Crítica: Carnifex "Slow Death"

Que el deathcore no es un género que goce de especial popularidad es una estupidez que basta refutar viendo la afluencia a sus conciertos o la cada vez más creciente base de fans pero sí que es verdad que no goza de especial buena fama o quizá de ese respeto que otros subgéneros, lo que termina convirtiéndolo en todo un ‘guilty pleasure’ (expresión anglosajona para catalogar a esos ‘placeres culpables’ que disfrutamos en la intimidad pero que rara vez se admiten en público). En mi caso, me está ocurriendo algo muy curioso; porque según voy cumpliendo años me voy abriendo más y más. ¿Por qué no disfrutar de los discos de Whitechapel o Carnifex? ¿Acaso es incompatible escuchar de nuevo a Bathory o Darkthrone y, acto seguido, pinchar “Beast” de Despised Icon? Es echar un vistazo a los mentideros de internet, leer redes sociales o los, cada vez más decrépitos, foros para entender que cuanto más música escucho menos parezco saber ya que me encuentro a chavales que apenas llegan a la veintena recomendándome artistas de bandcamp o, risas de fondo, a Sodom en lugar de lo último de Veil Of Maya o Periphery. Críos que parecen haber descubierto a Devin Townsend ahora y critican a Suicide Silence ignorando que, al final del día, cuando uno llega a casa debe escuchar lo que más le guste y haga feliz, lejos del qué pensarán con el que muchos parecen alimentar sus perfiles sociales. Puede ser Yob, Meshuggah, Deafheaven o Carach Angren…

En el caso de Carnifex, los de San Diego pueden darse por satisfechos porque con “Slow Death” han grabado el que quizá sea el disco más oscuro y agresivo del deathcore, rozando por segundos el más puro black (aunque, efectivamente, siga teniendo algunos de los defectos más execrables del core); “Slow Death” está repleto de rugidos afilados, acelerados blastbeats, crujientes y agudos riffs. Queridos míos, como ocurre con el último de Despised Icon; esto no es deathcore (que sí, que vale…), es sencillamente metal con el que disfrutar y al que sacar el mayor provecho porque “Slow Death” le ha ganado, por desgracia, la partida al último de Whitechapel y es superior a “Die Whithout Hope” (2014), “Until I Feel Nothing” (2011) por no hablar de “Hell Chose Me” (2010), el perdidísimo “The Diseased and the Poisoned” (2008) y aquel debut que fue “Dead In My Arms” (2007). No estoy afirmando que el álbum que nos ocupa sea un sobresaliente ni un clásico instantáneo como ocurre con “You Will Never Be One Of Us” del trío de powerviolence Nails pero sí que es lo mejor que han grabado Carnifex y estoy seguro de que, de no arrastrar una discografía tan irregular tras de sí y el consiguiente San Benito del deathcore, muchos de aquellos que los critican se desharían en elogios.

Algo parece haber cambiado en Carnifex desde su misma portada (o el chaleco de Dissection que ahora luce Lewis); mucho más cruda, con apenas dos colores sobre fondo negro y el sinuoso comienzo de “Dark Heart Ceremony” que pronto se convierte en una descarga de odio y agresión con ese toque siniestro que tan bien les ha sentado en este disco. Shawn Cameron y Fred Calderon están tremendos mientras Arford y Lockrey tejen ese ambiente tan lúgubre y Scott Lewis se deja la voz en sus estrofas o nos descerraja un tiro con sampleado de gatillo y percutor incluído. Es precisamente Cameron el que abre aquella que da título al álbum, “Slow Death”; con más groove y pegada que la anterior pero sin llegar a lo que se convierte “Drown Me in Blood” en la que se atreven a incluir texturas de sintetizador que vician aún más la atmósfera de la canción. Llamativo es el caso de “Pale Ghost” en el que nos recordarán a los Cradle Of Filth (como lo lees, aunque cueste digerirlo y más aceptarlo a la primera…) más básicos y menos engolados en las estrofas con Scott Lewis logrando ese tono chillón, blasfemo y más propio de una bruja histérica que a veces lograba Dani Filth.

Pero todavía habrá más oscuridad, como ocurre en “Black Candles Burning” y ese dúo de voces entre los guturales y la principal con Lewis y Arford dando lo mejor de sí antes de que Cameron se encabrone y se los lleve a toda velocidad o la gótica “Six Feet Closer to Hell” en la que parecen desmarcarse por completo del deathcore y volver a entrar en ese black sinfónico que, de no ser por los robustos riffs de Arford y los solos de Lockrey, habrían logrado la transformación completa de Carnifex. ¿Por qué este cambio? Es verdad que desde aquel regreso con “Die Without Hope”, Carnifex han endurecido su propuesta pero en “Slow Death” no sólo se trata de una cuestión de agresividad sino también de oscuridad y aquí hay mucha…

“Necrotoxic” saca las cosas aún más de quicio, siendo la más frenética de todo el conjunto, mientras que “Life Fades to a Funeral” es únicamente una introducción instrumental para la negrísima “Countess of the Crescent Moon”, en la que vuelven a experimentar dentro de esos ambientes violentos y góticos que tan bien suenan a lo largo de todo “Slow Death” además de poseer uno de los mejores estribillos del álbum y “Servants to the Horde” despide el disco con el mismo nivel de furia y mala leche con el que lo abrían gracias a “Dark Heart Ceremony”.

Dudo mucho que todos los que odian el deathcore vayan a cambiar de opinión en un mes en el que tanto Despised Icon como Carnifex han publicado sus mejores trabajos y, en el caso de estos últimos, ha habido una evolución auténticamente notable en su sonido, alejándose de los postulados del deathcore para incorporar nuevos elementos en su música, adentrándose en el metal más extremo pero también estoy seguro de que muchos se sorprenderían si lo escuchasen y abandonasen sus estúpidos prejuicios…


© 2016 Mick Brisgau