Crítica: Cult Of Luna "Vertikal"

Para todos aquellos que vivimos la música de manera especial, que somos capaces de zambullirnos en las aguas de un disco y vivir en ellas durante meses, que buscamos respuestas y creemos encontrarlas en la experiencia vital de querer sentir lo mismo que otras personas a través de unas canciones, para todos aquellos que queremos sentir la apasionante experiencia de vivir otras vidas o exprimirle el jugo a unas cuantas notas, Cult Of Luna se antojan como la elección perfecta. No me gusta el Metalcore y cada vez detesto más el Metal fundamentalista, desconfío de cualquier grupo en un género que parece enranciarse cada cierto tiempo y en el cual la repetición de clichés se me antoja detestable. Quizá por eso, entienda el mérito y el valor del grupo sueco en su evolución desde “Cult Of Luna” (2001) o “The Beyond” (2003) hasta el magnífico “Eternal Kingdom” (2008) o este apabullante “Vertikal” (2013). Han pasado cinco años hasta llegar a “Vertikal” y por el camino, Cult Of Luna parecen querer dejar claro que no hay ningún prisa, que todo debe surgir e igual que para lograr el estado de ánimo perfecto con una canción requiere de varios minutos de introducción o desarrollo, la elaboración de un disco con el cual se pretende trascender debe ser sin prisa alguna. 

Según Johannes Persson, todos los miembros de Cult Of Luna habían establecido su residencia en ciudades diferentes y cuando sintieron que debían grabar disco comenzaron a mandarse emails con ideas, fotografías, libros, películas y cualquier referencia que les llevase a encontrar la inspiración porque para Persson, debían estar enfocados, tener un terreno común en el que desarrollar la idea del nuevo álbum y que ese terreno tuviese límites para poder concentrarse y extraer toda la inspiración posible.


Si Thomas Hedlund afirmaba que los discos del grupo habían sonado de una manera más orgánica y relacionaba ese sonido como la antítesis de lo que quería para “Vertikal”, es en éste en donde utilizando como inspiración “Metropolis” de Fritz Lang (la portada del disco evoca las construcciones expresionistas y, si uno presta atención, podrá diferenciar varios edificios), se abandonan a cualquier concepto urbanita de la sociedad como son la maquinaria, la industrialización, el abandono entre los monolíticos edificios grises de las grandes ciudades, mezclado con conceptos como la repetición, la "verticalidad" de éstos, las junglas de cristal y asfalto en las que se llegan a convertirse los núcleos urbanos y todo visto desde el proceso de deshumanización que implica la visión de un futuro distópico en el que las relaciones son impersonales, con las máquinas y no entre los individuos. Así que, Cult Of Luna, sólo empezaron a escribir y hacer los bocetos de las nuevas canciones una vez tuvieron claro qué es lo que querían y esperaban del nuevo álbum, al cual pretendían diferenciar del resto, que marcase un antes y un después en su propia historia. Esto hizo que, por una parte, el proceso de composición (llegaron a tener canciones suficientes para un álbum doble, como demuestra la publicación de un “Vertikal II”) y, por supuesto, grabación fuese aún más sencillo, la claridad de ideas y saber qué era lo que buscaban ayudó a hacer crecer las nuevas canciones al mismo tiempo que las revestía de elementos electrónicos que ahora no funcionaban como mero relleno o aditivo sino que la electrónica que antes sólo aderezaba ahora era un instrumento más (como una guitarra o bajo), los teclados y sintetizadores tomaban el protagonismo acercando el inclasificable estilo de Cult Of Luna (ése que nadie parece capaz de identificar y oscila entre el Sludge, Groove, Progresivo e incluso Post Metal) a las fronteras del Rock Industrial.

Es imposible no escuchar los latidos de “The One” y sentir que estamos entrando en el “The Darkside Of The Moon” (1973) de esta época, el sintetizador capta a la perfección el sabor futurista, más cercano a “2001: Una odisea del espacio” de Kubrick que a un disco de Metal pero el impacto que uno siente al escuchar "I: The Weapon" es sólo proporcional a los melódicos coros que rompen la voz gutural principal y unas guitarras que, descendiendo por el mástil, dan sensación de verticalidad, de caída al vacío mientras mantienen la épica de una canción que no sólo rompe sino que cambia de ritmo e hipnotiza. La introducción de "Vicarious Redemption" logra introducirnos poco a poco en la canción pero su nivel de abstracción y su "in crescendo" son lentos, casi diez minutos hasta que surge un riff denso, plomizo y gris como una ciudad, el ritmo es opresivo y consigue llevarnos a ese futuro que "The One" anunciaba pero la gran sorpresa será un cambio de tercio lleno de guitarras arpegiadas y un sintetizador que sabe fundirse con el fraseo principal mientras el bajo nos subyuga con su gravedad.

"The Sweep" es puro Kraftwerk, sonido teutónico con crujientes texturas, como si Brian Eno hubiese hecho un pacto con el diablo. La transición entre ésta y "Synchronicity" está lograda y consigue obviar el paso, siendo la batería la que nos obligue a comprobar qué canción está sonando. Los teclados se engrandecen, crean atmósfera y la voz de Fredrik vuelve a desgarrarse de manera brutal. Si antes nos recordaban a un Brian Eno exudando azufre, ahora se acercan a las coordenadas de Vangelis y nos relajan de manera malsana con la intensidad de "Mute Departure" mientras "Disharmonia" hace las veces de pasaje entre las cargadísimas atmósferas de este "Vertikal" e "In Awe Of" (quizá una de las mejores del disco por lo directa que es), cruda y cortante, con constantes cambios de ritmo y un trabajo excepcional de Hedlund que parece llevar la batuta tras los parches hasta que Fredrik vuelve a agredirnos con su garganta.

EL video de "Passing Through", grabado en un hospital abandonado, es lo suficientemente desconcertante como inspirador, entiendo que el significado de una canción así esté sujeto a mil interpretaciones pero yo siento el abandono de los lugares en mitad de la noche, recuerdos de una vida o de muchas y el tiempo recorriendo las habitaciones, denso y aplastante, allá donde antes había un palpito, sufrimiento o esperanza. Devastadora para acabar un disco que roza la perfección.

Como canción extra, "The Flow Reversed", muy cercana a los patrones más clásicos del grupo y lejana a la experimentación o intento de salirse por la tangente del resto de "Vertikal", un buen tema que no aporta demasiado al conjunto pero que te deja con ganas de más.

Cuando acabo de escuchar “Vertikal” en su versión sencilla, que es la que más me gusta, con “Passing Through” como última canción, siento el deseo de volver a hacerlo sonar desde el principio. Es cierto que algunas veces las transiciones entre canción y canción no están todo lo logradas que uno espera, que uno siente la necesidad que entre la coda de una y la introducción de la siguiente logren la sensación de viajar por una unidad y no a través de canciones que, a veces da la sensación, de que funcionan de manera individual y no como un todo, que pueden haber pecado de poca contención en un tema como “Vicarious Redemption” con sus casi diecinueve minutos (canción remezclada por Justin Broadrick en “Vertikal II” con bastante menos minutaje que la original) pero también que “Vertikal” es intenso, salvaje, denso, profundo, violento, potente, bello y doloroso.

© 2014 Jim Tonic