Concierto: Eels (Madrid) 14.07.2014

SETLIST: Where I'm At/ When You Wish Upon a Star (Leigh Harline cover) / The Morning/ Parallels/ Mansions of Los Feliz/ Daisies of the Galaxy/ A Line in the Dirt/ Where I'm From/ It's a Motherfucker/ Lockdown Hurricane/ A Daisy Through Concrete/ Grace Kelly Blues/ Fresh Feeling/ I Like Birds/ My Beloved Monster/ Gentlemen's Choice/ Mistakes of My Youth/ Where I'm Going/ I Like the Way This Is Going/ 3 Speed/ Last Stop: This Town/ The Beginning/ Can't Help Falling in Love With You/ Turn On Your Radio/


Cualquiera que ayer en el Circo Price se parase un segundo a mirar a su alrededor se daría cuenta de varias cosas: la primera, nunca un público fue tan variopinto, inclasificable e intergeneracional para un artista tan relativamente joven. Dos, si el ancho de banda se hubiese caído la mitad del Price se habría suicidado al verse incapaz de subir su foto a Facebook y compartir con todos sus amigos que estaba en el concierto del verano. Tres, nunca, nunca he visto a tantísima gente sola viendo un concierto; ¿están solos porque escuchan a Eels o escuchan a Eels porque están solos y sienten empatía con la desgraciada vida de Mr. E? Lo cierto es que han pasado diecisiete años desde que empezase a escuchar a Eels y durante el trayecto ha habido grandes momentos, no siempre con tanta gente alrededor, pero su constante labor componiendo, su infatigable actitud en la carretera y el inesperado éxito de su libro “Cosas que los nietos deberían saber” (convertido de la noche a la mañana en una tabla de salvación para todo aquel que se encuentre a prueba en la vida y todo un best-seller) han hecho que sus canciones sean escuchadas por reinas y hipsters por igual. No faltaron aquellos que no despegaron sus dedos del guasap en todo el concierto, los que se hacían “selfies” en cada canción para atestiguar el “yo estuve allí y los Eels lo petaron”, los que hicieron fotos a través del vaso como recurso “artie” y los que no dudaron en agarrar a Mr. E cuando éste bajó a la platea y fundirle a fotos u obligarle a firmar un disco antes de los bises. A poco que se le conozca como artista (y dudo mucho que una décima parte de los asistentes sea consciente de ello) se descubrirá que Mark Oliver Everett es tímido y huye, sin ser maleducado o resultar huraño, de conocer a sus seguidores, detesta que lo paren, hacerse fotos o atenderles, él se ve a sí mismo como un artesano (un relojero o un zapatero, sólo que su oficio es el de componer) por lo tanto no creo que disfrutase mucho cuando una chavala se le colgó del cuello o tuvo que atender a algún que otro invitado. Mr. E es feliz viviendo de su música pero no siendo un personaje público.

Su forma de ser, impredecible y anárquica, le hace aparecerse en la capital vestido de chándal repartiendo helados de hielo con sabor a naranja, barbudo y escupiendo sus canciones como si fuese un punky o, como esta última vez, vestido de traje junto a su banda e interpretando las canciones de su último y excelso disco “The Cautionary Tales Of Mark Oliver Everett” (2014) como un crooner transformando su propio repertorio en lo que él mismo bromeo; “easy listening” pero que de fácil no tiene nada y menos accesible, la música de Mr. E sigue siendo Alternativa, la alternativa bien entendida al predominante gusto borreguil, claro está. Bajo un escenario clásico, coronado por una tarima, la silueta de un contrabajo y un telón alfileteado con decenas de bombillas a modo de estrellas, Mr. E despertó al aletargado público que se había dormido durante la actuación de las teloneras, Daughters Of Davis (las cuales pusieron muchas ganas pero naufragaron con una propuesta instrumental lineal; basada en una acústica, un uke, un cajón y una decena de canciones en la cual no destacaba una por encima de la otra -como si estuviésemos escuchando el mismo tema en bucle durante cuarenta y cinco minutos- como prueba de ello fue el desinterés que despertaron en un respetable maleducado que prefirió entrar a última hora tras varias cervezas y ni siquiera reparó en ellas). Mr. E nos despertó con la belleza tintineante de la introducción es que es “Where I'm At” pero ya, incluso al minuto y medio de comenzar, tenía ganado el partido y cuando se arrancó con la versión de “When You Wish Upon a Star” de Leigh Harline todos caímos rendidos, tras “The Morning” vino “Parallels”, tan característica de su estilo que no parece pertenecer a su último disco sino haber sido escrita hace diez años. Mr. E tiene la facultad de cantar a la desolación o capturar la belleza de las líneas de un tendido eléctrico y dibujarlas en un cielo imaginario como si fuese un pentagrama y transformarlo en canción. 



El clamor vino con “Daisies of the Galaxy” (curioso que en la gira de aquel disco, para aquella ocasión, Eels fuesen teloneros y no fuesen capaces de congregar a unos pocos seguidores en la madrileña sala La Riviera cuando ahora todo el Circo Price suspira por sus estrofas). “A Line In The Dirt” nos sumerge en un estado emocional sólo salvable con “It's a Motherfucker” o “Lockdown Hurricane”, bromas y chistes entre canción y canción, interactúa con el público que no duda en reírle como gracia hasta cuando pestañea y nos suelta un “Fresh Feeling” acelerado y reemplazando los arreglos de cuerda originales por los metales de una trompeta que le sienta de fábula. “I Like Birds” vuelve a entonar a la gente con Mr. E aporreando una preciosa Danelectro Aqua del 56 (el roadie le pasará una tras otra según va cambiando la canción; pero sólo Danelectro, por favor) y una pequeña mirada de soslayo al pasado con “My Beloved Monster” no vaya algún necio a pedirle todavía una “Novocaine For The Soul” a estas alturas con el cancionero que Mr. E ha sido capaz de escribir. “Mistakes of My Youth” nos demuestra la buena salud compositiva y las cotas de emoción que es capaz de llegar al piano y los más veteranos disfrutamos con el elixir de juventud que es “Last Stop: This Town” del jodidamente triste y electrizante pero catárquico “Electro-Shock Blues” (1998). Tras la soledad que exuda “The Beginning” llegan los bises de despedida y prescindiendo de Journey ataca una sentida “Can’t Help Falling In Love With You” que, por mucho que la gente se empeñe y susurrase con aliento de cerveza no es de Elvis sino de David Weiss y Peretti aunque la popularizase Presley y para acabar “Turn On Your Radio” de Nilsson que éste sí todo el mundo pareció desconocer.

“La vida es maravillosa, hace que un perdedor como yo toque en un sitio tan bonito como éste para un público tan genial como vosotros” espetó Mr. E ante una colección de clones con barba y gafas de pasta mientras éstos “feisbuqueaban” solo que Mark Everett no etiquetó a nadie, no suplicó por un autógrafo, no hizo “selfies” y no entiende de modas, sigue siendo el mismo perdedor de hace más de diez años, aquel que sigue tocándonos la vena sensible con cada canción y estará dentro de otra década haciéndolo con otra banda diferente y esperemos que con otro público también. Uno de los mejores conciertos del año, sin duda alguna.

© 2014 Conde Draco
(fotos de la gira 2014)