Crítica: Wilco "Schmilco"

A pesar del tópico, si algo me han enseñado los discos de Wilco es que hay que darles tiempo; que los más opacos (como “Star Wars”, 2015) ganan según los vas escuchando y desentrañas sus misterios y los más inmediatos y bellos esconden aún más sorpresas que las que nos muestran a primera escucha si uno consigue hacerlos suyos. Muchos no querrán admitirlo pero “Yankee Hotel Foxtrot” (2002), que ahora es reverenciado como un álbum esencial en la historia de la música, a los pocos meses de su publicación era poco menos que el patito feo de una discografía sin mácula, según los más puristas que seguían defendiendo a capa y espada a Jay Farrar y sus Son Volt tras la excisión de Uncle Tupelo, que cuando la gente digirió el ruidismo de aquel y la desconstrucción de una banda de querencia tradicional se encontraron con “A Ghost Is Born” (2004) al que quisieron tardar menos tiempo en reconocer como la obra maestra que es por aquello de no hacer el ridículo dos veces seguidas pero se equivocaron otra vez más con el bellísimo “Sky Blue Sky” (2007) que fue unánimemente tachado de “aburrido”, “simple”, “plano” o “la decadencia de Jeff Tweedy” para ahora sus canciones ser las que arrancan más suspiros en sus conciertos y todos aquellos críticos que, sin duda sabían más que tú y que nosotros, ahora defienden a ultranza, escondiendo bajo la alfombra la sarta de estupideces que escribieron sobre aquel disco. Recuerdo con sorna que en la gira de “Sky Blue Sky” pude pasar al bus de la banda, amablemente me firmaron mi doble vinilo y a la salida, un periodista acreditado me miró con condescendencia y espetó; “enhorabuena, te han firmado su último álbum, les podría haber traído el ‘A.M.’ (1995)”

Tampoco les culpo, a Tweedy le gustan los retos y le importa aún menos la opinión de aquellos que se creen con el derecho de dirigir su carrera porque si por ellos fuese no habría existido la banda de Chicago tras “Summerteeth” (1999), mucho peor, “Being There” (1996) o, como muchos aseguran; con la salida de Jay Bennett al que muchos culpan de la bendita situación actual, ignorando por completo a un genio llamado Nels Cline. Pero la verdad es que desde “Sky Blue Sky” la propuesta de Tweedy y los suyos se ha vuelto más y más hermética; “Wilco” (200) estaba a la altura pero ya comenzaban a dar señales de que, como debe ser y ya ocurrió con el anterior, no iban a ceder ni un ápice a lo que su público y crítica esperaba de ellos. “The Whole Love” (2011) fue otro acierto que muchos tildaron de excesivo y tras un lúdico “Mermaid Avenue Vol. III” (2012), recopilatorios; “Alpha Mike Foxtrot: Rare Tracks 1994–2014” y “What's Your 20? Essential Tracks 1994–2014”, se sacaban de la chistera un “Star Wars” (2015) tan inesperado que hasta a mí me pilló por sorpresa y me costó digerir aún más que de costumbre, encontrándole el punto definitivo a esas canciones en su directo.

La única forma de describir “Schmilco” es pensar en él como un delicioso caramelo de extraño sabor o aquel cuya forma y color no se corresponde con su sabor; desde su bonita portada (obra de Joan Cornellà) a sus doce canciones. Pero es de justicia reconocer que en él nos encontramos a “los últimos Wilco”, los de “Star Wars”, aquellos que disfrutan elaborando canciones de tres minutos en las que ninguna destaca sobre otra, en las que cada una forma un todo y la ausencia de singles es más que evidente cuando tenemos que escucharlos una y otra vez para encontrar un estribillo o desenmarañar la guitarra de Nels Cline, más ocupada de crear texturas y ambientes que de sobresalir por encima de los otros instrumentos, cómoda en el colchón de acústicas de Tweedy y Sansone, bajo la batería o el shaker de Kotche y el piano de Jorgensen. En cambio, hay una diferencia entre el monocorde muro de sonido de “Star Wars” y el orgánico de “Schmilco” en el que priman esas guitarras, a veces susurrantes, y en el que apenas hay lugar para el cambio de ritmo, el contraste o el punto de ruptura entre el azúcar y la amargura con la que siempre le gusta descolocarnos a Tweedy y a este colectivo de músicos en el que se ha convertido Wilco.

“Normal American Kids” nos descolocará, agazapados tras la trinchera de “Star Wars”, esperando más distorsión, para encontrarnos con una balada que parece una introducción y podría haber formado parte de cualquiera de los discos anteriores mientras Cline maltrata el trémolo de su guitarra con moderación hasta el ‘andante’ melancólico de “If I Ever Was a Child” cuyo ritmo es tan contagioso como deliciosa su letra; tan dulzona e inocente, tan sencilla y adictiva, tan fácil de escuchar pero a la vez tan reconfortante.

Ni rastro de experimentación, lo que agradará a algunos e indignará a otros; la cabalgante “Cry All Day” es una de las joyas de un disco al que hay que prestar más atención que de costumbre si uno no quiere pasar por alto “Common Sense” o “Nope” y aciertos más que asegurados como “Someone to Lose” en los que, sin embargo, faltan puntos álgidos mientras ignoramos que lo importante no es un estribillo sino el camino. “Happiness” es la segunda parte de “More…” o aquella pero siendo una estrofa de tres minutos mientras que “Quarters” suena tan desnuda que es ideal para escucharla con cascos y olvidarse del mundo mientras la percusión parece un añadido, Tweedy canta congestionado y la deconstrucción de la composición tarda en llegar y, por desgracia, mata el interés. “Locator” fue el adelanto y prometía un disco mucho más directo de lo que ha terminado siendo “Schmilco”, quizá la más accesible del conjunto, sobre todo si la comparamos con la ‘lennoniana’ “Shrug and Destroy”. “We Aren't the World (Safety Girl)” nos trae algo de luz antes de acabar el álbum con la única de las composiciones en las que Wilco parecen intentar algo diferente, “Just Say Goodbye”.

Superior a “Star Wars” en conjunto debido a su sonido; más acústico y menos ruidoso, más pulido y menos disonante pero también más lineal, además demuestran su buena salud como compositores pero está claro que Wilco están en un proceso de transición que puede llevarles a otros mundos (y a nosotros con ellos) o afincarles en esa ya gozosa posición en la que pueden permitirse cualquier desbarre que ya, como antaño, ningún crítico se atreverá a criticar ante el temor de volverse a equivocar. Segundo disco de la banda en el que creo que las canciones respirarán mucho mejor en directo y nos convencerán del todo.


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