Crítica: Undergang “Misantropology”

Tras escuchar “Til døden os skiller” (2012) y “Døden Læger Alle Sår” (2015) no resultaba una locura esperar un álbum de la talla de “Misantropology” (2017) en ese lento pero maravilloso resurgir de la escena death metal, a ambos lados del charco, con magníficos álbumes como el de Phrenelith, Blood Incantation o Spectral Voice, entre otros, trayendo este año una de las mejores cosechas del subgénero tras el resurgir de otros, sin duda más cool para el gran público; como el prog, el doom o el caricaturesco black metal. Pero lo que me sorprende de los daneses no es su brutalidad o esa característica suya por la cual cada lanzamiento parece más sucio y pútrido que el anterior (entienda el lector que en el violento y, muchas veces todavía, underground mundo del metal, lo putrefacto, podrido o corrompido, puede resultar el más bello de los piropos) sino que en “Misantropology” ese toque no se pierde a pesar de la interpretación. La producción es sucia y opaca, gorda y low-fi pero, al mismo tiempo, es maravillosa por el dinamismo de las canciones y si la voz de D. Torturdød (David Mikkelsen) es tan grave y monótona, tan de ultratumba, es porque así es como debe de sonar en un álbum en el que ya podemos irnos olvidando de ese sonido procesado del ultra-técnico death metal actual y es que en “Misantropology”, a pesar de la brutalidad, todo suena magnífico; logrando que un álbum en pleno 2017 suene más ‘old school’ que nunca y conserve todo el edor a tierra podrida de un camposanto.

Grabado en los Earhammer Studio y publicado, como no podía ser de otra manera, a través de Dark Descent Records, aunque su versión en vinilo corra a cargo de Me Saco un Ojo Records (atención a los cuidadísimos lanzamientos de ambos sellos porque están publicando verdaderas joyas en preciosas ediciones, asequibles a todos los bolsillos, y capturando toda la esencia que el género se merece) es imposible pinchar el bonito vinilo verde de “Misantropology” y no sentir el espíritu de la banda de Chris Reifert en él. En efecto, no cuesta nada en absoluto sentir que Undergang beben de la misma fuente que Autopsy, la diferencia es allá donde los de Concord, California, tienden en muchos momentos hacia el punk o el hardcore -como tanto le gusta a Reifert o a Coralles- Undergang, sin embargo, aún evocando también toda la esencia punk, les ha quedado un álbum infinitamente más death con momentos tan pesados que podríamos pensar en algo de sabor doom sino fuese porque Mikkelsen, Osborne, Haarløv y Pedersen se empeñan en demostrarnos que no, que lo suyo es el death más violento y grueso.

“Efter obduktionen” o lo que es una declaración de intenciones, pronto cambiará violentamente de ritmo y Undergang se lanzarán al galop mientras Mikkelsen parece despertar de un largo letargo de siglos. La sección rítmica de Osborne y Pedersen es tan contundente como graves los riffs de Haarløv. “Sygelige nydelser (del I) Apotemnofili” es puro Autopsy mientras que en “Klynget op i en galge af egne indvolde” rebajarán algo de velocidad a favor de unas estrofas más profundas, más pausadas. Algo parecido ocurre con esa falsa introducción de “Skåret i småstykker”y que sirve como nexo de unas estrofas con más groove (magnífico el trabajo de Pedersen), algo que repetirán en “Væskende sår”. Lo más parecido a un single podría ser “Lymfatisk drænage” por su adictivo riff, final perfecto de una primera cara que encontrará su contrapunto en la truculenta “En bedemands bekendelser” para desbocarnos por completo en “Sygelige nydelser (del II) Tafefili”, magnífico ejemplo de cómo rompernos el cuello en tan sólo un minuto y medio.

Pero Undergang saben lo que traen entre manos y así se reservan “Tvangsfodret pigtråd”, uno de los mejores momentos de todo “Misantropology” (un disco con canciones sobresalientes) antes de despacharnos con una versión de Disgrace, “The Chasm”.

Un álbum que supera con creces a su obra anterior y se erige como el mejor de la banda hasta la fecha. Marcando, sin duda, un antes y un después, “Misantropology” es tan crudo, gore, descarnado y visceral como ninguno, con unas canciones que no dan tregua y te golpean desde el primer segundo. Sin largas introducciones, sin largas codas, sin pretenciosidades o arreglos innecesarios, tan sólo puro y duro death metal. Una maravilla que te llevará de regreso a los noventa o, si no los viviste, recuperar la fe en todas esas bandas que, a pesar de Internet y lo que te quieran contar, se están comiendo los escenarios de medio mundo a base de carretera, manta, talento y mucha ilusión. Uno de los grandes títulos de este año, sin duda…


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