Crítica: Steve Vai "Sex & Religion"

Soy un defensor a ultranza del álbum “Sex & Religion” por muchos motivos pero ninguno objetivo. El principal es porque amo la música de Steve Vai y veo más cosas positivas en cada una de sus aventuras que negativas, creo firmemente que en todos sus discos hay momentos en los que Vai nos hace salirnos de esta dimensión y alcanza cotas de inspiración inigualables para la gran mayoría de artistas en mucha de la música moderna y prefiero concentrarme en esos momentos y disfrutarlos. Además, un álbum como “Sex & Religion” lo tenía muy difícil después del tremendo éxito de “Passion And Warfare”, seguro que Steve Vai tuvo más presión de la que nos creemos para hacer su continuación. Los primeros noventa fueron años complicados para la música, se navegaba en aguas turbulentas; por un lado veníamos de los ochenta, de los sintetizadores, la modernez mal entendida, del Hard Rock, de los grandes festivales benéficos, del Rock de estadio más épico, de los estertores de los grandes dinosaurios de los setenta y aquellos otros “nuevos grandes dinosaurios” de la década en curso que había emulado todos los clichés de los anteriores, por otro, del underground más recalcitrante que después de mezclarse con otros estilos terminaría por mutar en el Grunge más superventas y con él; la lógica limpia que supuso con el cambio de mentalidad. El Rock Progresivo no atravesaba sus mejores momentos de popularidad y, mucho menos aún, los “héroes de la guitarra” que venían de una época auténticamente dorada y veían como todo su esfuerzo se venía abajo a favor de la sencillez. Todos intentaron un acercamiento y Steve Vai mutó a únicamente Vai, pensó que la mejor continuación a “Passion And Warfare” sería salirse por la tangente y desmarcarse haciendo justo lo contrario a lo que se esperaba de él. Si en su anterior disco nos había dejado a todos embelesados gracias a sus solos y su desbordante creatividad, en el nuevo se refugiaría en un grupo de nuevo. El problema de “Sex & Religion” es que ese grupo era el suyo y los músicos no eran meros comparsas sino que, en teoría, aportaban su granito de arena. Un desconocido, por aquel entonces, Devin Townsend, T.M. Stevens Y Terry Bozzio (de la banda de Frank Zappa) se unieron para darle forma a un disco que levantó más polémica de la que debiera, sobre todo, por culpa de sus letras y el concepto del álbum en general.

Y lo cierto es que “Sex & Religion”, a pesar del elenco de artistas, fracasa estrepitosamente. A toro pasado es fácil verle los defectos; las letras no poseen la calidad suficiente como para abordar una relación tan “inabordable”, valga la redundancia, como es la de dos conceptos como el sexo o la religión tan íntimamente relacionados pero moralmente distanciados, además las imágenes en muchos momentos carecen del gusto y la sutilidad que el resto de la obra de Vai posee, dando igual si es puramente instrumental y hablamos de las sensaciones que su guitarra transmite como si tiene partes vocales. Además, el mero hecho de yuxtaponer el sexo y la religión es una auténtica locura si el discurso no es claro y en este disco no lo es por lo que, sin tener la información suficiente (¡e increíblemente muchos años después seguimos sin tenerla!), “Sex & Religion” no parece otra cosa que un título y un concepto vacío con tan sólo la intención de provocar ya desde su portada y ese homenaje al martirio de San Esteban (tan utilizado frecuentemente en la imaginería homosexual), las referencia y el “artwork” interno del disco tampoco ayudan a la comprensión del mensaje en lo que parece un collage pretendidamente oscuro o contradictorio de muchos elementos y creencias. Para colmo, aunque la guitarra de Vai está ahí, en la mayoría de las canciones está en un segundo plano siempre al servicio de las composiciones y será en pocas ocasiones en la que la veamos brillar con luz propia, como en el resto de su obra.

Pero también tiene aciertos, claro que sí. Vai supo ver el talento en Devin Townsend cuando todavía éste apenas era un recién llegado. ¿Críticas a su voz? Teniendo en cuenta que no estaba en su madurez como artista puede que sí que sea verdad que en algunos momentos se le vea más forzado y que, para colmo de males, sólo sea cuando precisamente la fuerza en exceso de su voz logre transmitir y aporte realmente a las canciones. Por lo demás, T.M. Stevens y el gran Terry Bozzio aportan una base rítmica sólida; a Stevens se le siente por todo el disco gracias a su vibrante forma de tocar el bajo y es inevitable concederle gran parte del mérito al resultado final de muchas canciones a Bozzio y su ritmo. Las canciones son, por lo general, notables en cuanto a composición y poseen gran variedad, suficiente para haber conformado un gran disco y, sin ser demasiado fundamentalista de la música de Vai, son muy disfrutables e incluso han envejecido con buen sabor.

