Crítica: "Corazón rebelde"

Con Jeff Bridges me pasa algo muy curioso y es que ya no sé si en sus últimas interpretaciones encarna, casi siempre, a primos lejanos de "El Gran Lebowski" o soy yo el que no ha podido (o no ha querido) pasar página y olvidarme de aquella película de los hermanos Coen que, en su día, fue vapuleada por la crítica y ninguneada por el público, dándole el tiempo la razón y convirtiéndola en un auténtico clásico de culto no siempre bien interpretado y sujeto a numerosas apropiaciones por parte del público más cenutrio y fumeta. Lo que sí es cierto es que fue una gran película, caleidoscópica y rica en cuanto a influencias, musicalmente deliciosa (plagada de cientos de referencias musicales) y con unos protagonistas bien trabajados, tan maravillosos y extraños como entrañables.

Y digo esto porque me da la sensación de que Jeff Bridges se ha especializado en un tipo de personaje con regusto a esos héroes cansados que tanto me gustan y tan bien funcionan en el cine y la literatura, siempre es más fácil llegar a confabularse y sentirse identificado con un perdedor que antaño lo tuvo todo y ahora lo ha perdido que con Iron Man (película en la que, por cierto, también aparece Jeff Bridges desmarcándose de esta teoría)
"Crazy Heart" (aquí traducida como "Corazón Rebelde") es del 2009 y por ella obtuvo Bridges su primer Oscar, anteriormente estuvo nominado en la categoría de actor de reparto, siempre sin éxito, pero en esta ocasión lograba la estatuilla a mejor actor por su interpretación de Bad Blake, un cantante de country con cincuenta y siete años y miles de actuaciones a sus espaldas que hace tiempo que acarició el éxito y ahora se dedica a tocar en tugurios de mala muerte, malviviendo y tocando sus éxitos, como la pegadiza "Fallin' & Flyin'", por poco dinero y algo más de bebida. Para los que opinen como yo, en cuanto a la posible conexión entre Brides con Lebowski, tan sólo un apunte: Poned especial atención a la primera actuación de Bad Blake, la sórdida bolera os recordará a la cinta de los Coen.
Mientras, el discípulo de Blake; Tommy Sweet (aquí interpretado por un cargante Colin Farrell con coleta), triunfa con una versión mainstream, vendida y comercialona de esta música, corrompiendo el mensaje auténtico del country (a todos se nos vienen a la cabeza algunos nombres de artistas norteamericanos) mientras que su maestro, plenamente resignado, se conforma con telonearle y rechaza escribir nuevas canciones, esas que le volverían a colocar en el lugar que se merece, ése en el que a él mismo ya le da igual estar o no.
El problema viene cuando Bad Blake se enamora de Jean Craddock, una periodista local, y tiene una recaída que pone en peligro su salud, lo que le hará replantearse su tren de vida y le animará a tomar importantes y difíciles decisiones. Y aquí es donde quizá la película fracasa debido a lo plano de la historia y la poca hondura de una relación que se supone es el auténtico punto de inflexión de un hombre que está de vuelta de todo.
Un reparto en el que los buenos son muy buenos y el resto es incluso mejor, con un Jeff Bridges que destaca sobre el resto (y salva la película de caer en el más absoluto de los olvidos) pero no porque su papel sea maravilloso sino porque en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Como nota curiosa, debido al éxito de su banda sonora, veremos a Bridges con disco propio bajo el brazo (aunque ya se estrenase hace años con un primer e irregular intento).
Una película amable y ligera que no ha tenido demasiado éxito en nuestras tierras debido al género que toca, ideal para una sobremesa, poquito más.

© 2011 Jesús Cano