Crítica: Kataklysm “Goliath”

Venga, vamos a ser dramáticos; no disfrutaba de un disco de Kataklysm desde "Waiting for the End to Come" (2013) pero es que la banda desde aquel, sin ser capaces de fallar en lo formal (porque son grandes músicos, a un nivel más que considerable), no han sido tocados por las musas en muchos años. “Unconquered” (2020) me dejaba francamente frío, sonando como un disco genérico de death, en el que no era capaz de apreciar las bondades de los canadienses y en “Goliath” (2023) volvemos a lo mismo; esa manía por la melodía más repetitiva y fácil, estribillos accesibles hasta la médula y la sensación de estar escuchando a una banda de death metal melódico, algo así como acudir a escuchar a Cannibal Corpse y terminar con los Arch Enemy actuales, lo que no es malo pero sí que sorprende por el cambio de aquellos que una vez firmaron "In the Arms of Devastation" (2006), aquel aplastante debut que es "Sorcery" (1995) o el más reciente "Waiting for the End to Come" (2013). Pero, ¿entonces qué ocurre con “Goliath”? Pues, francamente, lo mismo que con “Unconquered” (2020) sólo que en este se nota un mayor trabajo compositivo, los riffs no son tan evidentes, las canciones no suenan tan repetitivas y uno tiene la vaga sensación de que la banda se ha esforzado más, aunque el resultado sea el mismo tras la efectista e impresionante portada del genial Eliran Kantor, como si con eso bastase.

No negaré que “Dark Wings of Deception” es una magnífica forma de abrir un disco, potente y con filo, sonando tan cercanos al death técnico que, a veces podrían hacernos creer algo muy distinto a lo que son; Iacono también ha cambiado su forma de enfrentarse a las canciones en los últimos discos, mientras que Barbe y Payne son un verdadero martillo pilón y Dagenais y sus trémolos y arpegios evocan otros subgéneros del metal. “Goliath” funciona estupendamente, Kataklysm ponen la directa y el bajo de Barbe parece dar saltos sobre la batería, provocando un ritmo a medio camino entre el death más clásico y el galope de una banda de groove, como también puedo asegurar que “Die As A King” o “Bringer Of Vengeance” producen la sensación ilusoria de estar ante un disco mucho más grueso y sólido de lo que es, hasta que las cosas se empiezan a torcer (más, mucho más), con la ridiculez de estribillo que es “Combustion”, el auténtico relleno de “Heroes To Villains” o “Gravestones And Coffins” (con Kataklysm convertidos en góticos de baratillo a fuerza de bajar las revoluciones a Payne) y un final tan flojo como "The Sacrifice for Truth", dejando esfuerzos como “From the Land of the Living to the Land of the Dead” o la auténtica joya del disco, “The Redeemer”, opacados por esas otras canciones que pueblan el disco y hacen un flaco favor a la nota global de “Goliath”.

Afirmar que es mejor que “Unconquered” (2020) es estrujarse tan poco las neuronas, como ellos mismos han hecho con “Goliath” (2023) y decir tan poco de una banda que lleva años ofreciéndonos el mismo plato, una y otra vez, con distinta fortuna, según le pille al cocinero. No puedo decir que sea el peor disco de Kataklysm, tampoco el mejor, simplemente más de lo mismo en una de las épocas menos creativas y afortunadas de la banda, con lo que dependerá en mucho del entusiasmo del oyente. A veces creerás que has perdido el tiempo, otras tendrás que comprobar si el disco ha vuelto a empezar o se ha empezado a reproducir otra banda, así de triste.

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