Harina de otro costal podrían ser las sesiones de grabación del disco en lo que parece que fue el infierno en la tierra y ninguno de los implicados suelte prenda. Steve Vai, resulta demasiado caballeroso y abstracto en sus observaciones sobre éstas y elude precisar, siempre es un “quizás” y echarse la culpa a sí mismo del fracaso, según Vai;  "Por aquel entonces no estaba preparado para tener mi propia banda. Se supone que la idea de formar un grupo es para reunirse con otras personas que puedan aportar ideas y su talento pero siempre de manera positiva y, aunque pueda parecer injusto para los demás, sentía que no había una idea clara sobre el camino que debía seguir nuestra música. Terry Bozzio, Stevens y Devin Townsend  son músicos realmente maravillosos con su propia personalidad y con los que debe haber una aceptación incondicional de su contribución y yo no estaba preparado para ese tipo de compromiso por mi parte, soy un fanático del control, quiero que las cosas se hagan de una determinada manera cuando ellos tan sólo necesitaban algo de libertad que no fui capaz de darles, por lo tanto, debéis echarme la culpa a mí de que este proyecto no vuelva a existir” Pero, a pesar del acto de humildad y sinceridad que es reconocerse como parte del problema, es indudable que en el estudio había más músicos y que la espantada posterior en la gira tan sólo confirmaba que, en efecto, aquello acabó mal y antes de tiempo. Tan sólo Townsend acompañó a Vai de manera regular en las labores promocionales, siendo interpretadas las canciones por diferentes bajistas y baterías. Y, aunque parezca ciertamente tan profético como desafortunado, que Vai barajase bautizar a este proyecto como “Light Without Heat” no deja de ser irónico por el paralelismo.

"An Earth Dweller's Return" nos introduce en el mágico mundo de "Sex & Religion" en lo que pudiese parece un álbum 100% Steve Vai hasta que "Here & Now" rompe cualquier esperanza gracias al "slap" de  un bajo acompañado de un órgano en una canción de casi cinco minutos en cuyo comienzo roza el progresivo más moderado, Townsend está magnífico y la guitarra de Vai pasa a un segundo plano, en tu cabeza resuenan las siguientes palabras "I'm not a savior, I'm not a king, there's only the voice in your head" o "Courage, sacrifice, victory, freedom!" cuando la guitarra de Vai incendia la canción por completo. "In My Dreams With You" es pura fantasía, cinco minutos exactos en los que se atrapan dos décadas -el final de los ochenta y principios de los noventa-, una canción genial, pegadiza y una auténtica "barbaridad Pop" llena de grandes melodías con dos monstruos como son Vai y Townsend dándose la mano; uno con la guitarra y el otro con su poderosa garganta.

"Still My Bleeding Heart" es infinitamente más directa que las anteriores, llena de groove, con mucho funk y unos coros magníficos (ahora que lo pienso, viendo una de las actuaciones de aquella época -en el programa de Jay Leno- creo que no estábamos preparados para la mezcla de Townsend y Vai, era demasiado, estaban muy adelantados para nosotros), el estribillo vuelve a ser una maravilla y el solo de Vai… ¿qué decir? ¡Me encanta, puro Vai! La guitarra de "Sex & Religion" rompe y rasga pero es la voz de Townsend la que vuelve a devorar la canción con su fraseo (¿no os recuerda a Mike Patton en algunas ocasiones?), "Dirty Black Hole" es fusión y a veces me recuerda a Zappa en la locura de sus estructuras, sucia y agresiva, como su solo que oscila entre el Hard Rock, el Metal o el Free Jazz pero pasado de distorsión.

"Touching Tongues" es un pequeño bajón anímico tras seis temas que entran como un elefante en una cacharrería, toques orientales y electrónicos en una canción casi instrumental (de no ser porque Townsend entra magníficamente casi al final, exudando libertad) que se acerca a lo que Vai hará años más tarde y, aunque la interpretación del maestro es auténticamente deliciosa, le falta gancho a la composición.

"State Of Grace" sí que suena oriental, un interludio instrumental que nos deja "afinados" para lo que supondrá "Survive", una locura étnica -esta vez con influencia africana e incluso árabe- mezclada, de nuevo, con Funk y Rock. "Pig" es la más rápida del conjunto y Townsend cambia del gruñido a la voz operística en cuestión de décimas de segundo, el solo de Vai es desquiciado y frenético para una canción que parece llevarnos al desenfreno mientras la Ibanez frena como una moto para volver a acelerar.

"The Road to Mt. Calvary" desentona en "Sex & Religion" y realmente no aporta nada al conjunto, dos minutos y medio de efectos sonoros y lamentos en lo que se supone que es la subida al Calvario. Menos mal que "Down Deep Into The Pain" nos devuelve al disco -aunque también incluya desquiciados gritos en su introducción- pero vuelve de nuevo a las coordenadas de "Pig", cuando llega la estrofa se ralentiza levemente para volver a despegar en el puente y de ahí a un estribillo puramente ochentero con Vai ayudando a Devin en los coros. "Rescue Me or Bury Me" es un final acústico lleno de armónicos que nos hacen tocar la tierra, una balada llena de emoción que, sin embargo, falla en el blanco debido a su desarrollo -a veces demasiado experimental o abierto a lo que parece la improvisación- y, por supuesto, su duración. En la edición japonesa se incluye "Just Cartilage" (con unas voces que nos recordarán a la futura "Whookam" de "Fire Garden", 1996), voces programadas, samplers y posibles descartes llenos de efectos e improvisaciones de Vai, como un collage sonoro...

Cada vez que pincho este disco me doy cuenta de muchas cosas: grandes canciones, grandes ideas repletas de ansias de experimentación y muchas ganas de demostrar pero lamentablemente no hubo química entre los músicos y eso parece calar a veces en un álbum que, según avanza, va perdiendo el rumbo. No es que nosotros no estuviésemos preparados para una propuesta así -que seguro que también-, es que ni ellos mismos estaban preparados para lo que habían creado. No es una obra maestra pero bien merece la pena volver a "Sex & Religion" de vez en cuando o, por lo menos, a su primera cara.

© 2013 Jim Tonic