Concierto: The Beach Boys (Ávila) 21.07.2012

SETLIST: Do It Again/ Little Honda/  Catch a Wave/  Hawaii/ Don't Back Down/  Surfin' Safari/  Surfer Girl/  It's OK/  You're So Good to Me/  Getcha Back / Then I Kissed Her (The Crystals)/  Please Let Me Wonder/  Come Go with Me (The Del-Vikings)/ Why Do Fools Fall in Love (Frankie Lymon and The Teenagers)/ When I Grow Up (to Be a Man)/  Darlin' / Cotton Fields (Lead Belly) / Be True to Your School/  Ballad of Ole' Betsy/  Don't Worry Baby/  Little Deuce Coupe/  409/  Shut Down/  I Get Around/  In My Room/  All This Is That/  Good Timin'/  Sail on, Sailor/  That's Why God Made the Radio/  Heroes and Villains/  California Dreamin' (The Mamas and the Papas)/ God Only Knows/  Sloop John B/  Wouldn't It Be Nice/  Good Vibrations/  California Girls/  Dance, Dance, Dance/  All Summer Long/  Help Me, Rhonda/  Rock and Roll Music (Chuck Berry)/ Barbara Ann (The Regents)/ Surfin' USA/  Kokomo/  Do You Wanna Dance? (Bobby Freeman)/ Fun, Fun, Fun/ 


No hay mejor recompensa que recorrer toda España para acabar en un paraíso como el de la sierra de Gredos y escuchar "Do It Again" como bienvenida. Por razones que no vienen al caso, nunca había podido ver en directo a Brian Wilson así que, cuando se anunció la gira del cincuenta aniversario de los Beach Boys, no dudé, en ningún momento, que allí estaría; vería a Mick, Al, Bruce, David y a Brian juntos. ¡Y vaya si cumplí mi promesa porque el sábado veintiuno de Julio me planté en la primera fila justo enfrente de Love! Pero vayamos poco a poco y dejadme que os cuente lo que sentí en una de las noches más especiales de mi vida como si de una Odisea moderna se tratase. Hay gente que recorre kilómetros y kilómetros para ver un partido de fútbol, para encontrarse con su novia, mujer o hijos, para cumplir una promesa, de vacaciones o, simplemente, para ver un mísero concierto de rock, pues bien: yo peregriné cientos de kilómetros bajo el sol abrasador de Julio para cumplir mi sueño y ver a Brian Wilson con Mike, David, Al y Bruce; una mezcla de todos los posibles motivos anteriormente mencionados mezclados con mi particular obsesión por un Wilson, ahora, septuagenario que ha alimentado mi imaginación hasta límites insospechados. Ya, la semana antes del concierto, se puede decir que estuve picado por el wilsoniano virus del pop cuando todas y cada una de las noches antes del concierto, soñé con los Beach Boys como si estas ensoñaciones fuesen parte de una película que acudía a ver cada noche. Como si estuviese metido dentro del libro de José Ángel González Balsa; "Bendita locura: la tormentosa epopeya de Brian Wilson y los Beach Boys" el cual, por otra parte, nunca me cansaré de recomendar a todos aquellos que amen la música Pop con mayúsculas, los Beach Boys, la música o, simplemente, un libro escrito con pasión y ganas como pocos he leído dentro del género.

Quienes me conocen poco saben de mi obsesión por Wilson y, seguramente, les extrañaría la cantidad de tiempo que he invertido e invertiré en pensar en él y su obra, quienes me conocen bien; no les extraña pero sí se preguntan cual es el motivo para que yo, que nunca he hecho surf en California, ni siquiera estaba en este mundo cuando los Beach Boys eran una auténtica sensación y puedo llevar una camiseta de Redd Kross y, sin embargo, estar escuchando "De Mysteriis Dom Sathanas" de Mayhem, esté tan jodidamente chiflado por un señor de setenta años cuando, quizá, debería estarlo por Metallica, Coldplay, Muse, The Black Keys o cualquier grupo del momento como Arcade Fire. Me gustaría poder responderles pero ni siquiera yo sé los motivos, quizá todo sería más fácil si pudiese abrirles mi pecho y enseñarles todo lo que la música de Wilson ha creado en mi interior pero no con palabras, eso sería vulgar y no alcanzaría a comprender la dimensión de lo que una canción de dos minutos ha podido sacudir dentro de mí. Hay una frase suya que siempre me ha impactado y suscribo totalmente; "Ninguna relación personal ha sido capaz de proporcionarme el mismo sentimiento que la música"


Y con esa mezcla de obsesión y fanatismo en mi pregrinaje, arrastré a mi novia (la cual tiene una paciencia infinita) atravesando España y llegando a la sierra al mediodía. Los alrededores a Hoyos del Espino están llenos de campistas y, según nos vamos acercando al festival, comenzamos a ver las primeras camisetas de los Beach Boys y, cómo no, de Brian Wilson. Quizá por la edad media del público o, simplemente por una cuestión de saber hacer; la organización del festival "Músicos en la naturaleza" fue sobresaliente desde mi experiencia o quizá me dejé influir demasiado sabiendo que por la noche escucharía "God Only Knows" con un paisaje tan espectacular como marco. De cualquier manera, la organización del festival fue razonablemente puntual, había seguridad y personal de sobra, aseos y buenos accesos, un diez. 


