Crítica: Children Of Bodom "Hatebreeder"

No es sencillo hacer una crítica dieciséis años después de la edición de un álbum. El componente subjetivo que atañe a toda crítica se ve implementado si valoramos el disco, no solamente teniendo en cuenta los trabajos previos, sino los ulteriores. Con ello quiero decir, que muy posiblemente la crítica de un disco como "Hatebreeder" no sería la misma ahora que si la hubiese escrito en el 99, el año en que fue editado. A nadie con dos dedos de frente se le escapa que, a toro pasado, tienes muchos más elementos que te hacen ver la realidad menos distorsionada que en caso contrario no tendrías. Lo que obviamente no puede cambiar son los titulares grandes y los enunciados, así que no sería de recibo no decir que "Hatebreeder" siempre ha sido un trabajo de referencia en la discografía de Children Of Bodom. Su segundo álbum es -para muchos- el mejor, el más significativo y el que más rabia y mala baba contiene. Seguramente, a los defensores de dicha postura no les escasee la razón, viendo en "Hatebreeder" todo un cinco estrellas inapelable en modo y forma, pero de igual manera que los titulares son inamovibles, sabemos que el paso del tiempo pone todo en su sitio.

Obviamente, Alexi no es un tipo tonto y conoce mejor que nadie la mayor parte de los dichos y diretes que emanan de sus discos. Por mucho que los músicos digan que son ajenos a las críticas, todos podemos llegar a la conclusión de que se podrá pasar más o menos de ellas, hacerles mayor o menor caso pero raramente pasarlas todas por alto. Con la edición de su último trabajo hasta la fecha, "Halo Of Blood", no fueron pocas las veces que al frontman se le  preguntó por la relación de las canciones de dicho trabajo con las contenidas en "Hatebreeder"; y ante las cuales, el guitar hero reconoce una mayor interrelación entre los temas de su último trabajo y aquellos que se escondían en su clásico de 1999, que en otros discos como puedan ser "Are You Dead Yet?" o "Blooddrunk". De igual modo reconoce la radical mejoría que ha experimentado su producción así como la profesionalidad que han adquirido las estructuras de sus canciones, madurando y convirtiéndose en mejores músicos; lo cual es obviamente entendible teniendo en cuenta los años transcurridos y el ascenso imparable que ha experimentado la banda durante la primera década del nuevo milenio.

Alexi sabe que sus fans más clásicos, son defensores a ultranza de sus tres primeros trabajos, "Something Wild" (1997), "Hatebreeder" (1999) y "Follow The Reaper" (2000), y realmente críticos (y por qué no decirlo, crueles-desde mi punto de vista, las críticas son un tanto injustificadas en su mayor caso) con trabajos como "Are You Dead Yet?" (2005) o "Blooddrunk" (2008). Por otro lado una obra brillante tal y como es "Hate Crew Deathroll" (2003), se sitúa en una especie de tierra de nadie, en un punto fronterizo y en un punto cero, el cual no se mueve ni hacia un lado ni hacia el otro. Lo que es innegable es que con su cuarto trabajo, la banda finesa da un salto cualitativo en producción y masterización, dando un portazo en todas sus narices al sonido oscuro del black metal atmosférico, que hasta entonces era la seña de identidad de su sistema, para inyectar elementos más propios del death metal en su perfil más melódico. Gustos personales a parte, pienso que con "Hate Creww Deathroll" (2003) la banda pasó de ser prácticamente desconocida a convertirse en una referencia en el metal a nivel mundial. Pocos de los que amamos y sentimos esta música no conocen hoy en día a la banda que con su nombre rinden tributo a los asesinatos del lago Bodom.

