Crítica: Ingested “The Tide of Death and Fractured Dreams”

He tenido sentimientos encontrados con este “The Tide Of Death And Fractured Dreams” (2024) porque, por un lado, deseaba que me gustase tanto como entregas anteriores, pero, aunque me he forzado a ello, en cada escucha me he encontrado enumerando los motivos por los cuales este disco no es lo que otros medios pretenden vendernos. Ingested no son unos advenedizos, su carrera y calidad está más que probada, no necesitan demostrarle nada a nadie y poseen obras de la talla de “Surpassing the Boundaries of Human Suffering” (2009) o “Where Only Gods May Tread” (2020) en catorce años de carrera en los cuales sólo puedo contar “The Surreption” (2011) como único paso en falso que, todo hay que decirlo, intentaron solucionarlo en los últimos años. Y es que los discos de Ingested merecen la pena por la satisfacción que producen las guitarras de Sean Hynes, la fortísima pegada de Lyn Jeffs y las voces de Jason Evans en la constante sensación de estar en mosh-pit permanente cuando Lyn nos ametralla y Sean nos rompe las cervicales con semejantes breakdowns. Además, por qué no, Ingested merecen más relevancia en la escena cuando ha quedado más que demostrada su eficacia, su talento y una violencia que, aunque fácil de digerir, compite de tú a tú con otros pesos pesados del death.

Pero esperaba mucho más de “The Tide of Death and Fractured Dreams” (2024), “Ashes Lie Still” (2022) mostraba un cambio en el sonido de Ingested, el sudor y los riffs como bloques de hormigón habían dado paso a una línea melódica mucho más melancólica, que mostraba una lógica evolución en una carrera que, si tienes que fiarte de sus seguidores, se muestra sólida, aferrada a los principios de la banda desde hace más de una década pero, les guste o no, “Ashes Lie Still” (2022) mostraba ansias de cambio, una pequeña brecha en el muro por la que parecían filtrarse aguas aún más accesibles. ¿Es malo potenciar tu lado más melódico? ¿Es algo negativo pasar del sudor y el músculo a canciones más melancólicas con mayor presencia de atmósferas? Por supuesto que no, prefiero que mis artistas favoritos experimenten y busquen nuevas fórmulas, sin perder su identidad, y “Ashes Lie Still” (2022) me gustó, formando una triada verdaderamente sólida como “The Surreption II (Redux)” (2021), “Where Only Gods May Tread” (2020) pero “The Tide Of Death And Fractured Dreams” (2024) no funciona tan bien y logra que le veamos las costuras del disco. Producido por Nico Beninato, con una magnífica ilustración de David Seidman, el álbum suena potente, con la brutalidad habitual y la prueba de ello es “Paragon Of Purity” y su continuación, “Endless Machine”, en la que Lyn parece un ordenador escupiendo semejante dosis de doble bombo, pero será en “Where No Light Shines” o “Starve the Fire” en las que Ingested descubren sus cartas cuando juegan con otras atmósferas y bajan la velocidad, pero no la intensidad, recordándonos a lo que actualmente hacen Gojira o los difuntos Chimaira. Es por eso que no es una casualidad que Mark Hunter colabore en “In Nothingness” o en la misma línea de composición, en “Expect To Fail” con la ayuda de Josh Middleton (Sylosis, Architects, por cierto, ¿alguien recuerda el disco de la banda de Sam Carter? Suenan risas de fondo...).

No digo que sean malas canciones, pero jamás esperaría algo como “Numinous” de Ingested (a pesar de agradecer el respiro tras el martillo hidráulico al que he sido sometido) algo a lo que regresarán con la brutal “Pantheon” y el intento de recuperar el encanto de sus primeros años con “Kingdoms of Sand” pero la confirmación definitiva de que Ingested están mirando a otras bandas como Lorna Shore es cuando, por ejemplo, Evans juega con su voz limpia, melódica, para desgañitarse y recuperar algo de cuerpo en el último tercio de la canción que cierra un disco que no me disgusta, pero en el que no hay composiciones que justifiquen una nota mayor. De nuevo, sentimientos encontrados, cuando tras su escucha entiendo que quieren cambiar de dirección y alejarse de su sonido, pero este puede espantar a sus seguidores más veteranos, como también es cierto que aferrarse a él puede desgastar el impacto de Ingested como banda, cuando hay otras muchas que ofrecen esta misma propuesta con más gracia.

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