Crítica: Soen "Lykaia"

Curioso el caso al que estamos asistiendo con la carrera de Soen y es que si hace cinco años se descubrían así mismos como una versión doméstica de Tool con “Cognitive” (2012) y con “Tellurian” (2014) mostraban que aquello tan sólo era una influencia más, hemos tenido que esperar hasta “Lykaia” (2017) para asistir quizá a su mejor trabajo hasta la fecha y justo aquel con el que parecen haber crecido. Y es que fuimos muchos los que tocamos el botón de nuestras mesas de hipotético jurado televisivo de cazatalentos cuando creímos detectar a una vulgar copia de Tool en el proyecto de Martin Lopez. ¿Por qué no aceptarlo? Los riffs de Platbarzdis y la voz de Joel Ekelöf guardaban sospechosas similitudes con la banda de Adams Jones y Maynad Keenan, tanto que para aquellos que hemos crecido con la música de los californianos (me subí a aquel carro con “Undertow” en 1994, ¿cómo no voy a tener fe en la religión de Maynard?) nos era del todo insoportable escuchar aquella copia, sí aquella copia porque lo que empezó siendo un regusto se convirtió en un chocante sabor con el que incluso eran anunciados en sus conciertos. Sin ir más lejos todavía recuerdo que un promotor de nuestro país admitía socarronamente la imposibilidad de traer a Tool y lo solventaba con un “pero tenemos a Soen” y dicho y hecho, los suecos pasaron por nuestro país en cuestión de unos meses. Sería muy hipócrita por mi parte no admitir que mi interés en Soen era el propio del curioso, de aquel que procediendo de las filas de las Tool Army y habiendo escuchado a Opeth hasta la saciedad necesitaba saber a qué sonaba el proyecto de Martin Lopez para, a las pocas escuchas, dejarlo de lado como lo que era; una curiosidad más en el universo Åkerfeldt y sus eternos Opeth y un cruce entre Tool y A Perfect Circle. Pero más hipócrita me resultaría escuchar a cualquiera de los que escuchan a Soen, esos neoproggers que suspiran por Leprous, TesseracT o Rishloo no admitir las similaritudes de su sonido. Tan sencillo es de explicar como que para mi Soen no significaban nada por lo mismo que Airbourne o Steel Panther tras haber vivido AC/DC o Poison y siento si a muchas almas sensibles les hiere tal profana comparación, es cierto que es exagerada y forzada pero ilustra muy bien la que era mi percepción de la banda.

Pero llegó “Tellurian” (2014) y con él la desbandada de muchos de aquellos que afirmaban que el gran disco de Soen era “Cognitive” y este segundo no llegaba a cumplir las expectativas y, como idiotas abisales que son, eran incapaces de admitir que lo que simple y llanamente estaba ocurriendo es que la banda estaba creciendo y moviéndose a alguna parte, que por suerte para otros muchos demostraban estar vivos artísticamente hablando. Sí Joel Ekelöf seguía recordándonos a Maynard pero comenzaba a haber muchas más influencias que veían la luz en el crisol de su garganta y comenzaba a tener voz propia. Escuché “Tellurian” con mayor avidez y la satisfacción propia del guantazo en toda la cara que los suecos le habían dado a todos esos que habrían congelado su propuesta en la era de “Cognitive”. Cierto es que las canciones también habían cambiado, la carretera y el éxito les había llevado a componer en dos años la continuación de su debut; el tan temible síndrome del segundo álbum había sido superado y, lo mejor de todo, es que dejaba el futuro más abierto que nunca a un esperanzador tercer disco.

“Lykaia” posiblemente sea su mejor esfuerzo hasta el momento. En él se siguen escuchando ecos de Maynard o Howerdel, claro que sí, (“Orison”, sin ir más lejos, podría haber sido firmada por ellos) pero no más que de Pink Floyd; como ejemplo ese “Lucidity” que suena sospechosamente parecida a “Breath” o esa melancólica languidez propia de sus amigos Leprous en otras canciones pero, en cambio, han sabido comenzar a hacer su propia andadura; parece que la música de Soen comienza a ser tanto o más importante que sus influencias y los homenajes, parece que la voz de Ekelöf empieza a despegar y encontrar sus propios recursos expresivos y la presencia de Marcus Jidell les ha hecho romper y rasgar, siendo “Lykaia” un buen álbum de progresivo en el que nos encontramos una apertura con un abrasivo riff en “Sectarian” y un desarrollo central interesantísimo porque no temen abandonar el sendero de sus influencias para crear uno de los mejores pasajes del disco o una explosión épica en “Orison”. Sí, Tool siguen subyaciendo bajo algunas de sus composiciones pero nunca más sentiremos su respiración en nuestro cogote.

Tras el floydiano ejercicio que es “Lucidity” en el que las guitarras beben directamente de “Breathe” y el opresivo aroma orwelliano de “Animals” (1977), las cosas se ponen aún más interesantes con “Opal” o “Sister”, quizá las más brutas y contundentes de “Lykaia”. Bien por ellos porque nada me disgustaría más que saliesen de las odiosas comparaciones para entrar en ese abominable círculo de pusilánimes de nuestros días en el que se mueven Anathema (que parecen haber aceptado ya de pleno hecho que nunca más serán una banda de doom y prefieren componer tristonas baladitas sin riesgo para cuarentonas) o ‘los últimos Katatonias’ que deberían directamente cambiar de nombre en esa tediosísima propuesta suya de la que ahora hacen gala y en la que parece que si les cortas no sangran porque se les ha cuajado incluso en directo.

Quiero entender “Jinn” como un preludio acústico que se desperazará en un medio tiempo, poco más, algo parecido a “Stray” o esa despedida que es “God's Acre” con la que nos hacen esbozar una sonrisa y querer volver a escuchar de un tirón este “Lykaia” porque “Paragon” es tan sorprendente respecto al tono general del álbum que incluso se agradece a pesar de su poca gracia.

Es, por tanto, “Lykaia” el álbum que muchos estábamos esperando de Soen cuyo único defecto puede ser la clarísima similitud de sonido y desarrollo de sus canciones, habiendo pocos sobresaltos. Pero, como aseguraba con “Tellurian”, lo mejor de todo es el futuro que se plantea y es que desde aquel siento estar exigiendo más y más a una banda que estoy seguro que no nos dará más que alegrías en el futuro y cuya propuesta estamos viendo evolucionar con cada lanzamiento; la apasionante búsqueda de unos músicos que no temen mostrar sus influencias plenamente inmersos en encontrar su propia voz. Grande “Lykaia” pero sé que el próximo lo será aún más, estoy seguro, hay madera y talento de sobra…

© 2017 Jim Tonic