Crítica: U2 "From The Sky Down"

Mientras U2 estaban enfrascados en su multimillonaria y pantagruélica gira "360° Tour" empezaron a componer y tener ideas para un disco que, tal y como ocurrió con Zooropa (1993), saldría de manera inminente y solapado en directo con los temas de su álbum "No Line On The Horizon" (2009) pero, cuenta la leyenda, que una vez se pusieron a revisar material para la edición veinte aniversario de "Achtung Baby" (1991), Bono decidió que U2 debía tomarse las cosas con más calma y meditar su siguiente paso. No es que a Bono le impactase verse con veinte años menos (que seguramente también), lo que le afectó fue comprobar el excelente estado creativo del que gozaron a primeros de los noventa. Pero, para el aficionado no iniciado en el mundo de los irlandeses, antes hay que situarse...

En 1989, U2 venía de su particular viaje por el corazón de una América llena de nuevas sonoridades y una tradición musical inabarcable para cuatro veinteañeros que la descubrían y quería disfrutarla hasta las últimas consecuencias. Habían vendido millones y millones con "The Joshua Tree" (1987) y se embarcaron en una agotadora gira mundial que les llevó a perder su identidad y abrazar las raíces americanas, documentarlo en un disco doble que no es otra cosa sino la banda sonora de un documental, "Rattle & Hum" (1988), y terminar fagocitados por sí mismos cuando la crítica norteamericana se ensañó con ellos, la europea parecía no reconocer al grupo en el que se habían convertido y sus seguidores se contaban por millones y querían más, más y más. Así, los dublineses llegaron a la nochevieja de 1989 con un concierto histórico en Point Depot en el que Bono soltó aquel mítico;  “We have to go away, and just dream it all up again” para terror de millones de personas que creyeron ver en aquellas palabras el final del grupo. Y así fue.

El mundo llegaba al final de una década y los cambios se sucedieron a toda velocidad, Europa se convirtió en un auténtico zoológico y la caída del muro de Berlín fue el pistoletazo del cambio. U2 habían llegado a un punto en el que sólo podían cambiar o abandonar. Optaron por lo primero.

Imaginemos por un segundo lo que aquel cambio supuso entre el público y el resto de artistas. En los ochenta, U2 habían sido fotografiados por Anton Corbijn como si se tratasen de predicadores irlandeses, barba de tres días, sombreros vaqueros, botas, chalecos, coleta, caminando por el desierto del Valle de la muerte entre los bonitos y exóticos árboles de Josué y, de la noche a la mañana, aparecía Bono con el pelo corto y engominado, gafas de mosca y vestido de cuero como el Elvis del "Comeback Special" del 68, su música abandonaba todo mesianismo e influencia norteamericana para abrazar los ritmos más bailables, las distorsiones más ruidosas y la puesta en escena pasaba de la sobria lona negra a las cientos y cientos de pantallas del Zoo Tv Tour, la invención de la pasarela y los escenarios acústicos internados entre los miles de espectadores de sus conciertos y, para colmo y a final de gira, aparecía travestido en una suerte de cruce diabólico entre Mefisto y la cultura de masas del McDonald cantando "Lemon" en falsete mientras bailaba con tacones de plataforma. Lo siguiente que ocurrió fue la desbandada de cientos de aficionados que veían aquel cambio como una traición y la llegada de hordas y hordas de nuevos fans que ahora cantaban clásico inmediatos como "Even Better Than The Real Thing" y "The Fly".

Pero el proceso de gestación fue más duro de lo que el grupo llegó a creer, se recluyeron en los míticos estudios Hansa de Berlín (visitados por un servidor) y junto a Daniel Lanois, Brian Eno y Flood sufrieron en el parto de su último gran disco hasta la fecha. Y ese gran momento de cambio es el que retrata magistralmente Davis Guggenheim  en su "From The Sky Down", un documental que temía ver debido a la cantidad de emociones y recuerdos que guardo de aquella época y la que chirria de sobremanera la actitud de los actuales U2 cuando comparten metraje con aquellos treintañeros que tuvieron el valor de dar un giro artístico a su carrera justo cuando estaban en la cima, una acrobacia de resultados sobresalientes que sorprendió a propios y extraños.

Emotivos son las sesiones de grabación (cómo "Young Blood" se cuela en la embrionaria "Mysterious Ways" y termina convirtiéndose en "One") y las imágenes en el estudio o paseando por Berlín, la honestidad de Bono y la genialidad de The Edge. Quizá la única nota amarga sea verles ensayar, veinte años después y de cara a su -más que cuestionable- presencia en el festival de Glastonbury, los temas de un disco tan enorme como "Achtung Baby" y presenciar cómo de olvidado lo tenían. Quizá el propio Bono se haya dado cuenta de esto y por eso haya decidido frenar la publicación de "Songs Of Ascent" porque ya son demasiados los discos mediocres que han producido en los últimos diez años y hace veinte que publicaron su última obra maestra. "From The Sky Down" es todo un manjar para aquellos que aman a U2 y para esos otros que no conocen bien al grupo, un retrato lleno de nostalgia de cuando los irlandeses tenía ganas y un par de huevos.



© 2011 Jim Tonic