Concierto: Joan Baez (Madrid) 23.03.2015

SETLIST: God Is God (Steve Earle)/ There but for Fortune (Phil Ochs)/ Llego con tres heridas/ Lily of the West/ It's All Over Now, Baby Blue (Bob Dylan)/ La Llorona/ Mi venganza personal (Luis Enrique Mejía Godoy)/ Joe Hill (Earl Robinson)/ A galopar (Paco Ibañez)/ Just the Way You Are/ Diamonds & Rust/ El preso número nueve (Roberto Cantoral)/ Donna Donna/ Jari Ya Hammouda/ Seven Curses (Bob Dylan)/ Love Is Just a Four-Letter Word (Bob Dylan)/ Give me cornbread when I'm hungry (John Fahey)/ Suzanne (Leonard Cohen)/ The House of the Rising Sun (Ashley & Foster)/ Long Black Veil (Lefty Frizzell)/ Gracias a la vida (Violeta Parra)/ No nos moverán/ Imagine (John Lennon)/ Here's to You/

Ninguno de los que acudimos a ver a Joan Baez sobre un escenario una desangelada noche como la que sufrimos los madrileños el pasado lunes lo hacíamos guiados por la nostalgia y, sin embargo, resulta del todo imposible no plegarse a ella a tenor de la media de edad del público congregado. Digo esto porque Joan Baez, a diferencia de muchos de los de su generación, no causa esa lástima del artista damnificado por el tiempo y su propia leyenda y consigue lo inaudito; seguir siendo una artista interesante sobre las tablas -capaz de emocionar y hacer creíble su propuesta-, resultar cercana y, al mismo tiempo; una señora. Es complicado pasar de los setenta, haber escrito episodios imborrables en la historia de la música hace cuatro décadas y ser creíble sin caer en el patetismo cuando hace tres décadas que tu carrera discográfica ha dejado de tener repercusión y se te recuerda siempre por los logros del pasado. Pues bien, Joan Baez lo consigue y de manera sobresaliente porque no sólo protagonizó una bonita noche con tan sólo la ayuda del multiinstrumentista Dirk Powell y su hijo, Gabriel, como percusionista sino que consiguió sonar magnífica y hacernos creer a todos que lo suyo es un pacto con el diablo. Siete años han pasado desde "Day After Tomorrow" (2008), aunque haya publicado "Diamantes" en el 2007 de manera exclusiva y así se venda a la entrada de su concierto (junto a un stand de Amnistía Internacional), pero eso no importa porque publicar o no un nuevo disco tan sólo habría sido una excusa para echarse a la carretera, excusa que viendo lo visto a Baez no le hace falta porque conserva intacta, con las lógicas señales del paso del tiempo, su principal virtud; su voz.

Dos noches consecutivas con todo el papel vendido, que dicen los entendidos, para su paso por Madrid en una gira llamada "An evening with Joan Baez" que sirve únicamente hacernos disfrutar de casi dos horas de buena música. Es verdad que la acústica del teatro siempre favorecerá a conciertos básicos en los que no es necesaria demasiada amplificación o excesivo celo del técnico pero Baez, Powell y Gab consiguieron un sonido cristalino, sencillo pero lleno de matices gracias a la, a veces exótica/ étnica, percusión de su propio hijo y al apoyo de Powell que no dudó en cambiar de instrumento casi en cada canción; diferentes acústicas, un bajo, un open-back banjo, una mandolina e incluso un violín para crear el colchón perfecto para la voz de Baez que, a pesar de ello, comenzó el concierto a solas, tan sólo su acústica, y un teatro completamente a oscuras que la recibió con el mismo cariño que ella mostró desde el primer minuto en el que se esforzó por conectar hablando en castellano (me da igual que su padre, John Baez, sea de Puebla, Méjico. ¿Cuántos artistas tienen raíces u orígenes latinos y, sin embargo, no hace el más mínimo esfuerzo?) y así nos fue presentando canciones como "God Is God" de Steve Earle o "There But For Fortune" de Ochs que sonaron excepcionales en un ambiente tan íntimo. La voz de Baez es verdad que ya no es lo que era pero conserva su timbre de mezzo-soprano y, aunque cuando suba la nota, tenga la garganta a punto de romper ligeramente esto no se convierte en directo más que en otro recurso para darle aún más emoción a un repertorio escogido con buen gusto, a medio camino entre la canción popular, su propio cancionero y las versiones que la hicieron famosa u otras más recientes y menos conocidas. 

Así, fue imposible que el público no se emocionase con "Llego con tres heridas" con todo el teatro cantándola o la presentación de "Lilly Of The West". Los dylanitas allí presentes estallamos de júbilo cuando escuchamos "It's All Over Now, Baby Blue" magníficamente interpretada y, de nuevo, volvió a ganarse a todo el Nuevo Apolo con "La Llorona". Presentó y explicó "Mi venganza personal" de Mejía Godoy y nos llevó a la norteamérica de principios del siglo pasado con "Joe Hill" de Earl Robinson pero la sorpresa fue escuchar en pleno 2015, en Madrid, a un ícono como Joan Baez cantar "a capella" la canción "A galopar" de Paco Ibañez con su hijo Gab convirtiendo el escenario en un estallido de cascos de caballo. Difícil no sentir un poquito de sangre en las venas escuchando algo así ahora que cualquiera puede parecer progresista o incluso revolucionario soltando cuatro obviedades populistas trasnochadas sin llegar a creérselas pero desconociendo ese sentimiento.

Interpretó la bonita "Just the Way You Are" a dúo con Grace Stumberg y volvió a meterse a todo el teatro en el bolsillo con "Diamonds & Rust" que, por cierto, nunca alcanzará la perfección en otra garganta que no sea la suya, igual que "El preso número nueve" de Roberto Cantoral que sirvió de magdalena proustiana a todos los que allí peinaban ya canas. Un pequeño interludio con "Donna Donna" y la oriental "Jari Ya Hammouda" tan sólo acompañada por las palmas del público y de nuevo una parada dylanita para explicarnos la historia de "Seven Curses" tras la que una voz le pidió a grito pelado "Love Is Just a Four-Letter Word" a la que Baez accedió a pesar de no haberla interpretado en muchos, muchos años. La canción de Dylan sigue sonando inconmensurable en su voz, una auténtica joya del 68 que el de Minnesota se olvidó de grabar o quizá regaló, como muchas otras de sus composiciones (contradiciendo su fama de huraño), cuando la relación entre ambos ya estaba en su recta final (imprescindible ver "Don't Look Back" de Pennebacker).

Powell se cuelga el banjo e interpretan la rootsy "Give me cornbread when I'm hungry" de John Fahey en la que incluso Baez se marca un sencillo y simpático baile tras el cual dejaremos el granero para volver al intimísimo de "Suzanne" de Cohen o "The House Of The Rising Sun" con Powell al bajo y el único aderezo de colorear el escenario con luces rojas. "Long Black Veil" (que sonó fantástica) y la obligada "Gracias a la vida" de Violeta Parra, una prescindible "No nos moverán" seguida de "Imagine" de Lennon y el broche final con la bonita "Here's To You" tras la cual Baez se despidió entre sonrisas, ramos de flores y todo el teatro en pie. Lo dicho, una señora y una noche excepcional, a su altura.


© 2015 Jim Tonic