las líneas son excepcionales y no me equivoco cuando digo que sus manos tienen un peso específico en la música de Dream Theater, además la comunicación con Rudess y Petrucci es constante por lo que, aunque no se salgan de lo establecido (no hay improvisación alguna sino nota por nota lo grabado en los discos) verles tan de cerca es una maravilla.

En “Enigma Machine” se luce Rudess y el solo “pinkfloydiano” de Petrucci la elevan hasta influir en nuestras emociones, son excepcionales y no son pura técnica sino que, a través de ella, transmiten con una canción que en directo apabulla y encuentra su lugar mucho más allá de las comparaciones con “Erotomania”, para acabar Mangini es el ocupado de realizar un solo estupendo en el que priman los timbales y el doble bombo, cambiando constantemente de compás, ¡parece un pulpo!

En “Along For The Ride” le toca el turno a LaBrie y, aunque la hayamos escuchado miles de veces (y todo prefiramos que interpreten otras), suena bien y conserva su sentimiento. Anuncian un descanso y el aniversario de dos discos como “Awake” (1994) y “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” (1999), siendo el veinte y el quince del segundo, así que anuncian un repertorio especial para el segundo acto pero antes desatan un “Breaking All Illusions” que no es que suene bien por el tremendo trabajo de Petrucci, es que es una delicia escuchar las partes de cada uno y la parte “prog-funky” es demoledora en vivo cerrando la primera parte del concierto con un muy buen sabor boca a pesar lo ocurrido con la organización. Como es de suponer, todo colapsado en el descanso. Enlazan, como debe ser, “The Mirror” y “Lie” de “Awake” y, aparte del curioso teclado de Rudess, me resulta curioso verle interpretar las partes de Kevin Moore, como lo mismo me ocurre con “Space-Dye Vest” que nunca creí que vería en directo y menos interpretada por Rudess. “Lifting Shadows Off a Dream” de Myung suena muy bien (siempre me han gustado los teclados de ésta) mientras que “Overture 1928”, “Strange Déjà Vu”,  “The Dance of Eternity” y “Finally Free” nos llevan de vuelta a “Metropolis Pt. 2: Scenes from a Memory” con Nicholas y Victoria como protagonistas y, aunque no entiendo muy bien estas canciones fuera de su contexto, disfruto muchísimo con las instrumentales “Overture 1928” y “The Dance of Eternity” o el pletórico “Finally Free”.

Un diez para Petrucci, Rudess, Myung y Mangini, un aprobado para LaBrie y un suspenso en toda regla para la promotora, la organizadora y el recinto. Un concierto cinco estrellas que nos dejó a muchos un ingrato sabor de boca. Esperemos que vuelvan pronto y en condiciones. Como gritaba un fan: ¡Esto con Portnoy no pasaba! Y todos nos reímos pero, en el fondo, el pajarraco del batería sobrevolaba el ambiente habiendo gafado la actuación de nuestro grupo esa noche… 


© 2014 Conde Draco
(Fotos de Javier Bragado)