Crítica: Taylor Hawkins “Kota”

De sobra es conocido el recurso de aquellas personas poco fotogénicas que, para evitar el disgusto cada vez que las fotografían, deciden salir haciendo el tonto adrede, forzando gestos imposibles o recreando escenas divertidas arropándose en el humor de la instantánea; si sales feo o fea, por lo menos, que parezca que lo has hecho porque quieres. Y esa es la sensación que tengo con este EP con el que Taylor Hawkins (Foo Fighters pero también Alanis Morrissette, Eagles Of Death Metal o sus The Birds Of Satan) ha decidido foguearse como solista y meter el dedo en la piscina para saber si el agua estaba muy fría antes de firmar un álbum en solitario o quizá porque la propuesta de “Kota” empacha tanto, tantísimo, que la simple idea de un álbum hace que necesitemos de sal de frutas. No es ningún secreto que Hawkins es el batería perfecto para una banda con aires de dictadura velada como Foo Fighters en la que se aprecia su contundente pero simplona forma de tocar el set de batería que el propio Grohl le ha elegido y que evidencia que Hawkins, además de cumplir el papel de bocazas divertido y sin pelos en la lengua (pero controlado por su jefe) que la banda necesita con dos músicos con dificultades para mostrar casi cualquier tipo de emoción como son Nate Mendel y Pat Smear, es el sustituto perfecto de William Goldsmith y cualquier otro batería que decida aportar algo de su personalidad tras los parches a las composiciones firmadas por Grohl. Y tengo esa sensación de que Taylor Hawkins ha preferido salir haciendo el tonto en la foto a firmar un serio debut en solitario para evitar cualquier posible crítica del tamaño y veneno del que han recibido sus compañeros Nate Mendel (con el tedioso disco de Lieutenant, “If I Kill This Thing We’re All Going to Eat for a Week”), Chris Shiflett con the Dead Peasants y su “All Hat and No Cattle” o el propio Hawkins con “The Birds of Satan” por no hablar de la tibieza de los medios con “Sonic Highways” (2014) o “Saint Cecilia” (2015) con Grohl al frente, cuando veo el videoclip de “Range Rover Bitch”, su propia actitud en las escasas tareas promocionales del EP o escucho los temas que lo componen.

Seis canciones que son un crisol de toda la música que ama Hawkins, con ecos de Queen y lo mejor y lo peor de una década como es la de los ochenta, pero todo ello sazonado de un humor y un gusto por el exceso y el histrionismo que satura en tan sólo la media docena de composiciones que lo integran y que nos haría creer que es algo original sino fuese por el excepcional y ochentero álbum de Shooter Jennings, “Countach (For Giorgio)” de este mismo año, que sí exuda tanta calidad como riesgo y cariño por una década que Hawkins parece no entender como músico y sí pervertir con la desmesurada presencia de la batería y unos riffs ramplones pero efectistas, para qué negarlo, que tienen el efecto contrario al deseado porque tal y como entran, salen por la otra oreja.

“Range Rover Bitch” es un cruce entre una parodia de Foo Fighters y Queens Of The Stone Age aligerada por la carga de profundidad del humor que sirve para aliviar cualquier posible crítica. Puede ser la más pegadiza y por ello sirve como single pero eso tampoco es suficiente defensa para una canción menor, igual que la horterísima “Bob Quit His Job” que también puede resultar muy divertidad y ligera pero cuya sonrisa se nos helará cuando nos demos cuenta que este es el tono general del EP y la fiesta se convierte en un drama cuando quizá la mejor del conjunto, “Southern Belles”, o el descarte ‘grohliano’ que es “Rudy” no son suficientes avales para justificar ya no la compra sino la simple escucha de “Kota”.

“Tokyo No No” se reviste de algo de modernidad y es posiblemente la más refrescante si es que hemos estado criogenizados las dos últimas décadas o no hemos escuchado nunca ningún disco de aquellos diez gloriosos años como Hawkins volverá a la seguridad del hogar de Foo Fighters en la más directa “I've Got Some Not Being Around You to Do Today” que no cuesta nada en absoluto imaginarse interpretada por el mismísimo Grohl y cuyos coros son claramente heredados de Queen, banda de la que Hawkins se ha confesado fanático en más de una ocasión.

¡No es tan malo, es tan sólo un divertimento, un pasatiempo, un capricho! –aseguran aquellos que todavía son capaces de defender un EP como “Kota” tras haber cometido el atrevimiento de escucharlo y no poder encontrar mejor defensa de un tipo que ha criticado sin piedad la calidad y el sonido de discos de otras bandas y artistas cuando los suyos no son capaces de sonar mejor, tanto en la banda que le ha dado la fama como en solitario, y que se atreve a interpretar “Tom Sawyer” de Rush y fantasear con la idea de calzarse algún día las botas de Neil Peart cuando ni siquiera es capaz de acertar una sola nota de las versiones que de los canadienses hace. Tan cierto es que el humor es, a veces, la única forma de enmascarar la mediocridad como que este disco nunca habría sido grabado o siquiera escuchado si no aporrease la batería donde lo hace con permiso de Grohl. La papelera de reciclaje del ordenador es un lugar maravilloso, cálido y acogedor, para este tipo de lanzamientos por muy divertidos y frescos que les parezcan a algunos de esos que sólo les justifica el completismo basado en el más puro fanatismo o la propia ignorancia…


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