Crítica: Marduk “Viktoria”

Resulta siempre muy complicado evaluar casi treinta años de carrera de una banda en función de su último álbum o, mucho peor, contrastar quiénes fueron y en lo que han devenido en la actualidad, sobre todo por la elucubración de complicadas y extrañas teorías que parecen querer decir más del que escribe y la justificación de su valoración, que del propio artista. En el caso de Marduk, tanto Devo como Morgan, han estado presentes desde sus comienzos y tan sólo Fredrik Widigs a la batería o Mortuus de Funeral Mist a las voces se han incorporado más tarde pero, en ambos casos, los dos músicos han encajado a la perfección, sin ir más lejos; Mortuus, desde el 2004 en la banda, puede considerarse como el mejor vocalista que ha tenido Morgan a su lado. Por lo tanto, ¿qué podíamos esperar de “Viktoria”? Quizá no se trate tanto de lo que nos esperábamos sino huir precisamente de las comparaciones, su nuevo álbum no está compuesto o grabado para competir con “Dark Endless” (1992) o “Panzer Division Marduk” (1999), por lo tanto; deberás evitar aquellas críticas que te aseguren que tiene mucho que ver con aquellos y también de aquellas en las que te juren y perjuren que Viktoria es su mejor o peor disco, porque nada de eso es verdad. Marduk hace tiempo que transitan esa complicada pero también poco agradecida zona propia en la que todos sus trabajos están a un gran nivel, pero ninguno despunta significativamente del resto, ni por ser inferior; ni por resultar una obra maestra que, por otra parte, redefina un subgénero que cada vez huele más a naftalina (de verdad de la buena…)

Vale como ejemplo “Frontschwein” (2015), un álbum que recibió tantos elogios desmedidos como críticas descarnadas, cuando la realidad es que no es una obra maestra (ni uno de sus mejores trabajos), pero tampoco el peor de su carrera. Es por eso que los seguidores de los polacos que amen la carne cruda, disfrutarán de “Viktoria” porque continuando el camino marcado por su predecesor, la producción del nuevo álbum es cáustica, básica y tan poco hecha y directa como uno espera del buen black metal, teniendo más que ver con “Rom 5:12” (2007) que con su anterior entrega.

Algo que se siente desde la inicial “Werwolf”, dos minutos de metal lleno de rabia y en la que la única queja que podemos tener es la inclusión de esos coros casi infantiles. Por lo demás, las guitarras parecen más afiladas que nunca, y la labor de Fredrik es tan reseñable como la garganta de Mortuus en “June 44”, que hará exhibición de sus dotes en esos coros que, sin embargo, hacen que la canción pierda puntos, restando credibilidad a su tono de cuchilla oxidada, caso aparte es el recitado final, al más puro estilo Nergal. En “Equestrian Bloodlust” recuerdan a Immortal gracias a las guitarras, además de elevar al álbum, junto a canciones como “Tiger I”, quizá la más sencilla y repetitiva, pero definitivamente aquella que termina dotando a “Viktoria” de un tono más serio y dramático (ocurre algo similar con “The Last Fallen”). “Narva” recuerda muchísimo, horrores, a “Werwolf” (estupendo el bajo de Devo) pero más oscura y menos inmediata, menos obvia.

La acelerada “Viktoria” se basa en la repetición del estribillo, en la claridad con la que Mortuus parece deletrear su título, y cómo cambian de ritmo (Morgan en segundo plano), dándole mayor importancia al bajo de Devo y la batería de Widigs. “The Devil’s Song” hereda la melodía y el sabor de Gorgoroth pero el trabajo de Mortuus es magnífico por lo que la canción tarda poco en cuajar en la memoria del oyente, gracias al traqueteante ritmo y la convicción del vocalista, que nos dejará un gran sabor de boca en la plomiza despedida que es “Silent Night”.

No es su mejor álbum y dista mucho de serlo pero, al margen de la horrorosa y poco cuidada portada, es tan sólido como cualquiera de sus referencias anteriores y consigue situar a Marduk de nuevo en el mapa, allá donde muchas bandas veteranas tan sólo necesitan una excusa para echarse a la carretera y bien está…

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