Crítica: Amon Amarth “Jomsviking”

Para aquellos que no disfrutan leyendo largas críticas de los nuevos lanzamientos o prefieren leer otras webs en las que todo es maravilloso, iremos al grano; “Jomsviking” es el mejor álbum de Amon Amarth desde “Twilight Of The Thunder God” (2008) y, para esos otros que sí gustan de leer, aunque no siempre comulgen con nuestro juicio, entraremos a desentrañar los motivos de por qué los suecos han publicado quizá su mejor álbum en años. Valga de primeras que nunca me he considerado fan de Amon Amarth sencillamente porque en mis tiempos de adolescente ya viví a Manowar y, además, no tengo tiempo ni ganas para consagrarle mi vida a una única banda con la cantidad de grandes artistas y álbumes que están esperando a ser escuchados. Pero, ¿me habré vuelto loco? ¿Cómo es posible que compare el heavy metal bárbaro con esteroides de Joey DeMaio y Eric Adams con el melódico death metal sueco vikingo de Amon Amarth? No, no he perdido el juicio ni estoy bromeando; ambas formaciones pertenecen al mismo mundo, ambas bandas basan su épica y su discurso en mundos heroícos tan distantes como parecidos entre sí y, lo peor de todo, finitos. Así, Manowar, hace mucho que se convirtieron en una parodia de todo aquello que con el tiempo y el paso de la adolescencia y la cerveza terminé por aborrecer y de los que sólo me quedo con cuatro álbumes como son; “Hail to England” (1984), "Sign Of The Hammer" (1984), “Kings of Metal“ (1988) y, como mucho y haciendo un exceso, con "Louder Than Hell" (1996) y Amon Amarth, honestamente, y a pesar de no habernos defraudado en ningún momento con una discografía, hasta ahora, más sólida que la de los neoyorquinos, sentía que habían tocado techo. ¿Qué nos esperaba; más relatos de vikingos, más cuernos llenos de cerveza, más barcos en el escenario, críos que tan sólo esperan a que suene la desgastada "The Pursuit Of Vikings" en directo? Gracías a Odín, me equivocaba.

No es que Amon Amarth hayan perdido todo aquello que les ha hecho llegar a donde están, que nadie se asuste; su música sigue teniendo a la mitología nórdica y a sus guerreros como principal atractivo, en su escenario no faltarán los barcos o lo escudos y el entrañable Johan Hegg seguirá brindando con nosotros mientras bebe de su cuerno pero en “Jomsviking” han sido lo suficientemente inteligentes como para elaborar un relato de amor, traición, vengaza y crecimiento personal que bien podría ambientarse en nuestros días (aunque la ambientación en los siglos X/ XI la dote de un indudable atractivo) y, para colmo, sigan ese camino iniciado hace ya algunos álbumes en el que su música, a pesar de los ingredientes más arquetípicos del death metal (con la voz de Hegg rugiendo esos guturales), sea tan melódica como para hacernos creer que estamos escuchando a una banda de la NWOBHM con esas melodías tan marcadas y guitarras dobladas. No es ninguna casualidad ya que es el propio Hegg el que en recientes entrevistas confiesa que en “Jomsviking” (que cuenta una apasionada historia de honor de uno de esos mercenarios fieles al culto de Odín y Thor que, a pesar de sus creencias, se dejaban la vida por el mejor postor y no deben ser confundidos con los temibles, rabiosos y suicidas Berserkers hasta arriba de alucinógenos) han hecho un doble esfuerzo en el que ellos consideran como su primer álbum conceptual y admite esa influencia de la ochentera Nueva Ola del Heavy Metal Británico como algo ineludible que, poco a poco, va ganando terreno a la brutalidad de sus primeros álbumes.