La mayoría de la audiencia se sorprendió cuando el grupo vallisoletano eLe De eMe saltó al escenario después de una ridícula y repetitiva prueba de sonido que pudo con los nervios de todos los allí presentes. ¿Qué podemos decir de ellos? Nada bueno por muchas razones. Reconozco que odio la figura del telonero pero en este caso (y despojándola de toda la ternura que pueda llegar a suponerles a muchos el mero hecho de imaginarse a un grupo joven luchar por su supuesto arte) algo no cuadra cuando nos encontramos a un grupo con tan poca calidad tocando en un cartel con Los Secretos y una leyenda como los Beach Boys. Letras ridículas y llenas de clichés sobre una música que no suena nueva y sin calidad, con un cantante que perdió tono según avanzaba la actuación y que debería replantearse muy seriamente el cambiar las formas; evitar hablar tanto entre canción y canción y, por favor, dejar de escuchar a grupos como Vetusta Morla o Niños Mutantes con ansias de FM. Aburridos, predecibles y desesperantes.


Lo de Los Secretos fue harina de otro costal, a este grupo no se le puede echar nada en cara, son jodidamente buenos y en su calidad, sus buenas maneras y sus brillantes canciones reposan la tranquilidad de la que hacen gala en todos sus conciertos.


Saben que tienen la batalla ganada desde la primera canción y Álvaro Urquijo cuenta a su izquierda con Ramón Arroyo (sin olvidarnos de Jesús, Juanjo y Santi, claro), todo un monstruo que, con su carismática sobriedad y la artillería de sus guitarras, nos volvió a ubicar; estábamos en el sitio correcto. No faltaron canciones como "Ojos de perdida", "Déjame" o "Lágrimas sin nombre", "En este mundo raro" y "Sólo ha sido un sueño". Impresionantes.


Pero el verdadero plato fuerte comenzaba a las once y ni siquiera Álvaro y Ramón querían perdérselo. Los Beach Boys inundaban el escenario después de una prueba de sonido sorprendentemente corta (o quizá fue así por los nervios de todos los que allí esperábamos). 


Quince personas sobre el escenario para interpretar cuarenta canciones con todos sus matices; cuatro guitarras eléctricas para dar vida a todos sus éxitos. Entran Mick, Al, Bruce, David y, por supuesto, Brian y es justo en ese momento, con toda la gente coreando su nombre, cuando uno entiende aquello que él mismo decía: "Sin mí no hay concierto de The Beach Boys", toda la razón, Brian.


Y aquello empieza a sonar, ¡y de qué manera! "Do It Again", "Catch a Wave", "Surfin' Safari", "Hawaii". Mike bromea con nosotros, es el malo de la película y disfruta en su papel; "España no tiene nada que hacer en baloncesto, se enfrentará a mi sobrino (Kevin Love)" y todos le pitamos con cariño y una sonrisa porque es Mike y tenerle sobre un escenario ya es suficiente motivo de celebración, Brian le llama al orden. "Darlin'", "Be True To Your School" o "Little Deuce Coupe" suenan portentosas, no hay descanso, un éxito tras otro, encadenando un tema tras otro como si fuesen los Ramones (irónica comparación en forma y estilo, por supuesto). Todos las conocemos y las disfrutamos, las cantamos y sentimos que para hacer surf en California no hay que atravesar el charro sino estar en Gredos esa noche.


Brian arranca ovaciones en "Sail on, Sailor" (desconfiad de aquellos que le describen en estado catatónico porque no es verdad y demuestran tanta mala leche como escasa sensibilidad, además de ingratitud) y de su último disco tan sólo interpretan "That's Why God Made the Radio" que suena bien e integrada dentro del repertorio de clásicos pero es que todavía no ha llegado lo mejor y ver a Brian en directo cantar "Heroes and Villains" nos hace llegar al clímax. "California Dreamin'" suena tan evocadora como la versión de The Mamas And the Papas pero con cierto regusto veraniego y rockero que no le sienta nada mal cuando un terremoto emocional nos sacude a todos allí, suena "God Only Knows" y aquí es cuando os puedo asegurar que todos mis sueños y horas invertidas escuchando música se vieron recompensadas por tanta belleza. Pasmosa, delicada, épica y tan bonita que algunos no pudieron reprimir ni las lágrimas.


Ellos lo saben , la gente corea el nombre de Brian y nos derriban con la alegre "Sloop John B" y esa inyección de optimismo que es "Wouldn't It Be Nice" y coreada por miles de fans. Pero si con "God Only Knows" nos habían enamorado, fue con "Good Vibrations" en donde todos nos sentimos parte de la historia. No puedo describir con palabras lo que se siente al escuchar una canción así en directo, es mágico; ¡es el material del que se hacen los sueños! "California Girls" y  "Dance, Dance, Dance" nos recuerdan que aquello no ha acabado y, cuando ya todos estamos agotados, versionan "Rock and Roll Music", la inmortal "Barbara Ann" y terminan de desbocarnos con "Surfin' USA". 


Un descanso, "Kokomo" (un tema al que nunca le he tenido demasiada simpatía pero que en esos momentos disfruto como el que más),  "Do You Wanna Dance?" y "Fun, Fun, Fun" para rematar la jugada. Dos horas y media, cuarenta canciones brillantemente interpretadas sin pausa.


El concierto acaba y todos se despiden, Brian sonríe, está feliz, parece a gusto en el escenario y nosotros todavía en una nube. De vuelta en el hotel, tras treinta kilómetros de sinuosas y peligrosas curvas en el puerto, mi novia me dice que debemos dormir pero yo, a modo de mantra, no paro de repetir: "Hemos visto a Brian Wilson, hemos visto a Brian Wilson, a Brian Wilson". Bendita locura.


© 2012 Seymour Glass