"Hatebreeder", que en su portada resalta el color verde, radicalmente distinto del rojo de su debut, "Something Wild", comienza con la contundencia de un tema como "Warheart", donde Wildchild encadena una serie de estrofas al más puro estilo black metal nórdico, eso sí, ligeramente ablandadas y parcialmente tuneadas por los teclados de un Wirman que gana en presencia y protagonismo si hacemos una comparativa con "Something Wild". Las guitarras de Alexi sisean veloces y espídicas en un tema netamente old school, que en la actualidad podría definir perfectamente el sonido primigenio y originario de Children Of Bodom...A estas alturas poco podemos decir de la archiconocida "Silent Night, Bodom Night"; clásico de clásicos, y sin duda uno de los temas más redondos que haya compuesto nunca Laiho. Como apunte decir que la letra de la canción no la escribió Alexi, sino su ex-mujer Kimberly Goss, quien fuera vocalista de la banda Sinergy. La voz rasgada y afilada de nuestro protagonista se muestra implacable e inapelable, tras el jugueteo de alternancias de solos de guitarra y teclados, que con el tiempo han acrecentado y puesto tan de moda la pareja de astros, Laiho/ Wirman; convirtiendo de este forma a "Silent Night, Bodom Night" en toda una maravilla y en todo un tesoro.

"Hatebreeder" muestra el lado más salvaje de Raatikainen, golpeando sus parches y sus bombos con una contundencia y una virulencia difícil de igualar. El tema es muy bronco en sus estrofas, pero en el estribillo se impone la melodía, con un Alexi que modula su voz de manera magnífica para no castigarla en exceso, y donde vuelve a estar nuevamente apoyado por las líneas de su amigo Wirman en los apabullantes solos que escuchamos en las postrimerías del corte. Ya desde muy temprana edad Laiho daba signos de ser un virtuoso y un destacado de las seis cuerdas, cuando escuchas temas como "Hatebreeder" te das cuenta que estamos ante uno de los "elegidos".

"Bed Of Razors" tiene un tempo más lento y suave, aunque la voz de Alexi se muestra aún más grave si cabe, donde su tono gutural se ve incrementado mientras escupe frases cortas y lapidarias, apoyado siempre y en todo momento en uno de los riffs más melódicos del álbum. Por su parte "Towards Dead End" tiene un comienzo muy similar al de "Silent Night, Bodom Night"; obviamente la canción no es tan buena ni redonda, ya que viene estropeada por un componente "folk" que destripa la canción en determinados momentos. En esta ocasión Alexi no se muestra tan preciso ni acertado como en los temas anteriores. No obstante, si a alguien le entra un pequeño bajón, rápido se le quita con las opulentas y ostentosas "Black Widow" y "Warth Within", dos piezas donde las guitarras juegan un papel esencial y fundamental para el devenir de las canciones, y donde empiezas a valorar muy en serio el futuro musical de unos jovenzuelos de poco más de veinte años.

"Children Of Bodom", el corte más largo del álbum, sigue añadiendo aditivos positivos a "Hatebreeder", centrado en un riff duro y peleón, donde la contundencia "marca de la casa" se plasma a fuego y deja su huella. El tema es una auténtica locura, todo un enjambre de sonidos que empieza a caer y a empaparte y del que no puedes librarte. Con el paso de los años se ha convertido en uno de mis temas favoritos, dada la gran cantidad de cambios bruscos que tiene y que te hace experimentar. Aunque para clásico siempre está "Downfall", el tema que cierra "Hatebreeder" y que durante muchos años también se encargaba de hacer las funciones de epílogo de sus actuaciones en directo. "Downfall" vuelve a tirar de casta y de raza, gracias a uno de esos riffs que con el tiempo se convierten en hímnicos y legendarios. Posiblemente estemos ante el tema más blacker del álbum, sobrevenido por las notas tranquilas y deliciosas del teclado de Wirman, capaces de crear una atmósfera realmente fría y sobrecogedora.

Han pasado ya unos cuantos años desde que "Hatebreeder" viera la luz, para algunos el disco tendría como mínimo cinco estrellas, para otros, cuatro sería suficiente e incluso para algunos pocos, no debería tener más de una. De cualquier modo, estamos ante un clásico y una pieza fundamental del metal actual…

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