Crítica: Blink-182 "California"

Hace veinte años, cuando el grunge había muerto para siempre y Blink-182 todavía no había publicado “Dude Ranch” (1997) uno tenía la sensación de que el trío californiano estaba más que ubicado en el lugar que le correspondía, en el que nadie les trataba como lo que nunca han sido y las expectativas eran inexistentes, pero publicaron “Enema Of The State” (1999) y todo cambió; seguían siendo una banda sin mayor compromiso que hacértelo pasar bien, eran divertidos, frescos y todo lo inocentes que se les podía presuponer, “Take Off Your Pants And Jacket” (2001) era una continuación sin estridencias y con el homónimo “Blink-182” (2003) lo cierto es que habían firmado su mejor álbum pero en poco menos de tres años se habían agotado y las lógicas tensiones internas hicieron que Blink-182 desapareciesen durante ocho años, el regreso con “Neighborhoods” (2011) era algo esperado y, aunque no era gran cosa, sí que denotaba trabajo pero cinco años más tarde nos encontramos de nuevo en otra encrucijada y es que ni Travis Barker (que en los últimos tiempos ha sido noticia únicamente por sus problemas de salud, adicciones y supuestos intentos de suicidio) ni Mark Hoppus parecen soportar a Tom DeLonge y la verdad es que no me extraña porque éste, además de ser el auténtico y único responsable de que el trío se haya demorado tantísimo entre disco y disco con sus proyectos paralelos; como su libro de ciencia ficción, “Sekret Machines Book 1: Chasing Shadows”, esos prescindibles “Love” (2010), “Love: Part 2” (2011) y el, por lo menos superior, “The Dream Walker” (2014) de Angels And Airwaves, saqueó sin piedad el legado de Blink-182 en su supuesto primer trabajo en solitario, “To the Stars... Demos, Odds and Ends” (2015), ‘trolleó’ y frustró cualquier intento de acercamiento y, para colmo, alegaba estar trabajando con el gobierno de los Estados Unidos en proyectos que estudian la vida en otros planetas de la galaxia y, aunque aclara que esto no fue el motivo por el que dejase la banda (faltaría más, amigo Tom…), parece que este “tema de seguridad nacional” -como él dice- le mantiene bastante ocupado.

Pero es que esa pérdida de la inocencia que antes mencionaba es vital para calificar este álbum en el que, obviamente, Tom DeLonge no participa pero tampoco Jerry Finn. A esto hay que sumarle la incorporación de Matt Skiba de Alkaline Trio (que bastante bien salva la papeleta…) y todos los problemas antes mencionados que, queramos o no, amargan el carácter del más pintado en una banda cuya única preocupación sería la de plantearnos si pinchar o no su disco y abandonarnos al disfrute. Es por eso que “California”, desde su “popera” portada a cargo del artista D*Face en la que la banda quiere mostrar una cara del estado más soleado de Norteamérica mucho más diferente de la que conocemos, se muestra inusualmente maduro pero, en este caso, ello no sirve de piropo cuando encontramos que, siendo su trabajo más sólido desde “Take Off Your Pants And Jacket” (2001), han perdido frescura y ese sentimiento de despreocupación y desenfado que caracterizaba su música. Si lo pensamos bien, también es normal, Hoppus tiene cuarenta y cuatro años y todos los que nos reímos y salimos de fiesta con aquel “Enema Of The State” siendo adolescentes ahora estamos en la treintena más preocupados de otras cosas, ¿por qué les pedimos a Hoppus y Barker que mantengan intacto el encanto de Blink.182? Porque los recuerdos no deberían envejecer…

Es el propio Hoppus quien inaugura “Cynical”, como si nos introdujese poco a poco en el tono de Matt Skiba que tiene su oportunidad de convencernos en los primeros segundos –justo cuando Barker entra como un elefante en una cacharrería- y es que las comparaciones son inevitables pero Skiba (habiendo escuchado de sobra a Alkaline Trio) intenta emular el tono de DeLonge; no pasa nada, esperaba algo así pero no me convence porque echo de menos el de DeLonge. “Bored to Death” es, por primera vez en mucho tiempo, un single que representa perfectamente a la banda y es una de las mejores de “California”, pegadiza y digna de Blink-182 en pleno 2016.

