Crítica: Five Finger Death Punch “And Justice for None”

Parafraseando a nuestro querido Lemmy y su célebre frase; "si crees que eres muy viejo para el rock and roll, entonces lo eres”, porque uno debería saber que es demasiado joven para el rock and roll, cuando se come cualquier cosa, dentro y fuera de la música (risas de fondo y platillazo, por favor). Y es que este año esté siendo quizá el más decepcionante; no por la calidad de los discos publicados (han visto la luz discos excelentes, pero no nos referimos al que nos ocupa, más risas de fondo), sino por que muchos de los más esperados por el gran público están resultando grandes fiascos que los más apasionados o inexpertos (vete tú a saber) se resignan a aceptar. La pregunta es, aparte de sus irredentos seguidores, ¿quién esperaba con ganas un nuevo disco de Five Finger Death Punch a estas alturas? Está claro que el ciclo lógico tras la inacabable gira de presentación de “Got Your Six” (2015) y los problemas de salud de Ivan Moody y sus adicciones, es publicar un nuevo álbum y a Eleven Seven, más en concreto Prospect Park, les picaba ya el bolsillo por aquello de aprovechar el tirón de los de Nevada. Entonces, afinaré mi pregunta; ¿era necesario un nuevo álbum de Five Finger Death Punch? La respuesta es un rotundo no. A menos que te hagas llamar un “knucklehead” (seguidor de la banda) y creas que Ivan Moody es la mayor estrella sobre la faz de la tierra.

Pero, ¿qué es lo que falla en un álbum como “And Justice For None”? Absolutamente todo. Desde su portada con The Guy de Disturbed transmutado en Knucklehead (como si lo hubiese dibujado el mismísimo Rob Liefeld de Image), el título tomado libremente o rindiendo homenaje al inmortal “...And Justice for All” (1988) de Metallica, el poco trabajo de composición que denotan las canciones, el horrendo trabajo de Moody en unas letras de pretendida crítica y sarcasmo que tan sólo demuestran el mal momento creativo que parece estar atravesando (el noventa por ciento del álbum lo plagan pullazos e indirectas hacia todos aquellos que alguna vez han criticado a la banda o ese “mirarse al ombligo” de Moody) y una producción verdaderamente horrenda en la cual han querido potenciar el groove de su sonido, los graves y los potentes riffs de Zoltan Bathory, acabando por convertir, por momentos, la música de Five Finger Death Punch en una masa informe de ruido en la que ningún instrumento prima sobre el otro, en la que cuesta escuchar con definición el trabajo del bajo (por otro lado, Chris Kael tampoco es Flea o Pastorius, no nos perdemos nada), las dos guitarras o la batería. Pero a los knuckleheads les volverá locos; en “And Justice For None” hay riffs gruesos, la voz es la que lleva la melodía, hay estribillos que serían capaces de matar a un diabético, hay sentido del humor burdo y ramplón, hay músculo y poca chicha. ¡Les volverá locos! Eso deben haber pensado los de Prospect Park.

Pero a los demás, al resto del mundo, le producirá cierta vergüenza escuchar a Moody cantar; “I never cared about the money never really needed fame” cuando las entradas más caras de sus conciertos o sus exclusivísimos meet & greets (de los que también habla pero supongo que los que los pagan les dará igual; “I get drug out of bed for another meet-and-greetI shake the hand of every fan, put on a happy face. Spread so fucking thin, I'm all over the place”) no están al alcance de sus mayores seguidores, o sonrojo cuando nos damos cuenta que a Moody, lo que se diga en TMZ o Blabbermouth le afecta tanto como para incluirlo en la letra de la pegadiza e irritante “Sham Pain”, “The label tried to sue me, TMZ tried to screw me . Blabbermouth can fuck itself 'cause they never fucking knew me. Si estas son las palabras de un artista que ha superado un mal momento, apaga y vámonos, creo que no había sido testigo de tanto resentimiento adolescente (como escucho en “And Justice For None”) desde “Trust No One” (2016) de DevilDriver en el cual Dez Fafara, le faltaba hacer ‘unfollow’ a todos sus 'haters' y, en pijama, zamparse un Häagen-Dazs de nueces de Macadamia, mientras llora amargamente.

“Trouble” es un buen comienzo, sino fuese porque las partes melódicas parecen propias de Nickelback y el riff, la canción en general, muestra “cero evolución” desde “American Capitalist” (2011) o el estupendo “The Wrong Side of Heaven and the Righteous Side of Hell Volume 1”, en un álbum en el que todo parece regurgitado de “Got Your Six” (2015). “Fake” posee su denominación de origen (¡tres minutos y medio en bucle!), no hay duda de que sólo ellos podrían firmar una letra tan original como; “You're a fake mother fucker, I hate you mother fucker I'll break you mother fucker, you're mine. You're a joke mother fucker, you gloat but you're a sucker Such a fuckin' waste of my time” Espero que ahora el lector entienda cuando, líneas arriba, aseguraba que quizá Moody no esté atravesando su mejor momento, desde luego, este y el resto de versos del álbum no han sido escritos por Cervantes, Dylan o Cohen, la profundidad de sus letras son las de un plato llano. 

Del ridículo espantoso que es “Sham Pain” al destrozo de “Blue On Black” de Kenny Wayne Shepherd (no será el único crimen perpetrado, también se atreven con una versión ralentizada de “Gone Away” de The Offspring, cuando Dexter Holland y Noodles todavía tenían ganas y relevancia en el panorama actual. Ahora que lo pienso, compite en mal gusto y poca credibilidad con “The Sound Of Silence” de Disturbed o “Zombie” de Bad Wolves, otros que tal bailan…). “Fire In The Hole” por Marilyn Manson (el de los noventa, por favor, no el chiste que es ahora) o la ñoñez suprema, “I Refuse”, con Ivan Moody sonando como Staind, hacen que le demos la vuelta al disco y pensemos que se les ha ido la mano con la duración, trece canciones (dieciséis, en su versión extendida) son demasiadas canciones (once, en realidad, si quitamos las versiones) cuando tu estado creativo quizá, sólo quizá, no es el mejor.

“It Doesn’t Matter” o el homenaje velado al sonido alternativo de los noventa que es "When the Seasons Change" (por mucho menos que esto, colgamos a Creed del palo más alto, he de recordarlo…) como “Stuck In My Ways”, son brillantes rellenos que muestran que los mejores ases (si es que los hay) estaban reservados para la primera cara. “Rock Bottom” es pésima y carece de fuerza, como esa despedida que es “Bloody”, por favor…

Hace mucho que lo dije pero Five Finger Death Punch corren el serio riesgo de convertirse en su mejor obra, en una caricatura, como sus discos; todo envoltorio y nada en su interior o lo mismo de siempre, un burdo autoplagio de sus mejor momentos. Siempre habrá alguien a quien le guste, que lo disfrute, hasta que eche las muelas…


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