Crónica: Ozzy Osbourne (Madrid) 30.06.2018

SETLIST: Bark at the Moon/ Mr. Crowley /I Don't Know/ Fairies Wear Boots/ Suicide Solution/ No More Tears/ Road to Nowhere/ War Pigs/ Miracle Man/ Crazy Babies/ Desire/ Perry Mason/ I Don't Want to Change the World/ Shot in the Dark/ Crazy Train/ Mama, I'm Coming Home/ Paranoid/

Suele ocurrirle a las nuevas generaciones de recién llegados a la música que valoran y emiten juicios lapidarios sobre artistas que llevan décadas ganándose el pan con su genio. No es extraño encontrarse en conciertos a chavales o cuarentonas que acaban de descubrir las bondades del rock (llámalo metal, grind, groove, thrash, death, black o hard, como gustes) en directo y toda su parafernalia, que menosprecian a KISS, AC/DC, Judas Priest por sus quizá poco acertados últimos lanzamientos (empero, “Firepower” de Judas es quizá lo mejor que han firmado en muchísimos años) o atacan despiadadamente a Axl Rose, Maynard Keenan o Phil Anselmo. Y yo, quizá es que soy más tonto que ninguno porque, habiendo asistido ya a más de mil conciertos (sí, has leído bien), habiendo conocido a muchos de mis ídolos y rindiendo devotamente mi nómina cada mes al santísimo vinilo, no puedo menos que agradecerle a Halford, Lemmy, Tipton, Brian Johnson y Angus Young, Anselmo, Dimebag, Vinnie Paul, Rex, Maynard, Downing, Dio, Roads o Wylde por todo lo que me han enseñado,  he disfrutado de sus canciones y lo mucho que me han acompañado. Lo contrario, negarle a Judas su importancia, reírse de Brian May por querer salir de gira sin nuestro eterno Freddie o aseverar que KISS son la banda más sobrevalorada de la historia, son cosas que tan sólo dicen más de la necedad y desconocimiento del que habla que del artista en sí mismo. 

El Download Festival madrileño pintaba bien sobre el papel pero en directo ha resultado ser de lo más irregular; desde los horarios o la purrela de bandas que competía en desigual desventaja con auténticos titanes, un escenario principal que no terminó de sonar todo lo bien que se esperaba y el horrendo hedor de las depuradoras durante todo el fin de semana. Para muchos, la gran cita era Guns N’ Roses (que jugaban fuera de casa, ante un público que, por increíble que parezca, preferirían ver a Moose Blood o Viva Belgrado antes que la ansiada reunión de Axl y Slash que paralizaron todo el festival con un innecesario set de más de tres horas, al que, por desgracia, el constante viento estropeó el sonido), para otros; Avenged Sevenfold o la accidentada actuación de A Perfect Circle que acortó su repertorio y, para muchos otros (y así se dejó ver en la asistencia), la segunda oportunidad de ver a Ozzy visitando nuestro país en solitario después de varias intentonas y cancelaciones.

Vale, estoy preparado para ello; ahora es el momento en el que el lector deberá elegir si sigue o no leyendo, porque vamos a desarmar a toda esa pandilla de haters que con sus estúpidos argumentos pretenden deslucir la carrera de John Michael Osbourne y reducirla a la nada. Esos que aseguran que todo el talento es cosa de Jake E. Lee, Randy Rhoads, Iommi y Geezer, esos otros que ven en Sharon como una zorra sedienta de dinero, atacan a Wylde por sus interminables solos y armónicos artificiales, lloran por Gus G, critican los últimos discos de Ozzy, su actitud por girar sin Ward y reclutar a Tommy Clufetos, anunciar otro No More Tours 2 después de aquel primero, regrabar sus clásicos o ser un paria sin talento al servicio del de otros, un vocalista mediocre al que le cuesta moverse por el escenario y solo tira cubos de agua. Ok, ¿hemos acabado ya con las estupideces? Sigamos…

El nombre de “Ozzy” se anuncia en las pantallas y ya es suficiente para sentirse parte de la historia y afortunado por lo que uno está a punto de presenciar, “Bark At The Moon” inicia el concierto; directo al tuétano, olvidémonos de cualquier otra canción, Ozzy no va a perder el tiempo arrancando los conciertos de esta gira de otra manera que no sea rozando la eternidad. Obviamente, es imposible no acordarse de Jake E. Lee, claro que sí, pero un enorme Zakk Wylde (con falda escocesa y una ‘bullseye’ de los Wylde Audio) nos lo borra del recuerdo con su gruesa forma de tocar; por Rhoads, por Lee, por Dimebag, Iommi y Hendrix, claro que sí.

Ozzy está en la misma forma de los últimos años pero su voz aguantará con firmeza la hora y media de actuación, en esa difícil pirueta en la que nadie es capaz de hacer sonar sus canciones como él, pese a sus limitaciones. Adam Wakeman interpreta la introducción de “Mr. Crowley” en mitad de la noche y caen algunas gotas del cielo, “Mr. Crowley, what went wrong in your head?”, canta Ozzy de manera dramática por Aleister, y sí, me emociono por todas las veces que he escuchado esa canción y la cantidad de noches que me ha acompañado, igual que “I Don't Know”, como la pista, el festival entero que corea su estribillo…

Es el momento de acudir al legado de Black Sabbath pero sin ser demasiado obvio y Ozzy rescata “Fairies Wear Boots”, Wylde la borda y Clufetos golpea como si le fuera la vida en ello, y de vuelta a “Blizzard Of Oz” con “Suicide Solution”, la emotiva e intensa “No More Tears” con un grandísimo trabajo de Rob Nicholson, y “Road To Nowhere”, del mismo álbum, en la que Wylde demuestra, lejos de sus tics más previsibles, su profunda sensibilidad hard en el sonido de su guitarra. No puedo decir lo contrario, “War Pigs” hace que todos cantemos; “Generals gathered in their masses. Just like witches at black masses. Evil minds that plot destruction. Sorcerers of death's construction In the fields the bodies burning. As the war machine keeps turning. Death and hatred to mankind Poisoning their brainwashed minds… Oh lord yeah!” y sintamos un escalofrío recorrer nuestra espalda, cuánto os debemos, Ozzy, Tony, Geezer y Bill…

El interludio formado por las instrumentales “Miracle Man”, “Crazy Babies” y “Perry Mason” (que nunca creí que escucharía en directo, de manos de Wylde), como el solo de Clufetos (idéntico al interpretado en las últimas giras de Sabbath) sirven para que Ozzy descanse y ataque de vuelta con la bonita “I Don't Want to Change the World”, quizá más vigente que nunca, o “Shot In The Dark” de “The Ultimate Sin”, cuyo sonido ochentero suena magnífico actualmente (pocas canciones de Ozzy capturan con tanta dignidad aquella década) e infeccioso estribillo nos hace acompañar a Ozzy de nuevo mientras su sonrisa de satisfacción es ampliada por las grandes pantallas del festival, hasta desatar la auténtica locura con “Crazy Train” por Rhoads y todos, absolutamente todos, cantándola. Si hubo alguien allí incapaz de ello, lo siento de verdad…

“Mama, I'm Coming Home” hace que Ozzy exceda la hora estipulada del festival y todos sabemos que aquello se está acabando, no sin que antes suene “Paranoid” y todas las luces encendidas para locura de todos, con un fin de fiesta tan esperado como impactante… ¡Eres jodidamente grande, Ozzy!


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