Crítica: Royal Blood "How Did We Get So Dark?"

Me sentía completamente incapaz de ver su primer álbum como una novedad más allá de lo resultón de sus singles y, mientras que muchos chavales veían las bondades de una banda como Royal Blood, comprobé en directo que aquello pinchaba. ¿Cómo les explico a todos esos críos que aquel primer álbum fue tan sólo un meneíto? Mejor dicho, ¿cómo me van a justificar ellos un disco tan horroroso como “How Did We Get So Dark?” en el que la banda puesta de moda por el agotador Dave Grohl se muestra incapaz de justificar una propuesta que no es más que unos Queens Of The Stone Age de bajo calibre mezclada sin mucha gracia con una caricatura de The White Stripes? Comienzo seriamente a creerme que en el mundo de la música hay una maldición para todos aquellos que osan reírse de Chad Kroeger y Nickelback y es que las musas suelen ser especialemente crueles con los discos de aquellos que pretenden mofarse en las redes de los canadienses más odiados de todos. Pero lo peor de todo no es que este álbum no suponga evolución alguna y ni siquiera contenga una canción remotamente parecida a “Out Of The Black” o “Figured It Out” sino que es tras aquella con la que abren el disco, la homónima “How Did We Get So Dark?”, quizá la más pegadiza y en la que se descubren tan carentes de ideas como ansiosos por llegar a un público aún mayor (el puente y el falsete de Kerr es horrendo y Thatcher no logra que la canción explote), llega la vergüenza, el escarnio de haberse mostrado tan orgullosos y seguros de sí mismos en las entrevistas de la prensa internacional como para, ahora que hay que darlo todo, sean tan jodidamente incapaces de firmar una sola canción que no parezca un plagio y no muestre unas terribles ganas de asaltar las listas o festivales universitarios de otoño.

“Lights Out” será quizá la última en la que encontremos un estribillo que recordemos pero también a un bajista cortito y sin pericia como Mike Kerr que empleará una y otra vez los mismos recursos o un batería sin pegada alguna, sin fuerza y aún más incompetente con las notas, que puede presumir de tanta actitud en directo como falta de ganas en el estudio. No serán pocos los que salten a mi cuello, ¿habrán escuchado “Lights Out” y el momento trotón de Thatcher en el minuto 2:27? No le pido que sea Neil Peart pero sí que aprenda a tocar. Me resulta inconcebible que una canción de apenas cuatro minutos muera a la mitad.
La elección de un single como "I Only Lie When I Love You" dice mucho de este inusualmente corto segundo álbum en el que nada parece funcionar sino es como excusa para seguir con la gira del anterior y sumar alguna canción al directo y es que Kerr fracasa en la composición con unas letras completamente horribles (no pasa nada, en los países hispanohablantes nadie les presta atención y los que lo hacemos somos tachados de esnobs) como parece haber cambiado ligeramente su forma de cantar sintiéndose tan débil y quebradiza su garganta en esos agudos o falsetes con los que pretende jugar en canciones como “She’s Creeping” que su voz de teleñeco hace parecer Glen Benton a Justin Bieber.

Como los intentos de querer emular a la banda de Josh Homme en “Look Like You Know” o la vacuidad más absoluta en canciones como “Where Are You Know?” o “Don’t Tell”, una aburridísima muestra más de que la mágica unión de un bajo y una batería será siempre reducida a base rítmica cuando no hay una guitarra y menos aún pericia en las manos de los músicos. En concreto, “Don’t Tell” podría haber sido cantada por Justin Timberlake con más nervio o ganas.

Vagos intentos de convertir absurdas cancioncillas infantiles como "Hook, Line & Sinker" en rock gracias a un repetitivo riff en el que Kerr tampoco se muestra especialmente imaginativo como su particular forma de frasear hasta resultar irritante. La clara evidencia de una propuesta con las patitas tan cortas como la de Royal Blood y es que cuando escuchamos “Hole In Your Heart” tenemos la pesadísima sensación en el estómago de haberla escuchado una y otra vez cuando Kerr y Thatcher se muestran incapaces de componer una canción que suene diferente o nos haga levantar una ceja.

Pero todavía falta una despedida a la altura de semejante desbarajuste, “Sleep”, en la que no tendremos sensación alguna de haber avanzado, de haber escuchado a un par de chavales con ganas de comerse el mundo y de los que se esperaba tanto en este segundo álbum que no deja de ser la confirmación de que son una banda inofensiva, adolescente, de pulserita de festival, de porrito escondido en el hueco de la mano, acné, un directo y un recopilatorio que es lo que les espera a la corta antes de que caigan en el más absoluto olvido o se separen y terminen envueltos en cualquier otro proyecto. Chad Kroeger ríe desde Canadá pero la gran diferencia es que ahora no lo hace a solas sino junto a medio mundo. Qué complicado debe ser para Thatcher tener que lidiar con la mediocridad y seguir créyendote que eres John Bonham en las entrevistas…


© 2017 Jim Tonic