Producido de nuevo con Andy Sneap, lo que ya es una garantía de por sí y es que su sonido se nota en todo “Jomsviking”; sonando las guitarras tan afiladas en los fraseos como gruesas en las rítmicas y la batería (con la ayuda de Tobias Gustafsson en el estudio tras la salida de Fredrik Andersson que, en un principio y tras diecisiete años tras los parches, parecía amistosa para, poco a poco y en cada entrevista, irse entreviendo que el batería parecía ya poco interesado en Amon Amarth y sí mucho más en los también deathmetaleros This Ending con los que publicará este mismo año un nuevo álbum titulado “Garden Of Death”. Sin embargo, Gustafsson no será quien salga de gira a presentar “Jomsviking” sino Jocke Wallgren de October Tide o Valkyrja) resonando contundente pero nítida cuando coge velocidad y escupe salvajes blasts, es el arrollador single que es “First Kill” el que nos deja claro que los suecos no han perdido el tiempo; comienza de manera épica para ser Ted Lundström con su bajo el que dé paso a Hegg y toda la canción caiga como una avalancha sobre nosotros.

Tras esa primera muerte, llegaremos a “Wanderer” con una apertura muy NWOBHM hasta que entran las rítmicas y marcan un ritmo más marcial y pesado, ideal para Hegg que, en vez de cantar siguiendo la melodía, disfrute narrando, sin tener que seguir a la línea de las guitarras (como también ocurre en “At Dawns First Light”). “On A Sea Of Blood” gana en violencia, siendo una de las más agresivas hasta que las guitarras dibujan esos fraseos tan melódicos que sirven como escape a unas estrofas más sólidas, siendo el puente una auténtica maravilla.

No hay duda de que “One Against All” es uno de los puntos álgidos del álbum, más directa y accesible, y con un estribillo coral que funcionará en directo a la perfección pero el clímax lo alcanzaremos con “Raise Your Horns” en la que es imposible no dejarse llevar y hacer headbanging o elevar cuernos llenos de cerveza y cantar al unísono. No podía faltar un tema como ”The Way Of Vikings” que sirva para articular el álbum con su relato o la rotunda “At Dawns First Light” en la que, como líneas antes remarcaba, Hegg vuelve a narrar pero esta vez sí a juego con las guitarras; el trabajo de Johan Söderberg y Olavi Mikkonen vuelve a ser magnífico en esta canción y en todo “Jomsviking”; para quitarse el sombrero, perdón; el yelmo. Por no mencionar que sus forma de doblarse el uno al otro nos recordará, cómo no, a Maiden.

Los primeros segundos de “One Thousand Burning Arrows” nos sirven para entrar en calor con un medio tiempo emocionante que, como “The Way Of Vikings”, quizá no sean de lo mejor del álbum pero sirven para dotar de mayor realismo al relato que Hegg y los suyos nos cuentan, además de ser el preámbulo de “Vengeance Is My Name” cuyo ritmo machacón y coros son espectaculares, además de sentirse a Hegg muy cómodo cuando interpreta el papel de nuestro protagonista reclamando venganza en su propio nombre.

Según él, no había más opción que Doro Pesch para cantar en “A Dream That Cannot Be” y, de haberse negado la alemana, habrían tenido un problema porque la escribieron pensando en su voz. No me gusta especialmente los duetos en el metal pero lo cierto es que Doro conserva su voz y tiene personalidad, es un lujo escuchar a Hegg dialogar con ella y cómo sus voces encajan en la mezcla a pesar de proceder de estilos tan diferentes. Y “Back On Northern Shores” es el final perfecto, del héroe cansado que, en vez de regresar victorioso, se plantea si todo ha merecido la pena y es la que dota de cierto realismo al relato de Amon Amarth, dándole coherencia y humanizando al mercenario más allá de la deuda con su corazón porque en la vida no siempre hay vencedores y vencidos sino hombres repletos de dudas que, en muchas ocasiones, se ven envueltos en un juego que no es el suyo.  Musicalmente, es una composición madura, con varias partes diferenciadas en la que no renuncian al death ni tampoco al metal de corte más clásico y hay espacio para todo; pasajes a toda velocidad, medios tiempos y esas brillantes guitarras de tono perfecto, marca de la casa Andy Sneap.

Amon Amarth demuestran en “Jomsviking” que nunca debes dar por muerto a un vikingo o darle la espalda porque entonces te ganará, han sabido superarse a sí mismos y, dentro de su estilo, han grabado un grandísimo álbum perlado de grandes momentos épicos, emoción y estupendas melodías. Prometo no dudar nunca más de los suecos si siguen por este camino, Odín está de su parte de nuevo…

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