Levantamos el vuelo pero “She's Out Her Mind”, que tiene toda el espíritu de “Dumpweeb” (y durante un instante parece haber logrado capturar su sonido) no termina de engancharme. “Los Angeles” no es un prodigio de originalidad tampoco con “Los Angeles, when will you save me, Los Angeles, when will you save me…“ pero me gusta su ambiente oscuro y viscoso (en el sentido en el que el sonido es más opresivo, abusan del trabajo en estudio, Barker está magnífico y las guitarras mucho más sobrias que lo que esperamos de ellos, además de las constantes referencias a la ciudad) y en “Sober” volvemos a las coordenadas en las que le gusta tanto moverse a Hoppus y que por su temática podría representar mucho mejor al momento actual de los miembros de la banda que otra cualquiera. Además, la inclusión del piano en el puente es todo un acierto y la convierten en una de las mejores del álbum si nos olvidamos de los “nah, nah, nah…”, podría haber formado parte de “Neighborhoods”.

“Built This Pool” es una broma de tan sólo diecisiete segundos y “No Future” se siente un poco forzada a causa de la constante repetición y un estribillo que esperamos con ganas pero que decepciona por su poca fuerza ante unas estrofas que prometían algo, sin duda, mucho más intenso. “Home is Such a Lonely Place” de Travis con Hoppus y Skiba haciendo coros es un inofensivo tema acústico que parece servir de interludio mientras que “Kings Of The Weekend” (con la colaboración de David Hodges de Evanescence en la composición, como ocurre con la siguiente) es, sin lugar a dudas, una de las mejores del álbum, aunque su melodía conserve la tonada de todas esas canciones infantiles que cantamos cuando somos críos y uno añore la voz de DeLonge que aquí le habría sentado como un guante, sin desmerecer el trabajo de Skiba, claro…

La guitarra de “Teenage Satellites” te recordará a “American Girl” de Petty pero no pasa nada, volvemos a encontrarnos con una canción resultona que se disfruta sin muchas complicaciones más y marca, sin saberlo, el punto de inflexión del nuevo álbum de Blink-182 porque, apartir de aquí, pierde toda dirección con “Left Alone” y lo que parece una canción de Angels And Airwaves de DeLonge (como ocurre con la final “California” en la que uno ya no sabe si es una burla a su antiguo compañero, un homenaje o un hurto a su disco del 2006), “Rabbit Hole” es impropia de unos tipos de cuarenta palos si quieren resultar creíbles y que nosotros les tomemos en serio. La melancólica “San Diego” falla en el blanco por su constante añoranza de volver allá donde ya les es imposible, algo que repiten en la práctica con “The Only Thing That Matters” en la que pretenden recuperar el sonido de finales de los noventa sin éxito y el final de “Brohemian Rhapsody” contiene quizá el único riff que merece la pena de todo el álbum y frustra entender que para ellos tan sólo es una broma de treinta segundos en la que despedirse cantando; “There’s something about you, that I can’t quite put my finger in!” mientras le han concedido más espacio y mayor protagonismo a otros temas más mediocres a lo largo de todo “California”.

Porque los recuerdos no deberían envejecer, Blink-182 no deberían haberlo hecho tampoco, DeLonge nunca debería haberse creído más de lo que es y abandonar a sus compañeros (porque aquí da igual si te vas o te echan cuando es lo que estás buscando), como Hoppus y Barker (que están en su derecho de querer seguir tocando) tampoco deberían haberle echado tantísimo peso sobre las espaldas al bueno de Skiba. Un disco normalito, sin sobresaltos, pero sin la frescura, la diversión e inmediatez con la que uno asociaría a Blink-182 y que nos demuestra que, al final, la vida nos come, mastica y nos escupe a todos por igual, es tan sólo cuestión de tiempo...


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