Crítica: Saxon "Battering Ram"

Lo que en otras bandas es visto como un signo inequívoco de su integridad y personalidad, en Saxon inmediatamente se suele entender como falta de ideas o anquilosamiento y creo que ya es hora de romper una lanza por Biff Byford y Paul Quinn, un tándem al que no se le tiene el respeto que se merece, ni se le considera en muchas ocasiones. Y es que Saxon, desde su homónimo debut en 1979, no han tenido la misma suerte de muchas otras bandas de la NWOBHM, mismamente y sin ir más lejos; Iron Maiden, por ejemplo. Pero, si algo ha caracterizado a Byford y Quinn ha sido su constante lucha, contra viento y marea, cuando las cosas no iban del todo mal y, definitivamente, cuando cada álbum del grupo parecía ser el último en una época, como los noventa, en que todos los grupos de metal de corte clásico eran vapuleados por el incipiente rock alternativo a pesar de que grabaron grandes discos como "Dogs Of War" (1995) y, sobre todo, "Unleash The Beast" (1997). Pero es que, si nos centramos en los últimos años de vida del grupo, tras aquel "Into The Labyrinth" (2009), podríamos decir que están atravesando una de sus mejores rachas con álbumes como "Call To Arms" (2011), "Sacrifice" (2013) y este "Battering Ram", que el propio Byford resalta como una de sus mejores colecciones de canciones.

Según una entrevista reciente, Byford asegura que muchas de las canciones de "Battering Ram" soportarán mejor el paso del tiempo que aquellas que compuso hace años y, de haberlo publicado hace más de tres décadas, estaríamos hablando de él como un clásico a la altura de "Saxon" (1979) o incluso "Wheels Of Steel" (1980). Obviamente, todos estamos acostumbrados a este tipo de declaraciones en la prensa por parte de todas esas bandas que aseguran que su última entrega es la mejor y la más potente pero, en el caso de Byfford y Quinn -sin llegar a la atrevida comparación con clásicos como "Wheels Of Steel" y, mucho menos, "Strog Arm Of The Law" (1980), sí que es cierto que "Battering Ram" conserva lo mejor de los Saxon más clásicos, su esencia y contundencia, pero sin renunciar a sonar actual. No nos llevemos a engaños, cuando uno hace sonar "Battering Ram", bajo la producción de Andy Sneap (quien, por cierto, también produjo "Sacrifice") completamente orquestada por el propio Byford, el sonido que a uno le golpea en la cara es el de una banda madura, de metal clásico con regusto a la década que les vio crecer (imposible enmascarar el sonido de una banda con tanta solera como Saxon) pero suficientemente potente como para saber que es un nuevo disco en pleno 2015.

El single, precisamente "Battering Ram", se abre con el siguiente verso; "Come worship at the metal church, let your voices rise as one" , ¿cómo podría defraudar semejante forma de abrir un álbum? La historia tras él es que el propio Byfford leyó en la prensa que la segunda religión más seguida en el mundo es la Jedi (increíble, pero cierto), entre risas se propuso fundar la iglesia del metal o, por lo menos, propagar su mensaje y de esa manera se arrancan los primeros compases de la canción mientras Biff canta a todos esos chavales que se dejan las costillas en las primeras filas de los conciertos. Potente, rápida y con predominancia de las guitarras de Quinn y Scarratt, "palmuteadas" y fraseando licks entre estrofa y estrofa para detonar en un estribillo épico. "The Devil's Footprint" nos narra la historia ocurrida en un pueblecito de Devon en 1855, en el cual aparecieron huellas de las pezuñas del mismísimo diablo en la nieve posada en los tejados de las casas. En ella, es Nigel Glockler el que golpea sin descanso mientras Quinn y Scarrat se baten en duelo y Byford sube ligeramente el tono en las notas más altas aunque el estribillo, en general, peque de poca fuerza y haga que la canción se resienta.

El pesado medio tiempo de "Queen Of Hearts" (basada en la partida de ajedrez de "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas" de Lewis Carroll) pronto cogerá cuerpo gracias a los dobles juegos de voces, algo en lo que Byford insistió a Sneap y se nota a lo largo y ancho del trabajo ya que lo único doblado no es sólo la voz sino también las guitarras, dotando al álbum de unos preciosos juegos dinámicos entre ambos músicos, además de más densidad a la mezcla. "Destroyer" (en la que Byford da rienda suelta a su pasión por los superhéroes de Marvel) es buen ejemplo del metal que practican Saxon y seguramente funcione maravillosamente bien en directo (¿quién no se imagina un mar de minis de cerveza levantados?) con un riff machacón y un estribillo que se apoya sobre las guitarras, no sin antes desembocar en un rapidísimo solo. "Hard And Fast" o "Stand Your Ground", sin embargo, hacen bajar la nota media de "Battering Ram", no es que sean malos temas sino que no están tan inspirados como el resto, aún así, "Stand Your Ground" merece la pena tan sólo por el excepcional trabajo de Quinn, mientras que "Hard And Fast" es directamente prescindible a pesar de su trepidante ritmo.

La sorpresa viene de la mano de canciones como "Eye Of The Storm" o, la anteriormente mencionada, "Destroyer" que suenan cien por cien a NWOBHM pero suficientemente frescas como para engancharnos a este "Battering Ram" mientras que la veloz "Top Of The World" debe todo a los Iron Maiden de hace un par de décadas y "Top Of The World"con un regusto a Zeppelin en sus guitarras. "Kingdom Of The Cross" no es más que una balada con la Primera Guerra Mundial como trasfondo y David Bower de Hell leyendo el poema que la vertebra. El problema de la canción es que no termina de eclosionar en sus más de seis minutos y, Byford, consciente de la difícil prueba a la que nos somete con semejante cierre para este "Battering Ram", se saca de la manga un "Three Sheets To The Wind (The Drinking Song)" en la que creemos estar escuchando una imposible mezcla entre Saxon y AC/DC.

Gustará a los fans de la vieja guardia y decepcionará a todos aquellos que se acerquen al grupo de Byford buscando bruscos cambios de timón que, por cierto, no son necesarios en absoluto para los ingleses. Cuando uno escucha un disco de Saxon tiene la sensación de estar en terreno conocido, de volver a casa, como cuando suena lo nuevo de Motörhead o Slayer. Para muchos, lo malo es que no evolucionen perdiendo su propia identidad pero, para la gran mayoría, esa es la mejor noticia porque Saxon siguen grabando discos notables contra viento y marea, como los obreros del rock que son.

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